lunes, 4 de octubre de 2010

El cambio de roles de genero

La emigracion de miembros de la familia hacia estados unidos en la busqueda de un mejor futuro, ha producido un impacto en las familias, ya que debido al desequilibrio que se enfrenta ante la falta de un padre y/o una madre en la casa, cosa por la cual el miembro de mayor influencia en casa tiene que asumir ambos papeles, para asi crear un equilibrio. A continuacion mencionare algunos hechos sobre el trabajo y la familia.


Trabajo y familia. Familia y trabajo. Éstas son las dos principales preocupaciones de muchos trabajadores, hombres y mujeres, a lo largo y ancho del mundo. Pero no fue así siempre. Podría decirse que antes a los hombres les preocupaba el trabajo, y a las mujeres la familia. Pero hoy son más que nunca las mujeres –y las madres– que desempeñan un trabajo remunerado. Según las estimaciones del Banco Mundial, entre 1960 y 1997 las mujeres han incrementado su participación en la fuerza del trabajo total ¡en un 126%! En la actualidad, las mujeres integran casi la mitad de la mano de obra del mundo. Se ha producido un colosal aumento de las familias en las que el hombre y la mujer obtienen ingresos derivados de sus respectivos trabajos, y han aumentado también mucho las familias monoparentales. A menudo los ingresos de las mujeres son vitales para la supervivencia de la familia. Según estimaciones de la OIT, se calcula que en todo el mundo la proporción de hogares en los que las mujeres son la principal fuente de ingresos asciende al 30% del total. Y no sólo están presentes hoy las mujeres en el mundo del trabajo, sino que muchas se ocupan en los considerados tradicionalmente "trabajos masculinos".

La perspectiva de género

Este aumento de la participación de las mujeres en la fuerza del trabajo ha inducido un cambio en los roles y las expectativas de género, tanto en la familia como en la propia empresa. A medida que son más las mujeres que pasan a desempeñar un empleo retribuido, crece también el número de hombres que comparten mucho más que antes las tareas domésticas y las funciones de atención a la familia, tradicionalmente consideradas femeninas. Teóricamente, pues, a medida que aumenta el número de familias con dos fuentes de ingresos, las mujeres salen de su papel "familiar" para implicarse en el mundo del "trabajo", en tanto que los hombres lo hacen de su papel tradicional en el "trabajo" para asumir nuevas responsabilidades con la "familia". Pero la realidad es que la redistribución de las responsabilidades financieras en el seno de la familia no se ha visto acompañada de una redistribución equivalente de las responsabilidades de trabajo en el hogar. Que todavía son las mujeres quienes desempeñan una parte desproporcionada de las tareas domésticas. Que tienen ahora más trabajo que nunca, hasta el extremo de que podría decirse que muchas realizan un "segundo turno" laboral cada día.

Más aún, a pesar de la presencia de las mujeres en la empresa, todavía se espera del trabajador ideal que tenga ciertas cualidades de las tradicionalmente consideradas "masculinas": que él (o ella) anteponga a todo su "carrera profesional"; que centre su vida en el trabajo; que esté en condiciones de dedicar al trabajo largas jornadas para adaptarse al rápido ritmo de producción que requiere el mercado mundializado; que pueda ajustar su vida familiar a las exigencias del trabajo, cuando éste lo demande; y que, en fin, no esté coartado por unas obligaciones familiares que reclamen su dedicación a ellas. En los nuevos usos laborales, no es infrecuente que las empresas inicien la jornada con desayunos de trabajo y las concluyan con sesiones de planificación que se prolongan durante la cena. Y los programas de formación pueden requerir del trabajador prolongadas ausencias del hogar. Por consiguiente, a pesar de haber incorporado a las mujeres en la fuerza del trabajo, la empresa sigue buscando al hombre en su modelo de división del trabajo entre "hombre proveedor de ingresos-mujer forjadora de la familia". Ahora bien, esta idea suya de "trabajador ideal" con cualidades "masculinas" es discriminatoria tanto contra las mujeres como contra los hombres con responsabilidades familiares. Lo que quiere decir que las percepciones sociales sobre el trabajo y la familia no han cambiado al mismo ritmo con que se ha transformado el mercado del trabajo a consecuencia de la mayor participación de las mujeres en él. Y esto trae consigo toda una serie de problemas:

Separación artificial de trabajo y familia

Lo cual lleva a un mayor estrés y a un descenso de la productividad en la empresa, porque, mientras desempeñan su trabajo, los trabajadores están inquietos por las funciones de asistencia que deben prestar en sus hogares. Y esto, a su vez, da lugar a un elevado índice de abandonos del mercado del trabajo, puesto que muchos trabajadores, incapaces de compaginar el trabajo en la empresa y sus obligaciones familiares, abandonan sus empleos. Pero la pérdida de trabajadores entraña la pérdida de las destrezas que poseen y la de la inversión realizada en formarlos, lo que redunda en mayores costos para la empresa.

Discriminación en la empresa
Es más probable que sean las mujeres, y no los hombres, quienes se responsabilicen de las cuestiones familiares. Por otra parte, son ellas quienes dan a luz y necesitan dejar el trabajo durante ciertos periodos de tiempo. En estas condiciones resulta muy difícil superar la inveterada discriminación contra las mujeres en las empresas derivada de su papel en la reproducción y de sus "tradicionales" roles femeninos.
Adaptación a los deberes de prestación de cuidados
Para adaptarse a sus deberes de prestación de cuidados familiares, muchas mujeres trabajan a tiempo parcial, pero los trabajadores a tiempo parcial rara vez gozan de unas condiciones laborales comparables y de unos derechos equivalentes a los de los trabajadores a jornada completa.

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