domingo, 20 de febrero de 2011

Calcetines promiscuos

Tomado de la lectura de Alejandro Silva, se desprende el comentario de interpretar en su narrativa aquella analogía de ciertos calcetines con el reflejo que la sociedad, y en especial el individuo comportan en su quehacer cotidiano.

Por una parte, encontramos que tales calcetines por regla general, vienen por pares, y que al desvincularse uno del otro, presagian menesteres propios del abandono, el olvido, la sinrazón. Mientras que uno de ellos, logra, por el carácter del dueño escabullirse o mezclarse con otros que no son de su tipo, de su color, de su textura, etcétera. De esta forma el individuo asume en su rol social todas aquellas desatenciones con el decoro, el buen vestir, el orden, y todo aquello que lo remite a aceptar, aprobar, cierto grado de libertad, de desenfado frente a lo social.

Aquí es donde observamos que ese comportamiento toma forma analógica en la vida social del ser humano. Degenera, ciertamente, en la promiscuidad, el libertinaje, el libre albedrío, en fin, todo aquel comportamiento social reprobable por algunos, tolerado por otros, ignorado por otros tantos más.

Nosotros como sociedad tendemos a depurar, destruir, eliminar, toda aquella cosa que ya no sirve o que presenta signos claros de uso. ¿Qué no haremos con nuestros semejantes? Sobra decir que así es como aplicamos la discriminación, la segregación, la eliminación. De manera paradójica, buscamos flexibilidad, compatibilidad de caracteres, fórmulas mágicas, considerar lo derecho de lo izquierdo, afinidad tanto de género como de pensamiento, para de esa forma encontrar el equilibrio.

¿Debiera ser ingrato congeniar con la promiscuidad? Esto es precisamente lo que a diario acontece. La pregunta seguirá siendo la misma ¿por qué? Definitivamente, el sesgo de nuestro comportamiento frente a la vida, marcará la pauta.


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