lunes, 24 de octubre de 2011

Pasando entre bastidores, experiencia universitaria

Es importante, tiende a darte tu rumbo, es decisión primordial, de las más difíciles a una corta edad. Así se nos dicta, así se nos ha dicho, uno tiene que estar seguro de lo que quiere, pero más que eso uno tiene que estar convencido de que su elección le creará cierta pasión, cierta vocación. No sé que es lo más complicado, si elegir, o confrontar las expectativas que uno se hace de las ciencias sociales cuando las selecciona como estandarte; porque no sólo es luchar contra la imposición social de los estatus de las carreras, sino también es confrontación con la aplicación de conocimiento que vamos adquiriendo, y uno se pregunta ¿qué he aprendido? ¿realmente sé algo nuevo? y si es así: ¿puedo demostrar que las largas horas de lectura tienen su fruto? Lo difícil es no caer en la desesperación, uno busca alicientes entre los compañeros e inevitablemente nos damos cuenta que no todos están en la misma sintonía, no todos están a conciencia, y mucho menos no todos se cuestionan el compromiso que uno tiene que tener. Las ciencias sociales y humanidades son como una segunda educación en todos los sentidos, nos dan la posibilidad de ampliar nuestra mirada, nos inculcan nuevos valores y nuevas posturas, nos muestran nuevas realidades, nos ponen en el foco de las historias de vida, de los mundos heterogéneos, y nos muestran las grandes diferencias entre la gente, los privilegiados y los oprimidos. Y ante todo esto uno dice: ¿Qué hago yo estudiando a este gente, si lo que necesita es que les echen la mano inmediatamente? ¿Qué hago tratando de aprender teorías, cuando la realidad no siempre se lee entre conceptos, sino en la vida misma? no podemos negar que lo formativo también es conflictivo, pues la introspección nos lleva a desnudarnos a nosotros mismos, nos presenta como unos privilegiados de tener el conocimiento académico en nuestras manos, pero la pregunta es ¿La universidad nos da el conocimiento que necesitamos para ayudar a nuestra gente? pues por utópico que suene, estudiar antropología, en mi caso, no tendría sentido si no tenemos ese objetivo; o tal vez será como dice la frase que mal recuerdo ¿los científicos sociales se aferran en dar a conocer en palabras que nadie entiende lo que todo el mundo sabe? Lo cierto es que la universidad es un gran cuarto oscuro que nos provoca la sensación de cada vez entender menos, de obstaculizar nuestra mirada y sentir que trastabillamos con múltiples preguntas; el alivio: pensar que entre menos se cree que se sabe, significa ir por buen camino; esperando un halo de luz que nos vuelva a reafirmar nuestra posición, recordando que esto aún está empezando, y si debemos empezar por algo: es cambiándonos a nosotros mismos.

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