lunes, 24 de noviembre de 2014

Dualidad en la función sociocultural de la moda.







“La moda, nacida para uniformar,
consigue que cada cual de quienes la siguen
crea que así se diferencia del resto”
Lola Gavarrón


Introducción
Vestirse es sin duda una de las  actividades más cotidianas. Nos permite estar presentables para los demás, se nos requiere estar vestidos para presentarnos a trabajar y hacer demás actividades. Vestirnos tiene también fines higiénicos y de salud, nos protege de las inclemencias del tiempo, del viento y del sol.
Nuestra vestimenta oculta nuestras partes vergonzantes y eso nos hace sentirnos cómodos en la convivencia social. Y es que el vestirse es eso, es una más de las construcciones  sociales.  Es por esto último que no debe parecernos raro que el hombre no se contente con ocultar su cuerpo, con  protegerlo de medios hostiles, con mantenerlo alejado de posibles infecciones. El hombre busca además adornar su cuerpo, acentuar su figura, re-crearse en un estilo. Y emplea en función a este fin un sinnúmero de artículos y prendas que le permite alcanzar la apariencia deseada.
En la actualidad existen en el mercado respuestas a cada una de las  demandas de la apariencia. Para todos los gustos, de acuerdo con todos los estilos, en todas las tallas y en cualquier color, las prendas de vestir, el calzado y los accesorios están siempre al alcance de la mano. Es por esto que el problema con las tendencias no es la falta de opciones a las necesidades y deseos del vestir. El problema no radica en no poder obtener lo que se requiere para definir un outfit, el problema de las tendencias radica en el impacto que tienen en la personalidad de los individuos y por tanto  en la sociedad.
En la inmediatez de nuestro contexto, en una sociedad de consumo, la industria de la moda arma todo un aparato que consta de tendencias que cambian cada año ¡dos veces por año!, fabrica su oferta y define su demanda creando su propio mercado, al dirigirse a él con publicidad espectacular alienando al individuo con esas ideas de “ser y no ser” según Simmel.


 Desde el Renacimiento se han escrito obras sobre el vestido, trabajos de inspiración arqueológica en su mayoría, así como enumeraciones de trajes basadas en la condición social, presentados casi siempre como diccionarios, que trazan una correspondencia entre los sistemas y los estados antropológicos, pero es evidente que este tipo de diccionarios solo es posible en sociedades fuertemente jerarquizadas donde la moda es partícipe de un autentico ritual social.
El verdadero principio de la historia de la indumentaria se sitúa en el Romanticismo.  Según Barthes, como los actores  quisieron interpretar  sus papeles con trajes de época, entonces  pintores y dibujantes se lanzaron a buscar la verdad histórica de las apariencias, eso que se denominaba costumes  (Barthes, 2003).
 Sin embargo, además de los pintores de teatro hubo en la primera mitad del siglo XIX literatura sobre el vestido, las phsicologies. Monografías que trataban temas de la vida cotidiana.
 En la segunda mitad del siglo XIX la visión romántica dio paso a las investigaciones antropológicas, la indumentaria fue descrita prenda por prenda y según una cronología tomada de los marcos  tradicionales de la Historia.

La literatura sobre la moda procedente de la sociología, los estudios culturales,  la historia de la indumentaria y la psicología tienden a ser teóricas y pasar por alto los mecanismos por los cuales la moda se traduce en prenda cotidiana. De acuerdo con Entwistle, esta literatura tan teórica no examina el lugar que ocupa la moda en la cultura y el modo en que esta es interpretada, aceptada o rechazada por las personas (Entwistle, 2000). Así pues el estudio de la moda abarca el concepto dual de la moda como fenómeno cultural y como un aspecto de la fabricación  cuyo énfasis recae en la tecnología de la producción.
La moda no se limita  a la vestimenta, consiste en una lógica temporal que regula los cambios y los remplazos en las preferencias de los sujetos sociales. Y el vestir se trata del constante predominio de lo nuevo sobre lo antiguo. La oda afirma la producción de diferencias.
Sin embargo el presente ensayo tiene como objetivo analizar  las implicaciones que tiene la industria de la moda en los individuos  y como tales implicaciones se traspolan  a su vez al ámbito social.
Aseguraremos que el estudio de la moda requiere de  un análisis sociológico, que ordena analizar la dinámica que sistematiza las conductas que se relacionan con condiciones sociales, niveles de vida y roles desempeñados. Asegurando que la moda es un hecho social al ser un elemento de la cultura de masas. Compartida en el nicho de las sociedades e internalizada por las estructuras sociales, observable en quienes conforman las instituciones, palpable en la inmediata apariencia del individuo.
Es preciso en primera instancia definir tal término.  Tarea un tanto tortuosa  al encontrar tantas divergencias al consultar  a los teóricos de la moda.  Por un lado Polhemus y Proctor establecen que la  moda hace referencia a un sistema de vestir especial, histórica y geográficamente confinado a la modernidad occidental (Polhemus y Proctor, 1978). Por otro lado Barnes y Eicher, difieren al asegurar que la moda no es un ejemplo especial de vestir, además de declarar que es un error por parte de los investigadores considerar la moda como una característica solo de sociedades con tecnología avanzada (Barnes y Eicher, 1992).
De acuerdo con Simmel:

"La moda  es imitación de un modelo dado y satisface la necesidad de apoyo social, pues conduce al individuo por el camino que todos transitan y crea un modelo general que reduce la conducta de cada uno a mero ejemplo de una regla.
Pero no menos satisface la necesidad de distinguirse, la tendencia a cambiar y a destacarse. Logra esto, por una parte, merced a la variación de sus contenidos, que presta cierta individualidad a la moda de hoy frente a la de ayer. Pero aún es más importante en este sentido el hecho de que siempre, las modas son modas de clase, de manera que las de la clase social superior se diferencian de las de la inferior, y son abandonadas en el momento en que esta última empieza a acceder a ellas" (Simmel, 1988, 28-29).

Debido a tales discrepancias entre concepciones, tomaremos entonces la definición del concepto de Entwistle quien considera prudente –dadas sus propias comparaciones entre definiciones- considerar la moda un sistema especifico del vestir histórico y geográfico. La autora arguye además que aunque la moda sea importante para definir los estilos en un momento específico, estos siempre están influidos  por otros factores sociales entre los que cuenta al género, la clase, la etnia, la ocupación, los ingresos y la forma del cuerpo.(Entwistle, 2000)
Una de las consideraciones en las que están de acuerdo tanto la sociología clásica como la sociología moderna respecto a la moda es su puesto central en el cuadro de los fenómenos expresivos. Esta expresividad se refiere a la capacidad de iniciar y establecer relaciones sociales de tipo horizontal, haciendo posible que actores individuales o grupales situados en el mismo nivel de estratificación social contraigan vínculos comunicativos de naturaleza emocional que puede variar desde el amor, la pasión, el deseo, la admiración, la seducción y la amistad, hasta el odio, el rencor, la envidia y la rivalidad.

Como comportamiento social, la moda aparece en algún momento del siglo XIV, pero Godart[1] sostiene que al menos hace medio siglo “ocupa un lugar central en nuestras vidas”, sin embargo, la industria como tal la identifica como algo “misterioso e inasible” donde sus cambios de tendencias -y las causas que los provocan – se encuentran aún en las sombras.
Godart en su libro Sociología de la moda analiza los mecanismos de influencia social que generan las tendencias. Enumera en él los “seis principios que conforman un ideal estilizado”.
Pasemos entonces a hacer un recorrido rápido y conciso de los seis principios de Godart. Cabe señalar que el autor aclara que en clave sociológica “puede que se contradigan” porque cada uno tiene su lógica propia. (Godart, 2012)
·         La afirmación. Una combinación   de imitación y distinción según el autor. Históricamente la moda comienza como un instrumento de afirmación de poder por parte de la burguesía frente a la aristocracia. Las clases más bajas tienden años después a imitar los hábitos del vestir de las clases más altas.
·         La convergencia. Es otra clave que se manifiesta en las tendencias como “fenómeno de influencia y centralidad” que se resuelven el consumo.
·         La autonomía. En la definición de estéticas y dinámicas creativas que permite que la moda se despliegue en escenarios sociales determinados, lejos de la lógica mercantil.
·         La personalización.  En la que el individuo es el protagonista, lo que no significa que las elecciones sean realmente autónomas.
·         La simbolización. El momento en que las marcas, o la construcción de ellas, toman por asalto las creaciones y le imprimen significado y, consecuentemente, poder.
·          El imperio. Un tipo de organización que apunta al triunfo de empresas en las industrias culturales y que no compite ya con el resto.

 Godart analiza los mecanismos de influencia social que generan las tendencias propias de la moda, su creciente autonomía estética y creativa así como el culto a los diseñadores y los patrones que decretan las  marcas más importantes en el ámbito.
Sin embargo cómo puede explicarse que los individuos – con el peso que esta palabra representaría- adopten tales patrones. ¿Es acaso un acto irracional? Al seguir la moda, ¿se busca diferenciarse o perderse entre la multitud? ¿Define en alguna medida la elección de la apariencia al vestir a la personalidad?
Buscaremos la respuesta a esta última de nuestras preguntas en la filosofía, puesto que es menos técnica que la psicología.  De acuerdo con la filosofía el signo específico de la personalidad consiste en el dominio sobre sí mismo. Esto incluye las actividades internas, intimas del ser humano y de sus manifestaciones exteriores, de su expresión.
 Al ser la actividad del vestirse, y de elegir con que vestirse en especifico,  un acto racional, por el cual se muestra algo a los demás, es decir se satisface de alguna manera la inquietud de expresión de lo que se piensa, contestaremos a nuestra pregunta arguyendo que es muy probable en la mayoría de los casos  la personalidad se define, en alguna medida, en  la elección de la apariencia al vestir. No sin perder de vista que no se está afirmando que la apariencia  rige la personalidad, sino que esta última puede ser expuesta al vestirse de una manera determinada.
Entonces ¿es el uso de la moda una herramienta para distinguirse?
Simmel es un pionero en el análisis sociológico de la moda. En el diagnóstico que realiza sobre la modernidad, se produce el salto desde el «paradigma de la producción» –al que había estado ligada toda la sociología– hacia el «paradigma del consumo»: la sociedad ya no se articulará tanto desde la perspectiva del mundo del trabajo y de la producción, como desde la perspectiva del consumo de bienes y servicios. En este contexto, el análisis de Simmel acerca de la moda parte de la constatación de la doble función de la moda en la sociedad: sirve tanto para unir al grupo de individuos partidario de la nueva moda como para diferenciarlos de los otros individuos y grupos, satisface la cohesión del individuo con su grupo y la necesidad de diferenciación respecto a otros grupos o clases sociales. Según la perspectiva de Simmel la moda une al individuo con su grupo de iguales, es imitación de un modelo grupal dado y satisface así la necesidad de apoyo social del individuo, conduciéndole por el mismo camino que a todos. Pero la moda también significa para él el cierre de un grupo frente a los demás situados en posiciones diferentes en la escala social, la diferenciación respecto a «los de afuera», satisface la necesidad de destacarse, de distinguirse, de diferenciarse. La moda cohesiona a los individuos y los diferencia al mismo tiempo. Por otro lado, acomodarse a la moda puede servir al individuo como máscara exterior tras la que se oculta para mantener un espacio más intimo de libertad. Seguir los dictados de la moda, acoplarse a los mandatos de lo colectivo, acatar las normas de la época puede tener la consecuencia de anular la individualidad, pero también ofrece a las personas la posibilidad de ocultarse tras la máscara de un perfecto cumplimiento externo de las normas del grupo, comprando con ello toda la libertad que es capaz de deparar la vida y pudiéndose concentrar tanto mejor en lo que es para ellas íntimo y esencial (Simmel, 2008).
Para existir las tendencias necesitan de procesos miméticos. Los individuos reproducen en sí tales tendencias, pero en tales reproducciones en hombre no tiene una actitud de sumisión ni ingenuidad, los individuos son más razonables en sus elecciones indumentarias cuanto más informados están de el significado de los looks. Así la vestimenta es creada de manera deliberada y consiente y responde al estilo de vida, ideologías y necesidades de  los individuos.  Claro que el mercado ofrece las alternativas a estas necesidades y crea las ofertas de acuerdo a las posibilidades.
 Joanne Entwistle en su obra El cuerpo y la moda trata de resolver la siguiente interrogante ¿Es la moda sólo una trivialidad, un medio que la nueva burguesía de finales del siglo XIX utilizó para exhibir su riqueza a través del derroche innecesario?  En el supuesto de que  la moda careciera  de utilidad,  como  ¿es sólo un instrumento que una determinada clase adopta para demostrar  su poder adquisitivo? Condenar la moda, los estudios y las actividades que giran en torno a ésta por ser una manifestación frívola  de la vanidad, implicaría afirmar que el mundo tiene que estar organizado únicamente en torno a valores utilitaristas y al mismo tiempo nos impediría observar cuál es su relación con el vestir y adornar el cuerpo y cuál es la importancia de lo anterior en nuestra vida diaria.
Las élites suelen adoptar unos símbolos de distinción se produce un conflicto de aspiraciones entre los grupos sociales distintamente colocados en la estratificación social: por un  lado, la mayoría intentando acercarse lo más posible al estilo de la élite; por el otro, la élite manteniendo el carácter distintivo de sus propias elecciones.

La explicación es que la moda es intrínsecamente imitación, que puede tener dos motivos absolutamente diferentes. Uno, la imitación respetuosa, que es la que hace parodiar al superior tratando de agradar, implicando una profunda subordinación. Otra es la imitación rival, esto es, el deseo de afirmar que se es igual a él. Esta última se produce sobre todo cuando el rango y la riqueza han dejado de coincidir, es decir, cuando el industrialismo ha producido hombres bastante ricos para rivalizar en lujo con las demás categorías sociales, Spencer apunta el incremento del papel de la moda como factor de distinción social  (Spencer, 1947).

Otro punto obligado de reflexión teórica en las sociedades contemporáneas es la teoría de "La Distinción" donde se ejemplifica el capital cultural como generador de estilos de vida diferenciados. En este sentido, Pierre Bourdieu evoca que cada uno de los universos de preferencias que existen, al funcionar como un sistema de variaciones diferenciales, permiten expresar las diferencias sociales de forma tan completa como los sistemas más refinados. De ahí que la posesión de ciertos bienes culturales atestigüen no sólo la riqueza de su propietario, sino también su buen gusto, como una garantía de legitimidad. Pues, de la misma forma que los bienes culturales están sutilmente jerarquizados, para marcar los grados de progreso iniciático, los beneficios de distinción están destinados a deteriorarse si el campo de producción, regido por la dialéctica de la pretensión, no ofreciera continuamente nuevos bienes o nuevas maneras de apropiárselos.

En la interpretación de Guillaume Erner, Bourdieu asegura que  los creadores de la moda pertenecen forzosamente a la clase dominante, pudiendo haber salido de ellas o con posibilidad de llegar a formar parte de las mismas. Esta teoría sobre las tenencias se basa sobre una concepción “irracionalista” del modisto. El creador de la moda, para Bourdieu no es un calculador racional: no crea oferta con relación a la supuesta demanda. El creador llega a traducir en un vestido  su capital social y cultural. En sus creaciones indumentarias transporta los gustos de la clase social a la que pertenece y la distinción social de la misma (Erner, 2005).

Según Bourdieu, las tendencias son instrumentos utilizados de manera inconsciente por las clases dominantes en su estrategia de dominación. Y las clases dominadas adoptan de manera inconsciente estas tendencias.

El autor asegura que este tipo de estrategia de distinción está exenta de toda significación social ya que ningún creador considera sus prendas como instrumentos de dominación de clases. Enuncia que esta negación del carácter social de la moda tiene como protagonistas “ aquellos que abusan porque son víctimas de abusos y abusan de tal manera que más abusan de ellos” son más mistificadores cuanto más son mistificados.

Aunque la moda para ser totalmente legítima requiere de una confirmación social y los antagonismos de clases de los que habla Bourdieu serian difíciles de encontrar en nuestros días. La moda ahora está constituida  por un sinnúmero de  influencias y muchas de estas no provienen de los sectores favorecidos.[2]

 Sin embargo sí creo que lo nuevo en moda es ante todo un signo distintivo, un lujo de herederos que, lejos de acabar con las disparidades sociales frente a los objetos, la moda como la cultura de masas, se dirige a todos para volver a poner a cada uno en su lugar. Es una de las instituciones que mejor restituye y cimenta, con pretexto de abolirlas, la desigualdad cultural y la discriminación social. Aún más, contribuye a la inercia social por cuanto la renovación de los objetos permite compensar una ausencia de movilidad social real. En este sentido, la moda como instrumento de distinción de clases, reproduce la segregación social y cultural, y participa de las mitologías modernas que enmascaran una igualdad inexistente.

En resumidas cuentas el proceso de la moda está conformado por momentos, en ocasiones poco identificables en su conjunto. El diseñador realiza un boceto, elige una tela y una gama de colores que veremos en todos lados durante la temporada; crea un vestido, le imprime su firma y lo pone en el mercado. En seguida la farándula y lo deportistas portaran estos vestidos en eventos sociales de alta concurrencia y espectacular difusión en los medios de comunicación. La publicidad hará su parte mostrándonos delicadas modelos que como percheros en aparadores  muestran las prendas y nos hacen saber que el portarlas las hace distinguidas y felices. Después quienes poseen los medios adquieren las prendas y quienes no probablemente sufran de ansiedad, y se sientan excluidos. Su posición en la escala social no le permite comprar un vestido de diseñador.
Pero ahora existen alternativas y cada vez hay más marcas con diseños equiparables a precios más accesibles y hasta son sistemas a crédito. Así todos pueden conseguir el outfit que responda a las tendencias de la moda.

Cabe además señalar cómo la moda ha desempeñado un papel relevante en las relaciones económicas entre las naciones. La expansión del capitalismo en los siglos XVIII y XIX dependió de la explotación de los recursos de las naciones en vías de desarrollo, afectando sobre todo a las poblaciones indígenas  y el entorno.
 El libre mercado ha significado una búsqueda constante para un mayor provecho de los fabricantes de la industria textil. De acuerdo con Entwistle  la historia de la industrialización textil esta inevitablemente vinculada con la explotación en el extranjero además de la explotación en el propio país.

Debe entonces no dejarse de lado que la moda obedece las reglas del sistema capitalista. Y que como en todo el sistema en su conjunto juegan un papel importante la explotación buscando la mayor producción, y altas ganancias al menor coste; la globalización,  la desigualdad y el consumismo.

Existen quienes, ponen de relieve que la juventud urbana es el colectivo que más recurre a la moda para adaptarse mejor a esos entornos cambiantes, generando su propia moda juvenil, mientras están  en espera de  penetrar en el sistema productivo. Y también explica por qué las modas pueden transmitir tanta información a los jóvenes, al actuar como un regulador secundario de la conducta.


Sin embargo, y como se menciono antes, el propósito último fue siempre enunciar  como la moda, la persecución de las tendencias dicho propiamente, afecta a hombre y sus relaciones con el otro. Y es que aseguraremos que este en su búsqueda constante  llega a sentirse preocupado por usar lo que la moda dicta. Esto sin mencionar, como se ha ilustrado en presente ensayo que la moda tiene una función de mimetismo. Quien sigue la moda busca ser oculto en su grupo, disimulado, camuflado entre sus iguales. Pretende no diferenciarse de los demás.
Por muy disidente que sea el modo de vestir con  referencia a la moda predominante en ese espacio y tiempo, encasillara al individuo en otra colectividad. Le hará pertenecer y ser identificado como adepto a  otros grupos sociales  a menudo referidos como subculturas. Enunciado por lo que a menudo se nombra modas excluyentes.













Bibliografía
BARNES R. y J.BEICHERr,  Vestido y Género: realización y significado. Oxford, Berg, 1992

BARTHES, R., El sistema de la moda, Paídos , Buenos Aires, 2003

BOURDIEU P.,  La Distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid,. Taurus,
1988.

ENTWISTLE, J., El cuerpo y la moda, Paídos, Barcelona, 2002

ERENER, G., Víctimas de la moda, Gustavo Gili, Barcelona, 2005


GODART, F.,  Sociología de la moda,  Madrid  Edhasa, 2012

POLHEMUS, T. y L. PROCTOR, Fashion y antifashion: Una antropología de el  vestir y la indumentaria, Londres, Cox and Wyman, 1978

SIMMEL, G., De la esencia de la cultura, México, Prometeo libros, 2008
                    Sobre la aventura: ensayos filosóficos. Barcelona, Península, 1988,

SPENCER, H., Principios de Sociología. Ed. Revista de Occidente. Buenos Aires.
1947.



[1] Frédéric Godart es egresado de la Escuela Normal Superior de París y Doctor en Sociología por la Universidad de Columbia en Nueva York. Actualmente se desempeña como Investigador en Teoría de las organizaciones en el INSEAD, y sus investigaciones analizan las industrias de la creación y las redes sociales.

[2] Tal es el caso de las havaianas brasileñas. Calzado de goma creado en los 60´s  y que pretendía calzar a las clases menos favorecidas.  Ahora pueden encontrarse en más de 60 países y solo en los mejores centros comerciales de las ciudades. Incluso en el año 2004  se lanzo una línea con incrustaciones de oro y diamantes  H Stern

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