viernes, 25 de mayo de 2018

La Mente


La Mente
Si hay algo que es primordial en nuestras vidas y a la vez el mas grande misterio que existe es la mente humana, lo que nos permite percibir el vital hecho de existir. A lo largo de la existencia del ser humano, desde que empezó a tener uso de razón, ha buscado todo el tiempo de buscar métodos, mecanismos y sistemas que permita entender la mente humana, explicando lo que es, como es que funciona.
Eventualmente el hombre ha logrado conocer la realidad que lo rodea al punto de poder reproducir lo que la naturaleza ha creado en miles de años, en un laboratorio crear diamantes en 24 horas, inseminación artificial, la gravedad cero, crear nuevos elementos químicos,  colores a partir de los primarios, etc.
Para lograr todo este, primero el hombre tuvo que empezar a estudiarse y conocerse a si mismo, de ahí vendría el hecho de que se haya puesto a reflexionar sobre la forma o el como el ser humano comprendería la realidad, de donde parte el pensamiento y como se convierte en conocimiento.
Una vez que el ser humano comienza por conocerse a si mismo, trata de buscar explicaciones acerca de como el hombre interpreta la realidad y con ella todos los objetos materiales, hasta lo imaginrio, como seria en el caso de los dioses.  Partiendo de lo material, llego a formar imágenes, pensamientos, ideas, reflexiones, que asombran la razón, y llevaran al hombre a sentir la necesidad de desenmascarar este misterio, quiere aprender a pensar empezando por pensar el intuir, idear, concebir, argumentar, razonar, creer, sentir, entender y expresarse, lo cual requiere un proceso mental bastante amplio, una actividad bastante profunda y compleja. Esto produciría una preocupación que se ha venido dando desde el hombre griego antiguo hasta nuestros días, y empezó cn los filósofos cuando el logos reemplazo al mito, cundo los presocráticos estudiaron a la naturaleza como sustancia originaria delas cosas, pasando por Aristóteles, Kant, Descartes, hast los filósofos actuales como Ryle. Pero esta tarea no solo ha sido de los filósofos, si no también ha incluido a los psicoanalistas y la neurociencia, de tal manera que ha seguido muchas ideas al respecto y que de alguna manera se unen para trata de encontrar alguna luz al final del túnel.

Viendo la mente de una manera más sistemática y establecida, la mente es un conjunto de facultades cognitivas el  cual se encarga de facultades cognitivas como la percepción, el pensamiento, la memoria, la conciencia, etc., siendo estas algunas de las características del humano y otras son compartidas con otras formas de vida. A este conjunto de procesos se le debe diferenciar de los estados mentales, tales como las creencias, los deseos, el dolor que son instancias o resultados de los procesos anteriormente mencionados.
A lo largo de la historia el concepto de mente ha sido concebido como ontológicamente en diferentes categorías (como una sustancia del cuerpo diferente, una parte, un proceso, o una propiedad). Mas sin embargo las concepciones dominantes actuales, ambas materialistas, se engloban en la teoría de identidad mente- cerebro y el funcionalismo.
La mente es concebida o tratada como tres tipos de procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. Algunos científicos sugieren la idea de que la mente es un resultado de la actividad del cerebro, por poder localizar ciertos procesos del individuo en regiones concretas, como lo es el hipocampo, cuyos daños implican un fallo en el proceso de la memoria. Sin embargo, la cuestión no ha sido zanjada, en parte debido al hecho de que la mente como categoría engloba distintos procesos y estados, y corroborar la naturaleza de uno de ellos no implica a la de todos.
Como modelo de estudio, la mente ha sido tratada por la psicología desde su inicio, y su conceptualización esta presente en casi todas las teorías psicológicas.
En la psicología es común distinguir entre mente y cerebro, aunque la mente surge del cerebro. No obstante esta mas vinculada a la disciplina de la filosofía de la mente. Algunos científicos y filósofos han sostenido que el cerebro es condición necesaria, pero no suficiente, para que la mente realice sus funciones. Por ejemplo, Eccles, neurólogo, que obtuvo un premio Nobel de medicina, o Popper, filósofo de la ciencia.
Ambos aunque con ideas distintas, ninguno identifica el pensamiento con la actividad cerebral. Mas bien existe una posición materialista de la mente, que dice que la mente es materia que se analiza a si misma (retroalimentación de sistemas materiales). Lo que nos lleva a entender que en su evolución la materia ha pasado de estados caóticos a estados organizados inorgánicos, después a estados organicos y finalmente logra analizar estados actuales para lograr estados sucesivos. La materia se organizaría en sistemas autorregulados. Como ejemplo, el materialismo dialectico o el materialismo reductivo propio de las ciencias duras como la física y la química.
Hay que destacar que no es lo mismo referirse a la mente como el comportamiento de la materia, o referirse a la mente como algo paralelo y distinto a la materia, pero con existencia propia y estatuto ontológico. El ejemplo más conocido es la dualidad establecida por René Descartes de una mente distinta al cuerpo pero unida a él: pienso, luego existo. Estas diferencias no son menores puesto que abren discusiones tales como ¿todos los animales tienen mente o solamente los animales humanos la tienen?.
Para Howard Gardner la mente conforma  un conjunto de mecanismos de computación específicos e independientes. La inteligencia aparece de la superestructura formada por estructuras mentales. Las estructuras mentales serian acciones cumplids o en potencia exteriorizadas en movimiento o interiorizadas en pensamiento. Para Piaget la estructura elemental del conocimiento es el esquema. Lo que permitirá diferenciar tres componentes de la mente:
La mente concreta que realiza los procesos básicos del pensamiento, observación, comprobación, relación, clasificación, que son la base del análisis-sintesis.
La mente practica realiza procesos directivos y ejecutivos de pensamiento, relaciona las causas con los efectos y los medios con los fines, sería la base de la inteligencia y los meta componentes de la misma.
La mente abstracta realiza procesos de reflexión consciente, accede a sus propias representaciones y las modifica. La razón es la facultad superior de conocimiento ya que hace abstracción de todo su contenido. Como lo planteaba Kant en su crítica de la razón pura, una indagación trascendental metafísica donde Kant  busca lograr una respuesta definitiva sobre si la metafísica puede ser considerada una ciencia. Critica al principio de causalidad, e intenta la conjunción de racionalismo  y empirismo.
Existe un término llamado el problema mente-cuerpo, que nos plantea la pregunta sobre si existe relación entre los estados mentales como lo son la conciencia, lo psíquico y el alma, y los estados físicos como el cerebro, lo material y el cuerpo, o se trata de dos elementos diferentes, si es lo físico y lo mental una sola cosa, son as preguntas principales sobre la filosofía de la mente, lo que nos lleva a preguntarnos todavía más cosas, como si es libre nuestro pensamiento y nuestra voluntad, si podrían poseer las computadoras una mente propia, podría existir la mente sin el cuerpo, y muchas otras muy diversas.
Podría la mente ser un ente que pudiera funcionar sin la materia, sin lo físico, puesto que se puede imaginar claramente como seria esto sin verlo.
Poniendo como ejemplo que la mente y la materia son sustancias diferentes que interactúan entre sí. Uno se pincha un dedo con una aguja, de él aparecen señales hacia el cerebro, y de allí debe haber un “lugar” donde el cerebro actué sobre la mente inmaterial que recibe esta señal y la interpreta o reacciona de manera individual, distinta de cada ser humano, puede haber uno que brinque de dolor, otra mente diferente que se mantendría calmado y resistiría el dolor, y otra que lo recibiría en forma de placer o estimulo. Sería el equivalente a una nave que recibe un golpe de un asteroide, dispara una señal de alarma, y dependiendo el piloto actuaria de maneras muy diferentes, lo que nos dice que la materia que controla la mente podría ser algo creado en serie, más la mente que la opera no.
Hay que tomar muy en cuenta, en cuanto a las posibilidades y el material del que se vale nuestra mente y pensamiento para operar, que a veces solo es lo que conocemos y hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, dejándonos la duda de que si la mente es construida y por tanto no existe una mentalidad perfecta y desconocida, y todo se trata de algo asi como una mente colectiva.
Respecto a esto existe algo llamado Materialismo eliminativo, que nos dice que los esfuerzos reductivos han fracasado y que un materialismo no reductivo es incoherente, puede decirse que no existen estados mentales, pero esto sería contradictorio, a la idea de que los estados mentales podrían también haber sido introducidos por nuestra psicología popular, que si ahora con los avances científicos, la psicología popular se revela falsa, también se debe acabar con las entidades en ella postuladas, como lo son muchas teorías declaradas falsas a lo largo de la historia, por ejemplo, la brujería en determinado momento se declaró falsa, y se tuvo que adaptar la percepción a que las brujas no existían y mucha de la “magia” que pudo ser percibida por la mente como un ente con conciencia y mente propia, termina siendo descartada y materializada por algo como la ciencia o la física.
Cuando se intenta comprender la mente de manera un poco más abstracta o menos sistematizada, se acude a la filosofía de la mente.
La filosofía de la mente nos puede llevar a modificar la forma en que comprenderíamos muchos temas, un claro ejemplo de esto es la naturaleza de la muerte y su carácter definitivo, el origen de las emociones, de la percepción y de la memoria. También la cuestión sobre que es una persona y de que depende su identidad mucho tiene que ver con la filosofía de la mente. Lo principal que nos lleva a pensar la filosofía de la mente seria:
La libertad, se piensa que las leyes naturales rigen completamente el curso que seguiría el mundo material, por lo tanto los estados mentales y por tanto la voluntad humana serian también estados mentales, lo que nos dice que la voluntad y el actuar están completamente predeterminadas por las leyes naturales. Llevando esta idea un poco más lejos, llegamos a la conclusión de que las personas entonces no pueden elegir por si mismas lo que quiere hacer y en consecuencia no son libres. Pero existe otra postura respecto a la libertad, de los incompatibilista, que dicen que el pensamiento del ser humano es libre y no depende completamente de la naturaleza de este, por tanto el curso del mundo no estaría sujeto a la naturaleza y es potencialmente libre. El incompatibilista más conocido fue Kant.
El yo, es otro resultado de la filosofía de la mente. Por lo demás, la mente ha tenido importantes consecuencias para el concepto de yo.​ Si por "yo" se entiende el núcleo esencial inmutable de una persona, la mayoría de los filósofos de la mente afirmarán que no existe tal cosa. La idea de un yo como núcleo esencial inmutable surge de la idea platónica de un alma inmaterial "invisible" pero que se halla dentro de nosotros y de todos los seres vivos del planeta, ya sea animales o plantas. Tal idea es inaceptable para la mayoría de los filósofos actuales, debido a sus presupuestos materialistas. No obstante, a la luz de los resultados empíricos de la psicología del desarrollo, la biología del desarrollo y la neurociencia, tampoco la idea de un núcleo esencial material constante –plasmado, por ejemplo, en un área invariable del cerebro– parece plausible.

En vista de este problema, algunos filósofos afirman que deberíamos dejar de hablar de un yo. De todos modos esta es una posición minoritaria; más extendida está la opinión siguiente: por "yo" no debería entenderse un núcleo esencial inmutable, sino algo que se encuentra en permanente cambio. Un conocido defensor de esta postura es Daniel Bennett.
Y la percepción, que se entendería que dependiendo de quién este percibiendo algo y desde donde lo esté viendo, obtendrá una perspectiva diferente y por tanto una experiencia diferente.
Abordar estos temas antropológicos “constitutivos” requiere de modo especial contar con una ontología metafísica. Con la sola “ontología de las ciencias” no es posible hablar coherentemente de yo, sujeto, espíritu, etc., a menos que estos conceptos sean usados presuponiendo el conocimiento metafísico, así como un neurocientífico puede decir que “esta persona está consciente”, si bien con la neurociencia no es posible justificar el empleo del concepto de persona. Si desde la neurociencia o la informática se niega el yo, el alma, el espíritu, etc., tal negación no es científica, sino filosófica.

El sujeto perteneciente a la especie humana, a causa de su altura ontológica (inteligencia, racionalidad, libertad) se llama persona. Lo es constitutivamente en tanto está vivo, sin que sea necesario que ejerza sus operaciones intelectuales y voluntarias: un embrión, uno que duerme, etc., si pertenecen a la especie humana y no han muerto, son personas. Aunque se pueda hablar en abstracto del “yo” en general, y por atribución semántica se puede decir de otra persona que “es un yo”, muchas veces se entiende por yo la persona humana que es consciente de sí misma y que se refiere a sí misma, y todo lo que pertenece a tal sujeto será dicho por el mismo sujeto como mío (“mi cuerpo”, “mis padres”, etc.). Un “yo no consciente”, como es natural, no por eso deja de ser persona. La persona tiene muchas partes y dimensiones (partes orgánicas, actos intelectuales, capacidades, etc.), pero ella como tal no es ninguna de esas partes en especial, ni su mera suma, ni una nueva parte superañadida, sino que es todo ese conjunto en tanto es un individuo humano que subsiste en su existencia o en su ser.

La persona puede perder partes de su cuerpo, o modificarlas, o sustituirlas, sin por eso perder su identidad personal y la de su cuerpo propio: los dos aspectos son inseparables, salvo por la muerte. Su encéfalo como un todo, sin embargo, es la raíz orgánica de la identidad dinámica de su propio cuerpo y en este sentido “acompaña” insustituiblemente a la persona en vida. Eventuales trasplantes de partes encefálicas no eliminan la identidad del propio encéfalo, aun cuando pudieran alterar la conciencia de la identidad personal, porque la persona no es la conciencia de ser persona. Aunque este ejemplo pueda ser de ciencia-ficción, un hipotético trasplante de todo un encéfalo en el resto del cuerpo sería más bien el trasplante de un tronco/extremidades en un encéfalo, es decir, si no se produjera la muerte, la persona estaría allí donde está el cuerpo propio, cuya identidad procede del encéfalo. Los niños anencefálicos, en realidad, conservan algo del encéfalo, como la parte denominada “tronco” y algunos sectores del diencéfalo; suelen haber perdido, en cambio, los hemisferios cerebrales. Por este motivo, una mano mantenida en vida no es una persona, y en cambio un encéfalo hipotéticamente mantenido en vida (otro ejemplo puramente imaginario) seguiría siendo una persona.

En un sentido fenomenológico “popular” (conocimiento ordinario), plenamente válido, suele entenderse por alma o espíritu la interioridad humana, objeto de experiencia psíquica, en la que se contienen y advierten nuestros pensamientos, afectos, propósitos voluntarios y sobre todo la auto-experiencia de la propia persona o yo. En este sentido el alma se contrapone al cuerpo, entendido éste como el organismo humano observable por los sentidos externos, semejante en este sentido a los demás cuerpos materiales. En la filosofía aristotélica el alma es vista como un principio o acto substancial que informa el cuerpo viviente y así lo constituye precisamente como viviente según una especie determinada. Por eso en el aristotelismo se habla también de un “alma vegetativa” y de un “alma sensitiva”. En Tomás de Aquino el alma humana, siendo racional, se ve como “alma espiritual” o simplemente “espíritu”, aunque este último término suele connotar la dimensión intelectual y voluntaria que trasciende lo orgánico, mientras “alma” connota la función informante del organismo. En la tradición clásica la mente se refiere al pensamiento o al intelecto, así como en los autores de filosofía de la mente, como vimos, más bien se refiere a todo lo psíquico.

Siendo el alma la forma constitutiva del cuerpo viviente, la muerte o cesación de la vida conlleva la desaparición del principio anímico. Pero ante la muerte de una persona (destrucción de su cuerpo), a la vista de la trascendencia del alma espiritual sobre el cuerpo puede argumentarse filosóficamente que el alma humana, y por ende la persona, sigue subsistiendo en el ser (inmortalidad del alma humana). Para profundizar este tema se requiere, empero, el paso al plano antropológico.

La conciencia puede significar:
1) el estado sensitivo de vigilia en que se advierten o “sienten” los propios actos sensibles, por oposición al sueño, coma, desvanecimiento;
2) la conciencia intelectual en que el sujeto capta o “advierte” sus propios actos, con sus contenidos, y sabe que los capta (por ejemplo, “me doy cuenta de que estoy escribiendo”);
3) la autoconciencia o advertencia de mí mismo como sujeto personal existente, lo que se produce sólo si el sujeto actúa conscientemente según los dos sentidos anteriores.
A estos tres niveles corresponden estructuras neuronales que permiten la realización de actos sensitivos, perceptivos, intelectuales, volitivos, los cuales una vez puestos hacen emerger algún nivel de conciencia. Como es obvio, la conciencia sensitiva tiene una realización neuronal propia y adecuada. En cambio, la conciencia intelectual no tiene propiamente una “localización”, pero sí exige la actualización de la conciencia sensitiva y el ejercicio de la actividad sensitiva superior alta, con sus activaciones neurales propias. La conciencia en todos sus niveles puede oscurecerse de modo patológico y no sólo perderse, sin que por eso el sujeto afectado cese de ser una persona.

Algunos de los contenidos de la conciencia (por ejemplo, sensaciones, pensamientos, emociones, recuerdos) pueden producirse de modo inconsciente —no ser advertidos— o semiconsciente, si bien la persona domina sus actos con plena libertad sólo en el estado de conciencia intelectual y si esos actos son conscientes. Hay dimensiones del psiquismo que de suyo no son conscientes directamente, es decir, no son experimentables como tales, aunque sean reales. Así son los hábitos, las virtudes, las inclinaciones, las capacidades, las potencias: por ejemplo, podemos “saber” que sabemos inglés (“somos conscientes de que sabemos inglés”), pero no lo advertimos ni “experimentamos”, así como en cambio experimentamos que amamos, pensamos o existimos.
Bibliografia
W.Bechtel, filosofía de la mente, tecnos, 1991
T. Crane, La mente mecánica, FCE, 2008
E. J. Lowe, Filosofia de la mente, Idea Universitaria, 2000
S. priest, Teorias y filosofías de la mente, Catedra, 1994

No hay comentarios:

Publicar un comentario