lunes, 10 de junio de 2013

Gabriela Legorreta Cárdenas

1-B



La nueva mujer

Introducción
Se asegura que a futuro no se va a dar ese mentada igualdad de los roles masculino y femenino, si no que se mantendrá la falta de simetría porque las mujeres, en su autonomía, querrán preservar algunos roles vinculados desde siempre con ellas. “Hay una mezcla entre querer ser consideradas iguales a los hombres y también ser diferentes a los hombres” es la clara visión del filósofo francés Gilles Lipovetsky.
Las diferencias entre hombre y mujer no van a desaparecer con el paso del tiempo, porque la mujer va a perpetuar aquellos roles que la identifican con lo femenino.
Cuando se habla de la mujer moderna, la tercera mujer, aquella que comenzó hace unas cuatro décadas a liberarse, a dirigir su propio destino, sin estar predeterminada por la sociedad, no se debe hablar de una mujer que se ha liberado de la tradición. Para Lipovetsky el cambio que se ha producido no es absoluto.
 El cree que los cambios que la marcaron a partir de los años 60 y 70 fueron de tal magnitud que incluso se atreve a hablar de una revolución.

"Se realizó una transformación fundamental, derivada de aumentar la posibilidad de autonomía de la mujer con respecto a ella misma, a los estudios, al trabajo, y en esos cambios fueron esenciales dos fenómenos: los medios de la anticoncepción y su relación con el trabajo. Ambos le permitieron convertirse en actor de la sociedad, y poder organizar y controlar su propia existencia.


Sin embargo, cree que aún existen materias que en el género femenino no han podido desentrañarse: el de la belleza y la relación afectiva de la mujer. Piensa que durante mucho tiempo hubo poco análisis teórico sobre la belleza femenina: "Las mujeres tienen una relación un poco ambigua y ambivalente respecto de la belleza. Por un lado, las moviliza mucho -porque forma parte de su identidad, y es un modo muy importante de valorizarse-, pero al mismo tiempo tienen una relación de irritación frente a ella, sobre todo cuando son los hombres los que hablan. Ven en eso una trampa, una manera de transformarlas en un objeto, que destruye su subjetividad, su individualidad".
Si bien la mujer ahora toma sus decisiones y no se somete a los espacios que la sociedad le había definido desde la prehistoria, o sea, adquirió autonomía, no se ha desprendido del todo de la diferenciación de los roles masculinos y femenino y, es más, ese esquema se está recomponiendo.
“Es falso que los roles son intercambiables”. No ha desaparecido la
disimetría de los roles”, sentenció. Y da una serie de explicaciones para ello, pero la principal es que “esas normas o valores o roles no son incompatibles con la autonomía de la mujer”.
Si bien la tradición ha definido esos roles, el hipermodernismo –según Lipovetsky- no implica la destrucción de ellos, si no la construcción a partir del individualismo. “La tercera mujer reúne la persistencia de la tradición, pero también lleva el principio de la autonomía”, explicó.
El pensador aseguró que la mujer puede dejar de lado –y de hecho lo está haciendo- varias tareas domésticas y algunas están siendo asumidas por los hombres, pero que otras vinculadas desde siempre al rol de la mujer como el cuidado de los hijos, los mantendrá porque tienen que ver con su identidad, con la maternidad, con el sentido de ser mujer. “Los códigos que permiten la construcción de la mujer se perpetúan porque no son obstáculo” para su desarrollo, señaló.
¿Culpa de madre? Lipovetsky reconoció que las mujeres que trabajan fuera de su casa sienten culpa por no poder ser madres más presentes y por no poder compatibilizar mejor sus roles. Pero no sólo sienten culpa; a su juicio, las mujeres añoran poder cuidar y estar más con hijos, echan de menos no poder disfrutarlo.
Y la explicación está en que cuidar a los hijos ya no es una carga porque tener hijos hoy es una elección, entonces, hay culpabilidad, pero también frustración.
Si un observa el mundo del trabajo, aunque la mujer ya no está recluida en la casa y no saca un título profesional para después no ejercerlo al casarse, lo cierto es que cuando los hijos se enferman, la madre es la que los cuida; es más preocupante que el hombre esté cesante, no la mujer; la mujer que se dedica más a su trabajo y menos a la casa es considerada mala madre, en cambio el padre ausente es comprendido.
Es decir, la mujer ha avanzado, pero sigue concentrándose en cierto tipo de carreras que hacen su vida más compatible con la familia; ganan menos que los hombres y si bien los hombres ayudan, la responsabilidad de la casa recae en ellas.
Si se ve lo que pasa en el mundo de la seducción y el amor, a pesar de la revolución sexual, según Lipovetsky, la mujer sigue priorizando la relación amorosa por sobre la física que busca sólo placer. También, aunque toma la iniciativa más que antes, lo hace en un porcentaje menor porque no se ha producido una reversión de los roles en el campo sexual. Ella es discreta y selectiva, él abierto y por lo tanto, se acerca a las desconocidas.
Las mujeres antes estaban en jaulas; su vida estaba organizada de antemano, y hoy no. Pueden rehacer su vida, cambiarla, y esto es muy positivo, pero es cierto que hay otra parte de la realidad en la vida de la pareja que es más conflictiva, porque antiguamente ambos ejercían roles bien determinados, y hoy, con la revolución individualista, estamos llevados a tener controversias. Hoy no existe ni un solo tema que no plantee problemas: quién se ocupará de los hijos, quién los cuidará. Pero el terreno está preparado, porque se ha pasado a una pareja en que la negociación es permanente, ya que se basa en el principio de pareja igualitaria.
En el mundo de la belleza la desigualdad en los roles también se mantienen y es difícil que desaparezcan. La realidad habla de que los concursos de bellezas son femeninos, la cosmética se concentra en las mujeres y sólo 10% de la industria está destinada a los hombres y si bien ellos han explorado en esta área, están lejos de igualar a la mujer. Los cambios aquí han sido lentos y si bien, puede que una mujer no se maquille, si un hombre lo hiciera sería visto como travesti.Lipovetsky recoge el discurso de las feministas que hablan de la tiranía de la belleza, pero aclaró que hoy la tiranía es menor que hace algunos años y que de hecho, son las mujeres profesionales las que más consumen esto porque entre otras cosas, la presión y los ideales estéticos las han hecho mirarse y considerarse.
Y en el mundo del poder político y el poder económico, el filósofo sostuvo que éstos siguen concentrados en los hombres. Si bien a futuro, van a haber más mujeres en el poder político, se está lejos de llegar a una igualdad porque no sólo las mujeres tienen trabas familiares, si no que tienen menos ambición y ven el poder como un medio, no un fin. Las mujeres no buscan el poder por el poder y la explicación está en que su sociabilización prioriza lo privado y no lo público; la mujer identifica su existencia con la calidad de los lazos privados.

Lipovetsky aseguró que la transformación hipermoderna que se está dando es positiva porque no sólo por la conquista de su libertad que ha alcanzado la mujer, si no porque ha logrado afirmar su femineidad sin ser dominada por lo masculino.
Pero no todo es fantástico según Lipovetsky: la autonomía tiene su precio y es que las mujeres están alcanzado mayores niveles de angustia, similares a la de los hombres, por querer compatibilizar sus roles. Entre más libertad, mayor es el problema para administrar el tiempo, sostuvo.

Conclusión

Aunque existen muchas mujeres que estudian carreras que normalmente son catalogadas como para hombres o son más liberales en su vida sexual, pero si lo vemos en porcentajes son pocos
Estas posturas conllevan (según yo) un mayor exigencia porque debes demostrar que puedes hacerlo bien (muy bien) en comparación con los hombres (hablando laboralmente ya que siempre se esta en la mira de todos) y además si se te ocurre tener familia igual debes demostrar que eres BUENA MADRE, BUENA ESPOSA etc.

Aunque en realidad siempre hay que demostrarlo estudies lo que estudies, trabajes en lo que trabajes, pero si se tiene plena confianza en una misma y apoyo del entorno (familia, amigos, pareja, hijos) entonces se puede.
El error de la mujer es creer aún que su vida, desde que nació, está destinada a vivir en función de un hombre, de darle hijos, de atenderlo y de ser "su" mujer.  Por supuesto que es importante, crear una familia y demostrarle su cariño, pero que no sea sólo eso exclusivamente, ni menos lo relacionemos a sometimiento o condena. Es muy importante que evolucionemos como seres independientes, nos eduquemos, nos conozcamos, tengamos la capacidad de tener una opinión que sea digna de respeto, mantenernos firmes.




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