domingo, 1 de junio de 2014

Ensayo

Discriminación al comercio indígena en la zona metropolitana de Guadalajara.

A lo largo de la historia de las grandes ciudades, se sabe que siempre ha existido una diferencia de etnias, tanto cultural como geográficamente hablando. La Zona Metropolitana de Guadalajara, al ser considerada la segunda ciudad más grande del país, detrás solamente de la capital, es un territorio con amplia diversidad social. Es decir, étnicamente, la población de Guadalajara cuenta con una gran variedad de etnias o razas. Obviamente, esta diversidad alcanza todos los puntos que conforman una sociedad: comercio, educación, gobierno, servicios, etc. Sin embargo, se ha detectado que un problema social radica en una pequeña —gran— parte de la población: Los indígenas.

Es conocido por la mayoría de los habitantes de la ciudad que esta etnia acostumbra llevar un modo de vida sustentado gracias al comercio de sus artesanías fabricadas enteramente a mano. A pesar de que los productos que elaboran son de alta calidad y bien recibidos estéticamente, no resultan tan bien recibidos por el medio consumidor. Los compradores de hoy en día prefieren obtener artesanías, ropa u otros productos en establecimientos de reconocimiento un tanto más internacional o simplemente en sitios que cuenten con mayor y mejores estrategias de mercadotecnia.

Por otra parte, el mayor porcentaje de los consumidores de productos indígenas resultan ser los extranjeros. Turistas que llegan a la ciudad buscando explorar la cultura mexicana, quedan cautivados por la belleza de las artesanías o los trabajos que estas etnias elaboran. Dando como resultado que dichos productos terminen en manos extranjeras, donde son bien recibidos y no en las de sus propios compatriotas.

Asimismo, una consecuencia más de la discriminación hacia este comercio, es que, los pocos habitantes de Guadalajara que se atreven a adquirir estos productos, lo hacen buscando precios más “accesibles”. Resulta denigrante para las comunidades indígenas que un trabajo realizado con sus propias manos en los cuales pueden llevarse hasta tres días de trabajo, sea comprado por menos de la mitad de su valor original. Lamentablemente, la falta de consumidores, les obliga a acceder a estos precios, ocasionando en las mentes de quienes lo adquirieron que probablemente ni siquiera resulta de tan buena calidad. Por lo tanto, el problema se torna cada vez más y más grande, convirtiéndose en una cadena de situaciones que provocan que estas comunidades y su comercio termine siendo relegada hasta el punto en el que no puedan utilizarlo como medio de vida.

Además, la falta de atención o apoyo por parte de las autoridades para/con las comunidades indígenas, les ha obligado a formar parte del comercio informal o ambulante. Muchos no cuentan con un sitio establecido para ofrecer sus productos, así que terminan haciéndolo en las calles de la ciudad, plazas públicas, mercados y otros sitios en los cuales simplemente no reciben la atención suficiente como para que pueda considerarse un negocio. Esto, a su vez, ocasiona que la otra parte de la población, les considere indigentes y por el simple hecho de ofrecer sus artesanías en las calles, se crea que están pidiendo una limosna, cuando realmente estas personas están trabajando, comerciando los productos que fabrican con sus propias manos.

Por si fuera poco, el hecho de que la misma comunidad no reciba con los brazos abiertos al comercio indígena, las mismas autoridades provocan un rechazo hacia éste. En los últimos años, se han establecido leyes que regulan el comercio informal o ambulante, ocasionando que los pocos vendedores que llevaban un ritmo relativamente productivo, fuesen desalojados de la noche a la mañana, dejándolos sin las posibilidades de mantener su medio de vida. Este abuso de autoridad y racismo en su más puro estado, es un grano de arena más que se suma a las múltiples causas por las cuales este comercio no tiene las vías necesarias para considerarse un negocio propiamente.

Discriminados por la sociedad con la que comparten una ciudad, tachados de delincuentes por las autoridades que deberían estar ahí para apoyarlos o protegerlos y valorados únicamente por consumidores ajenos al país, las comunidades indígenas han sido separadas del mercado en sus propias tierras. No es suficiente de que, inclusive en la actualidad, aún no cuenten con todos los derechos que la constitución les otorga, ni con los servicios que por el simple hecho de estar vivos merecen.

Existen distintos programas de apoyo y consciencia para estas comunidades, lamentablemente, no es suficiente para que el resto de la sociedad brinde su atención a estas personas. Ciertamente, los consumidores de hoy en día, prefieren comprar una prenda en una tienda departamental de prestigio internacional que con un vendedor purépecha establecido en una plaza pública, a pesar de pertenecer a la misma patria y que se trate de un producto enteramente hecho a mano. Probablemente la mercadotecnia ha cegado a los compradores, alejándolos de la opción de adquirir un trabajo cien por ciento mexicano y los empuja a consumir en empresas internacionales.

Las causas pueden ser diversas, pero las consecuencias nos llevan hasta un mismo destino: La discriminación comercial y de razas.

Con el estado actual de este sector del mercado, se augura que en algún futuro se pierda esta cultura. Si no hay más personas que consuman estos productos, los fabricantes optarán por tomar otros rumbos para mantener sus vidas en marcha y dejarán de elaborarlos. Si se sigue como va, algún día estas artesanías dejarán de existir y quedará en el olvido esta parte de la cultura mexicana.

Dejando de lado un poco a las artes plásticas, otro grupo de indígenas se dedican a prestar servicios como músicos o artistas callejeros. Sin embargo, estos no corren con mejor suerte, pues su trabajo también es ampliamente desprestigiado, por el simple hecho de que no forman parte de las artes más populares entre la sociedad consumidora.

En comparación, el sector indígena de la sociedad, cuenta con una amplia gama de servicios o productos a disposición de los habitantes de la ciudad. Por un costo mucho más reducido que lo acostumbrado a consumir, se pueden adquirir artesanías, platillos, disfrutar de bailes, obras de teatro, literatura, ropa y un sinnúmero de parafernalia elaborada por manos cien por ciento mexicanas. Desafortunadamente, no todos conocen esta variedad de productos y servicios que están a su alcance y quienes están conscientes de ellos, no los aprecian o simplemente les parece ilógico pagar los precios establecidos por ellos.

Además, no obstante, para las personas indígenas, vivir en pobreza y con discriminación es la constante al estar en la ciudad. Las personas sufren de humillaciones, persecución, abandono y esto, como se había mencionado antes, los ha llevado a que poco a poco se tenga una pérdida de la identidad cultural.

La manera en la que han tenido que vivir y trabajar resulta indignante. Según testimonios de algunas personas indígenas, indican que tienen que laborar bajo la ley, ya que el gobierno no ha logrado dar un paso para la igualdad. Para lograr vender su mercancía deben de trabajar en equipo, ya que de lo contrario, las autoridades como inspectores y policías no permiten que comercien ambulantemente. Por sobre todo esto, es todavía más denigrante la manera en la que se ven obligados a vivir, la mayoría de las personas viven en hogares hechos de tablas y láminas, en tiempos de lluvias prácticamente no es barrera para que su hogar no quede mojado.

La misma sociedad y gobierno se han encargado de hacerlos menos y denigrarlos al llamarles “indios”, aun sabiendo que son indígenas y se debería  de tener orgullo,  ya que ellos han mantenido hasta la fecha nuestras raíces y las costumbres verdaderamente mexicanas.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía en 2010, la zona metropolitana de Guadalajara tenía una población indígena cerca de 52 mil personas, esto es más de la mitad de toda la población indígena registrada a nivel estatal. Estas cifras, a su vez, han sido comparadas con las de años anteriores y aumentan significativamente, dándonos una idea de que la mayoría de los indígenas son migrantes, pueblos de otros estados que buscan una oportunidad para llevar un mejor estilo de vida llegando a la ciudad, cuando verídicamente, su trabajo no es lo suficientemente valorado por los habitantes de ésta.

En la mayor parte de América Latina prevalece el racismo hacia los propios orígenes, es decir, hacia los indígenas, pero en México es de lo peor; ya que lo indígena se le asocia con lo “naco”, es como si nos avergonzáramos de lo que somos, es absurdo despreciar nuestra raíz indígena. (Jiménez, P. 2011).
Se nos olvida que somos una nación pluricultural, sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La Constitución (art. 2) reconoce los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, entre ellos, su derecho a no ser discriminados y a "preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad".
Decimos estar orgullosos de nuestras raíces, del lugar donde nacimos, de nuestra riqueza cultural, pero que tan congruente somos realmente. Acaso no vemos con indiferencia a personas con rasgos indígenas.
Criticamos su vestimenta, su dialecto, sus costumbres, acaso tienen menos valor que los citadinos. Ellos viven en comunidades donde hacen  falta los servicios más básicos, tienen muchas necesidades, viven carentes de comodidad. Debido a esta situación es que se van a otras localidades a vivir en busca de oportunidades.

Se debe ser consciente de la marginación que viven estas personas y darnos la oportunidad de compartir conocimientos y habilidades ya que se pueden perder estas tradiciones o costumbres al malbaratar sus productos, ellos prefieren vender bebidas, frituras o productos chinos que “están de moda” y así ellos guardar sus tradiciones para sí mismos.
De igual forma, se debe de abrir nuestra mente a lo nacional, valorar todo lo que es mexicano, artesanías, arquitectura, gastronomía etc, sobre todo valorar y respetar a nuestra gente que da lo mejor cada día para progresar en esta vida tan difícil.

Christian Michael García López.






Bibliografía

-         Mural, comunidad. “Padecen migración”. Viernes 2 de mayo del 2014.

-         Reporte Índigo. “Poco que celebrar”. Martes 30 de abril del 2014.


-         “Derechos de los pueblos indígenas y discriminación étnica o racial”. Número 11 de la colección “cuadernos de la igualdad”.  Yuri Escalante Betancourt.

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