Gabriela Karina Zúñiga López
Grupo 1B
Introducción
Aunque Un
mundo feliz (1932), de Aldous Huxley tiene un reconocido lugar en la
estantería de las novelas distópicas, bien podría reconsiderarse su género como
sátira utópica. Si una utopía es un buen
lugar, un mundo maravilloso, paradisíaco, entonces una distopía es un mundo
malo, corrupto, caótico. En la superficie el mundo de Un mundo feliz posee las características de la utopía, pero el
resto, cual témpano de hielo, se encuentra sumergido en la ruina. ¿O será al
revés? Eso depende de si lo que uno busca es la felicidad o la verdad.
Aldous
Huxley (Godalming, Inglaterra, 1894), el autor de Un mundo feliz fue testigo de trascendentes cambios sociales. Antes
de la publicación de la novela, en 1932, presenció la devastación de la 1°
Guerra Mundial, y el surgimiento del Fascismo. Asimismo, nuevos avances
científicos relacionados con la biología y la psicología no pasaron
desapercibidos para Huxley. Thomas Henry Huxley y Julian Huxley, el abuelo y el
hermano de Aldous, fueron destacados biólogos que habrían inspirado al escritor
a incluir en la novela técnicas reproductivas humanas al más puro estilo de la
eugenesia, parte fundamental de esta historia de ciencia ficción («Aldous
Huxley – Modernism Lab», s. f.).
En el año 2432 de nuestra era
(632 después de Ford) los seres humanos ya no tienen madre ni padre, son
engendrados en frascos, como en la fecundación in vitro. Permanecen en un
frasco hasta el momento de su “nacimiento” o decantación, como ellos le llaman.
A lo largo de la gestación se les administra un tratamiento médico de acuerdo
con la casta o clase social a la que serán asignados. Así, las clases altas
-Alfa y Beta- reciben una dosis completa de oxígeno, ya que ellos están
destinados a ser los más inteligentes. En cambio, las clases bajas -Gamma,
Delta y Épsilon- reciben menos oxígeno e, incluso, se les suministra alcohol y
rayos X. Además, mientras que para las clases altas se producen individuos
únicos, para las clases bajas se producen clones en masa.
Mediante
un método de castigos y recompensas, desde los primeros meses de vida se les
enseña a los ciudadanos de Un mundo feliz
las normas, creencias y preferencias propias de su clase. Este condicionamiento
continúa a lo largo de la infancia y adolescencia, con mensajes subliminales
susurrados una y otra vez durante la noche mientras duermen.
La
frecuencia de las enfermedades en general ha disminuido considerablemente en Un mundo feliz. Nadie tiene sobrepeso u
obesidad, y todos mueren antes de que la vejez se les comience a notar. Debido
a la forma en que son gestados nadie tiene familia. El amor romántico también
ha desaparecido, junto con la intensidad de las emociones. Nada de todo esto es
necesario para la estabilidad de la sociedad. Gracias a la ciencia y la
tecnología se ha logrado progresar hasta el punto óptimo para el sistema. La
producción y el consumo han alcanzado también niveles balanceados. No ocurren
grandes conflictos como las guerras, y los pequeños conflictos y pesares se
arreglan con soma, una droga psicodélica sin efectos secundarios.
El objetivo principal de este
ensayo es probar que la finalidad última de la sociedad altamente organizada,
eficiente y estable de Un mundo feliz
no es la felicidad de los ciudadanos. La felicidad, pues, no es el objetivo
principal o último, sino, más bien se presenta como un factor imprescindible en
el mantenimiento de la estructura de la sociedad de Un mundo feliz. Por medio de la racionalización y la burocracia, la
felicidad es un factor determinante en la perpetuación del estatus quo y el
sistema de producción y consumo.
Desarrollo
Los conceptos teóricos en los que me baso para
el análisis de este ensayo surgen de la vasta y compleja teoría sociológica de
Max Weber. Con el auge de la Revolución Industrial y el Capitalismo Weber
observó que distintos rubros de la sociedad moderna occidental, como la
economía, la política y hasta la religión, mostraban una tendencia hacia la
racionalización (Giddens, 2009, p. 20).
Debido a que no es una tarea
fácil encontrar una definición precisa de racionalización en la obra de Weber,
quien incluso manejaba distintas definiciones en diferentes situaciones
(Ritzer, 2011, p. 136), utilizaré aquí una definición de racionalización
sintetizada de manera clara y sencilla como la
aplicación del principio de eficiencia y el conocimiento científico y
tecnológico en el ámbito social y económico de la sociedad industrial, mediante
la burocracia (Giddens, 2009, p. 20).
Para Weber, las sociedades
industriales se caracterizan por su organización burocrática, la cual tiene
como finalidad principal un gobierno y administración basado en reglas legales
y en el cumplimiento de objetivos. Además, Weber consideraba que las personas
de estas sociedades comenzaban a modular su comportamiento de acuerdo con los
mecanismos burocráticos, alejándose cada vez más de motivaciones relacionadas
con la religión, superstición, costumbres, tradiciones y creencias. Junto con
estas motivaciones, las emociones también quedaban relegadas para darle cabida
al cálculo frío y racional (Giddens, 2009, p. 20).
La burocracia como tipo ideal
tiene para Weber (1964, pp. 176, 179) ciertas características básicas:
organización jerárquica, división del trabajo altamente especializada, reglas y
procedimientos escritos, cualificación profesional obligatoria, impersonalidad,
alta disciplina y supervisión administrativa. Estas propiedades ayudan a
componer una organización eficiente en cualquier institución.
En cuanto a Un mundo feliz, la estructura
burocrática se encuentra altamente jerarquizada. Con excepción de algunas
regiones, el mundo está regido por el Estado Mundial. Si bien no se menciona en
la novela quiénes ocupan los puestos más altos de la jerarquía, el narrador
refiere la existencia de diez interventores mundiales, de los cuales el
Interventor Residente de la Europa Occidental, Mustafá Mond, es, de los
personajes principales, el que ostenta el rango jerárquico más elevado. En el
pasado, al parecer, el cargo de líder principal lo tenía Ford, uno de los
reformadores de la sociedad de Un mundo
feliz.
Otra característica básica de
la burocracia que constituye un aspecto fundamental de la sociedad de Un mundo feliz es la división del
trabajo altamente especializada. En principio, al dividirse la sociedad en
cinco clases o castas (cada una subdividida en dos), la asignación de trabajos
pasa en primer lugar por el filtro de la casta, por lo que un Alfa no puede
hacer el trabajo de un Gamma, ni un Gamma puede hacer el de aquel. Luego, cada
departamento de, por ejemplo, el Centro de Incubación y Condicionamiento se
encuentra dividido en secciones claramente diferenciadas, como la Sala de
Fecundación, la Sala de Envasado, el Almacén de Órganos y la Sala de
Predestinación Social (Huxley, 1999, pp. 23, 30).
Una de las desventajas de la
división del trabajo altamente especializado es la incapacidad entrenada
(Schaefer, 2012, p. 125) de los trabajadores, quienes llegan a realizar de
manera eficiente la parte del trabajo que les toca, pero que ignoran las demás partes
del proceso. Como le ocurre a Linda, la madre de John -el “salvaje” que
proviene de una reserva de Nuevo México-. John le pregunta sobre los detalles
de su trabajo en Un mundo feliz, cómo se hacen los productos químicos y de
dónde salen. Linda responde:
-No lo sé. Se sacan de
frascos. Y cuando los frascos quedan vacíos, se envía a buscar más al Almacén
Químico. Supongo que la gente del Almacén Químico los fabrica o quizá van a
buscarlos a la fábrica, no lo sé. Yo no trabajaba en eso, me ocupaba en los
embriones (Huxley, 1999, pp. 154, 155).
Además de la disciplina y la supervisión
administrativa, y la impersonalidad que los ciudadanos de Un mundo feliz aplican en sus trabajos -y, de ser posible, en sus
vidas-, la cualificación profesional, acorde a cada puesto de trabajo, queda
asegurada por la predestinación social, puesto que cada casta posee
lineamientos específicos relacionados con el tipo de trabajo, comportamiento,
actitudes y creencias que en el futuro cada individuo adulto deberá ejercer. De
modo que la cualificación profesional es aprendida desde muy temprana edad, por
medio del condicionamiento neopavloviano y la hipnopedia, un método subliminal.
En cuanto a las reglas y procedimientos escritos, de nuevo la madre de John,
Linda, nos ofrece un ejemplo con su manual: “El Condicionamiento químico y
bacteriológico del embrión. Instrucciones prácticas para los trabajadores beta
del Almacén de Embriones” (Huxley, 1999, pp. 153, 154).
En Un mundo feliz el funcionamiento y la estructura de la sociedad
dependen en gran medida de la racionalización y la burocracia. La reproducción
humana, la salud, la educación, el trabajo, las relaciones sociales, la
economía y hasta la muerte son controlados y administrados eficientemente en la
sociedad de Un mundo feliz. El ciclo
completo de la vida humana está intervenido por la ciencia y la tecnología.
La reproducción vivípara de
los seres humanos es vista como algo obsceno; dejó de practicarse hace muchos
años. Huxley, anticipándose a la fecundación in vitro, describe con detalle el
nuevo método de reproducción humana. En el Centro de Incubación y
Condicionamiento de la Central de Londres son gestados en masa miles de
hombres, mujeres y hermafroditas. Con el método Bokanovsky un óvulo puede
subdividirse hasta noventa y seis veces, y junto con la técnica de Podsnap -que
acelera la maduración de los óvulos- se pueden producir alrededor de once mil
individuos que en la actualidad nos recuerdan a los clones (Huxley, 1999, pp. 28-32).
Solamente a los Gamma, Delta y
Épsilon se les aplica el método de Bokanowsky. Además, a estos se les aplica
rayos X y una dosis masiva de alcohol, con el objetivo de ralentizar su
desarrollo físico e intelectual. Por su parte, los Alfa y los Beta eran
predestinados a convertirse en individuos únicos y diferenciados, por consiguiente,
recibían cantidades óptimas de oxígeno y nutrientes. “El método Bokanovsky es
uno de los mayores instrumentos de la estabilidad social” (Huxley, 1999, p. 28),
dice el Director de Incubación y Condicionamiento. Así pues, mediante este
sistema, cada aspecto y etapa de la reproducción humana es controlado de manera
racionalizada, gracias al avance científico y tecnológico.
Desde que son embriones, los
ciudadanos de Un mundo feliz son
sometidos a un proceso de condicionamiento que continúa hasta la adolescencia.
A algunos se les condiciona a tolerar el calor o productos químicos como el
cloro, el plomo, el asfalto, la sosa caustica, entre otros. El Director de
Incubación y Condicionamiento le comenta a un grupo de estudiantes que recorren
el Centro: “(…) éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno
tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su
inevitable destino social” (Huxley, 1999, p. 37).
En la época (1932) en que
Huxley escribió Un mundo feliz, las
teorías sobre el condicionamiento como forma de aprendizaje comenzaban a
prosperar. El método del condicionamiento neopavloviano les enseña a los
ciudadanos de Un mundo feliz a odiar los libros -que no sean manuales de
trabajo-, a aborrecer los paseos en el campo, a tener prejuicios hacia los
individuos de las otras castas, o que les enseña a ser consumistas. De manera
más sutil, el método de la hipnopedia transmite mensajes subliminales. Un
altavoz instalado en la cabecera de las camas de los niños Beta repite en un
susurro incesante:
Los niños Alfas visten
de color gris. Trabajan mucho más duramente que nosotros porque son
terriblemente inteligentes. De verdad me alegro muchísimo de ser Beta porque no
trabajo tanto. Y, además, nosotros somos mucho mejores que los Gamma y los
Deltas. Los Gammas son tontos (…) (Huxley, 1999, p. 50).
El condicionamiento continúa su proceso
racionalizador, implacable e ineludible, repitiéndose una y otra vez por las
noches mediante la hipnopedia,
Hasta que al fin la
mente del niño se transforma en esas sugestiones, y la suma de estas
sugestiones es la mente del niño. Y no sólo la mente del niño sino también la
del adulto a lo largo de toda su vida. La mente que juzga, que desea, que
decide… formada por estas sugestiones. ¡Y estas sugestiones son nuestras
sugestiones! (…) ¡Sugestiones del estado!” (Huxley, 1999, p. 51),
recita triunfal el Director de Incubación y
Condicionamiento.
Desde la etapa embrionaria los
ciudadanos de Un mundo feliz son
predestinados a pertenecer a una de las cinco castas o clases sociales: Alfa,
Beta, Gamma, Delta o Épsilon. Esta estratificación comprendería una evidencia
más de la presencia de la racionalización en Un mundo feliz. El método de reproducción humana y el sistema de condicionamiento
neopavloviano tienen como objetivo controlar y delimitar el comportamiento de
la sociedad feliz. En ese contexto los factores biológicos determinan los
sociales. El método de condicionamiento es tan efectivo que muy pocos
ciudadanos pueden cuestionarse el orden social. Bernard Marx es uno de ellos,
el psicólogo Alfa más que se debate entre la inercia del placer y el consumo
condicionados y la perspectiva de la dolorosa verdad.
El Estado Mundial de Un mundo feliz busca la estabilidad
social, la cual consigue gracias al sistema de castas. El método de
reproducción humana y el condicionamiento neopavloviano causan que las
posibilidades de movilidad social resulten prácticamente nulas. Como asegura
Mustafá Mond, el Interventor residente de la Europa Occidental: “(…) todos
están condicionados de modo que no pueden hacer otra cosa más que lo que deben
hacer” (Huxley, 1999, p. 264). Los ciudadanos de Un mundo feliz no anhelan
escalar a una clase social más alta, ni sueñan con ser exitosos, ricos, amados
y hermosos; esas ideas no se las han implantado subliminalmente. Quizás eso
ocurra en otras sociedades.
En la misma línea, la
racionalización se presenta en otro aspecto del ciclo de la vida humana. Esto
es, los conocimientos científicos y tecnológicos son aprovechados por la
sociedad de Un mundo feliz para
llevar una vida saludable y estética hasta el momento de la muerte. Esta es
vista como algo natural, ya que a los niños se les condiciona a no temerle, a
no darle importancia. Es difícil descifrar la edad de una persona porque todos
se conservan joviales, incluso cuando mueren. La estabilidad social requiere
una masa de trabajadores sanos y útiles, que nunca, o casi nunca, se enfermen
ni se jubilen.
Las mujeres Alfa y Beta poseen
saludables y “neumáticos” cuerpos, con excepción de Linda, la madre de John.
Linda era una Beta que trabajaba en el Almacén de Embriones, se había perdido
en un viaje que hizo junto con el Director de Incubación y Condicionamiento a
una Reserva de salvajes, en Malpaís, Nuevo México, una zona “incivilizada”.
Linda estaba embarazada cuando ocurrió. El Director de Incubación y
Condicionamiento regresó solo a Londres. Dieciséis años después Linda y su hijo
John fueron descubiertos por Bernard Marx y Lenina Crowne, quienes los llevan
de regreso a la civilización. Pero Linda ya no es la misma, su cuerpo no es
delgado ni “neumático”, tiene maltratado el rostro y los dientes amarillos. La
sociedad feliz ya no quiere aceptarla de nuevo y la rechaza por representar un
peligro para la estabilidad social (Huxley, 1999, pp. 173-175). La
racionalización del cuerpo es tan efectiva que produce uniformidad entre los
individuos y, al mismo tiempo, rechazo ante los que son diferentes.
La racionalización es aplicada
en Un mundo feliz para controlar las
emociones y las relaciones interpersonales. El concepto de amor romántico ha
desaparecido del panorama. Como consecuencia del método de reproducción humana
in vitro nadie tiene familia, ni relaciones amorosas que los distraigan de
mantener en orden el sistema de producción y consumo. Las relaciones sexuales
se practican libremente y sin compromiso alguno, incluso se enseña a los niños
a emularlas, como parte de su condicionamiento.
Asimismo, para aliviar
cualquier altibajo emocional que pudiera presentarse, los sucedáneos del
cristianismo y el alcohol -el culto a Ford y el soma- son la mejor opción,
libre de efectos secundarios, como explica el Director de Incubación y
Condicionamiento (Huxley, 1999, p. 80). Los rituales cristianos se secularizan
y se racionalizan al regularizarse y uniformarse en el Fordismo, puesto que
toda la sociedad que se halla bajo el dominio del Estado Mundial tiene que
practicar los mismos rituales, el mismo sucedáneo de religión. La uniformidad
produce estabilidad, el condicionamiento social la refuerza.
En el clímax de la historia,
pregunta John, el salvaje: “¿Cómo puede gustaros ser esclavos? (…) ¿Cómo puede
gustaros ser niños? (…) ¿No deseáis ser libres y ser hombres? ¿Acaso no
entendéis siquiera lo que son la humanidad y la libertad?” (Huxley, 1999, p. 237).
A lo que más adelante el Director de Incubación y Condicionamiento responde: “Actualmente
el mundo es estable. La gente es feliz; tiene lo que desea y nunca desea lo que
no puede obtener (…) Nuestros hombres están condicionados de modo que apenas
puedan obrar de otro modo que como deben obrar” (Huxley, 1999, p. 246). Solo
hombres como Bernard Marx y su amigo Helmholtz Watson son lo suficientemente
conscientes de su individualidad como para vislumbrar que las cosas quizás
podrían ser de otro modo.
El Director de Incubación y
Condicionamiento, “la ciencia personificada” (Huxley, 1999, p. 24), le explica
a John que la estabilidad social no necesita de la verdad, la belleza y el
arte. Por otro lado, Mustafá Mond, el Interventor, le advierte que la ciencia
es peligrosa, solo es necesaria hasta cierto límite (Huxley, 1999, pp. 247-53).
Agrega Mond:
El propio Ford hizo
mucho por sustituir el énfasis puesto en la verdad y la belleza a la comodidad
y la felicidad. La producción en masa exigía este cambio fundamental de ideas.
La felicidad universal mantiene en marcha constante las ruedas, los engranajes;
y no la verdad y la belleza” (Huxley, 1999, p. 254).
Conclusión
Así pues, como afirma Mond, la felicidad es el
elemento que mantiene andando a la sociedad de Un mundo feliz, al estatus
quo. Sin todo lo que hay debajo de esa felicidad que, a John, el salvaje,
le parece falsa y superficial, sería difícil sostener la estructura y el
funcionamiento de ese “maravilloso mundo nuevo” (Huxley, 1999, p. 234). El
condicionamiento, la pertenencia a una casta social inamovible, la estabilidad
social, económica, emocional y física, en suma, la burocracia y la
racionalización de todos los aspectos de la vida provocan en los habitantes del
mundo feliz un estado de bienestar y felicidad. Mustafá Mond le confiesa a
John, el salvaje, que tiene razón, que el precio a pagar es la libertad
(Huxley, 1999, p. 246). Ser feliz y esclavo, o ser libre pero desdichado. El
Estado Mundial no tiene como objetivo último la felicidad de los ciudadanos,
entendida esta como la satisfacción que puede derivarse de la satisfacción de
las necesidades económicas, sociales, culturales, educativas, sino que una de
sus finalidades consiste en utilizar la felicidad, racionalizar la felicidad,
para mantener el mecanismo de la máquina andando.
En conclusión, una obra tan
rica y compleja como Un mundo feliz
no puede ser abarcada en la brevedad de un ensayo como este. Temas tan
importantes como la división de castas sociales, la comparación del mundo feliz
con nuestro mundo actual, la referencia a figuras históricas del comunismo,
como Karl Marx, Vladimir Lenin, León Trotsky, Federico Engels, Ford (fordismo,
taylorismo) entre otros, merecen también una revisión. Aquí, pues, se intentó
analizar la estructura de la sociedad de Un
mundo feliz a través de los conceptos de racionalización y burocracia, de
la teoría sociológica de Max Weber.
Referencias
Aldous Huxley – Modernism Lab. (s. f.). Recuperado 16 de abril de
2018, a partir de https://modernism.coursepress.yale.edu/aldous-huxley/
Huxley, A. (1999). Un mundo feliz.
México, D. F.: Grupo Editorial Multimedios.
Giddens, A. (2009). Sociology.
Cambridge, Reino Unido: Polity Press.
Schaefer, R. (2012). Sociología.
México, D. F.: McGraw-Hill.
Weber, M. (1964). Economía y
sociedad. México, D. F.: FCE.
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