martes, 6 de diciembre de 2011

Ensayo final

Para vivir aquí.
Proyecto de vida de las mujeres, un primer acercamiento a las dificultades para construir el futuro.
María Guadalupe García Leaños

“Allí encuentra el tufo hediondo del amontonamiento de la basura, las cañerías podridas, el aire de una fábrica cercana. Entonces se pregunta ¿A dónde ir? No puede regresar a su tierra, no lo soportaría; pero aquí, en la ciudad inmensa, deshecha, ¿qué le espera?”
Cristina Pacheco, en Para vivir aquí

Cristina Pacheco describe con profunda nitidez y construye con dolorosa claridad el escenario, material y emocional, en el que miles de mujeres del país viven atrapadas. Cuarto de Azotea y Para vivir aquí, son dos compilaciones de cuentos extraordinarios, en los que cuenta pequeñas historias de mujeres con ilusiones y sueños que se enfrentan a una dura realidad que las aleja de ellos.

En esos cuentos se percibe la esencia de lo que las mujeres viven hoy, más allá de los programas de gobierno por la equidad o las invenciones de revistas o telenovelas, que ofrecen una realidad inexistente e imposible. En estos casos, como el de Pacheco, es cuando le doy la razón a un buen amigo, quien dice que la literatura es el mejor vehículo para conocer la realidad.

Cuando las mujeres llegan a la vida adulta enfrentan una serie de dilemas y momentos decisivos que marcaran su vida, en muchos casos, hasta sus últimos días: ser o no ser madres, ejercer una profesión (cuando la tienen) o ser amas de casa, establecer un vínculo legal con la pareja o sólo vivir juntos hasta que dure. Evidentemente, estas decisiones no son excluyentes ni lineales, pues muchas veces se empatan, se complementan o chocan entre sí.

Sin embargo también, las decisiones que se tomen responden a diferentes factores, como las condiciones de vida, el desarrollo personal y educativo, el entorno y las influencias externas, que las conducen a caminos distintos a lo que ellas mismas imaginaron. Elementos todos que tienen que ver con la identidad, los dispositivos de control institucionales (especialmente la familia, la escuela y la iglesia) y la propia condición física, psíquica y emocional de las mujeres.

Hoy en día las posibilidades para que las mujeres planificaran y construyeran sus proyectos de vida se amplia, pues la configuración del espacio público, el desarrollo económico y las formas de concebir el papel de las mujeres en la vida pública, privada e íntima, se han transformado. De acuerdo con Anthony Giddens, “La planificación de la vida es un medio de preparar una línea de acción futura activada en función de la biografía del yo.”

Sin embargo, durante mucho tiempo, las mujeres tuvieron pocas posibilidades de imaginar una línea de acción futura alejada de un rol tradicional, pues fueron condenadas a ser las eternas habitantes del espacio doméstico, donde fueron obligadas a cumplir con las responsabilidades del hogar y del cuidado de los hijos; a pesar de que hoy se ven obligadas, pero también ellas mismas empujan, a ocupar otros espacios en la vida pública y juegan un papel diferente tanto en lo privado como en lo público, para muchas ese sigue siendo su único camino a seguir.

A pesar de los avances para que las mujeres construyan caminos diferentes al tradicional, todavía existen numerosas dificultades para que las mujeres puedan diseñar con absoluta libertad su proyecto de vida. Estas dificultades aumentan o disminuyen a partir de ciertos factores que son decisivos en la vida de ellas. Podríamos enumerar los que considero más importantes:

• Las condiciones económicas y socioculturales;
• El nivel educativo y la formación intelectual;
• La familia y la relación de pareja; y
• La identidad y la autopercepción.

Aunque hay que entender que ninguno de estos elementos opera de manera independiente respecto a los demás; más bien, se encuentran intrincados de tal manera que todos ellos son los que inducen las decisiones de las mujeres respecto a su futuro. Esto no significa que todas las mujeres construyan proyectos similares cuando tienen condiciones, nivel educativo, familia o identidad similares. Por el contrario.

En primer término, la clase a la que pertenecen, vinculada estrechamente con el círculo sociocultural en el que crecen, determinan de manera central las decisiones que tomen en la vida. En el caso de las mujeres que viven en zonas marginadas, donde las condiciones de vida son precarias, generalmente no tienen en su imaginario impulsar un proyecto de vida en el que sean profesionistas, empresarias o realicen una actividad que les permita ser autosuficientes.

En la mayoría de los casos, las mujeres de clase baja no tienen la posibilidad de abrir un horizonte con una variedad de posibilidades hacia el futuro; el propio entorno, marcado por la pobreza y la ignorancia, las orilla a reproducir las experiencias de sus madres, hermanas mayores y demás mujeres de su entorno, limitándose a conseguir un empleo como obreras, empleadas domésticas, etc., mientras encuentran la oportunidad para contraer matrimonio, con la esperanza de que este las lleve a una mejor vida.

Una idea en la que la mayoría de las mujeres se han formado, es la búsqueda del amor, la maternidad y el reconocimiento social –todo esto, como parte de la cultura, la identidad y las instituciones sociales-, por lo que muchas de ellas, más allá de la condición económica o el nivel educativo, mantiene en el imaginario un proyecto en el que estos elementos son parte fundamental de la línea de acción futura. Cuando hablo de esa búsqueda, no quiero decir que todas lo planifiquemos de la misma manera; aunque esto sí es fundamental para ellas, pues como señala Giddens, la planificación de la vida “no implica necesariamente prepararse estratégicamente para la vida futura como totalidad, el libro de Rainwater deja bien claro que llegar a prever momentos tan lejanos como el fin imaginado de la propia vida y cada una de sus fases intermedias es fundamental para la realización del yo.”

Este horizonte que la mayoría de las mujeres visualizan, muchas veces como el único proyecto posible, las va marcando prácticamente desde el mismo momento de nacer, pues desde entonces se ponen en acción una serie de dispositivos que comienzan a condicionar y perfilar este camino, construyendo un modelo en el imaginario de las mujeres, que se encuentra estrechamente ligado con el cultivo del cuerpo y el cumplimiento de ciertos patrones de comportamiento, mismos que reproducen y que determinan su futuro.

Sin embargo, esto no significa necesariamente, que todas las mujeres que cumplen con esos patrones de conducta o que se sujetan a los modelos existentes –especialmente lo relacionado con la belleza- lo hacen de manera automática y sin razonamiento de por medio, pues en esos caminos existe un cálculo y una apuesta por hacer realidad la promesa que esos modelos plantean.

Al respecto, Susan Bordo plantea que “Reconocer que las formas culturales normalizantes existen no lleva consigo, como algunos autores han sugerido, la visión de que las mujeres son “bobas culturales”, que se someten ciegamente a regímenes opresivos de belleza. Aunque muchas personas sí caen en la trampa, muchas veces hay un alto nivel de conciencia involucrado... La gente conoce las rutas al éxito en esta cultura y no son “bobos” al seguirlas. Con frecuencia, dados el racismo, el sexismo y el narcisismo de la cultura, su felicidad personal y su seguridad económica pueden depender de ello.”

Por lo tanto, aquello que podamos decir en torno a la construcción de los proyectos de vida de las mujeres, no deben ser afirmaciones fáciles o generalizaciones que encapsulen. Explorar la manera en cómo las mujeres planifican su vida, es una tarea que requiere rigor para no caer en la tentación de pensar que todas estamos condenadas al mismo futuro o que sólo de nuestra voluntad depende nuestra vida, a pesar de las evidencias que muestran una historia en la que las mujeres enfrentan situaciones difíciles y dolorosas que, seguro, no entraban en los proyectos que imaginaron.

Las reflexiones que desde la sociología y desde la teoría feminista se han hecho, sugiere un terreno difícil en el que se involucra el cuerpo, la realidad y las aspiraciones secretas y profundas de las mujeres, por lo que debe recorrerse con demasiado cuidado el camino para develar esta cuestión crucial para nuestro futuro.

Bibliografía
• Berger, Peter L. y Thomas Luckmann (1999). La construcción social de la realidad. Amorrortu editores. Buenos Aires.
• Bordo, Susan (2001). “El feminismo, la cultura occidental y el cuerpo”, en Revista de estudios de género. La ventana. Universidad de Guadalajara. Guadalajara.
• Giddens, Anthony (1995). Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea. Península. España.
• Pacheco, Cristina (1982). Para vivir aquí. Editorial Grijalbo. México, DF.

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