domingo, 11 de diciembre de 2011

El Muro.

El muro es una pequeña novela que forma parte de un libro compuesto por otros cuatro relatos llamado de igual forma (el muro) escrito por el filosofo dramaturgo Jean-Paul Sartre.

En este relato Sartre nos narra la manera en que un hombre puede ser trastornado al encarar a la muerte. La historia se ubica en España durante la guerra civil y comienza cuando Pablo Ibbieta es arrojado a en una gran sala blanca que formaba parte de lo que alguna vez fue un hospital. En la sala hay una mesa con personas que se encuentran interrogando a sospechosos de formar parte de la rebelión, y varios de estos sospechosos eran conocidos de Pablo. Dos de los más conocidos eran Tom Steinbock y Juan Mirbal que fueron interrogados justo antes que él. Lo único que preguntaban los interrogadores era el nombre y de vez en cuando alguna cosa relacionada con su sospecha, como en el caso de Pablo que le cuestionaron sobre el paradero de Ramón Gris (uno de los líderes de la rebelión) y que si él lo había escondido en su casa a lo que Pablo mintió y dijo que no.

Después de ser interrogados, Pablo, Tom y Juan son llevados a un cuarto del hospital en el cual tienen que esperar hasta que su sentencia sea dictada. Al cabo de un rato un hombre entro en la celda preguntando por los nombres de los encarcelados y eventualmente dicto sentencia de muerte y anuncio que serian fusilados a la mañana siguiente, a lo que Juan respondió de manera muy negativa ya que el no consideraba que hubiera hecho nada más que ser hermano de un activista. Entonces el hombre menciono que un médico belga tendría autorización de pasar la noche con los condenados. En este momento es cuando se hace el primer acercamiento con la idea de la muerte, pues se menciona como Juan pasó de tener un rostro delicado y fino a uno con las facciones totalmente trastornadas por el miedo y el sufrimiento.

Los presos pararon parte de la noche imaginando como seria morir fusilado. Cuando por primera vez aparece el médico belga causa cierto desagrado entre Pablo y los otros lo que hizo que no lo recibieran de muy buena manera pero pronto su presencia dejo de ser interesante pues tenían enfrente algo peor que el doctor, la mismísima muerte. Con el paso del tiempo la estancia en la celda se volvía cada vez más desagradable y los efectos del horror y el estrés provocados por el fusilamiento próximo comenzaban a manifestarse de manera física aún más marcada, principalmente con sensaciones incomodas en la cabeza. Al transcurrir las horas Pablo se percato que, a pesar de estar en pleno invierno y en una celda con una corriente directa de aire, estaba sudando a chorros en todo el cuerpo.

Uno de los aspectos que resaltan la idea de sufrimiento al estar a punto de morir es la comparación que hace Pablo entre el cielo que se alcanza a vislumbrar desde la rendija de su celda y el que percibía en un calabozo en el cual se había refugiado con anterioridad, el cual le traía recuerdos de momentos felices de su vida. Entre más tiempo pasaba el sufrimiento aumentaba y con él las apariencias de los condenados a morir evidenciaban la condición no-natural a la que se enfrentaban; se imaginaban los incontables escenarios posibles de su muerte hasta que Tom se orinó en sus propios pantalones sin siquiera haberse dado cuenta de ello. Todos los efectos que percibía el médico belga eran apuntados en una lista.

A la mañana siguiente hubo un momento en el que comenzaron a escucharse las detonaciones de los fusiles y desde ese instante no pararon; cada disparo estremecía a Pablo y compañía, a lo que unos momentos después entró a la celda un oficial de los falangistas buscando a Tom y a Juan y ordenándoles seguirlo, pero Juan se encontraba en un estado deplorable por lo que los guardias tuvieron que cargarlo por entre las axilas. El oficial le dijo a Pablo que esperara pues pronto vendrían por él. Cuando al fin fueron por Pablo lo condujeron a una sala de interrogatorios en la que se encontraban unos oficiales falangistas que resultaban por su apariencia intimidantes, pero a Pablo esto no le importaba pues a él sólo le intimidaba su muerte; un hombre gordo y bajo le pregunto a Pablo sobre el paradero de Ramón Gris, pero Pablo contesto negativamente por lo que le dieron tiempo para reflexionar el cual le sirvió para idear una coartada en la que inventaría el lugar de residencia de Ramón Gris y al ser interrogado de nueva cuenta respondió que Gris se encontraba en el cementerio, escondido en una cripta o en la casa del sepulturero. En ese preciso momento los oficiales ordenaron a unos hombres ir a buscar a Ramón y le dijeron a Pablo que si mentía sobre lo que dijo seria fusilado de inmediato, pero a Pablo esto no le importó pues el ya estaba preparado para morir. Al cabo de un rato regresaron los falangistas y dieron la orden de llevar a Pablo al patio grande con los otros capturados a lo que Pablo se sorprendió pues no lo fusilarían. Una vez afuera se encontró con un amigo, el panadero García que también era un rebelde, el cual le pregunto a Pablo si sabía lo que le había sucedido a Ramón Gris unos momentos antes pero obviamente Pablo no sabía nada, y García le conto que como Gris no tenia refugio pensó en esconderse en casa de Pablo, pero como habían capturado a este, tuvo que optar por el cementerio, en el que fue encontrado esta mañana por los falangistas y fue asesinado. Pablo no pudo hacer otra cosa más que reír a carcajadas.

http://www.slideshare.net/ENaL74/el-muro-10566831

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