Relatando la violencia
Un análisis de la nota roja
Introducción.
El periodismo tiene la
finalidad de captar los acontecimientos o sucesos del día a día que puedan
tener elementos que los hagan interesantes o atrayentes para un determinado
sector de la sociedad. Un panorama amplio de ese acontecer diario lo constituyen
los sucesos en que interviene la violencia, es decir, crímenes sangrientos,
accidentes, la pérdida de la vida, conflictos pasionales, detenciones,
investigaciones, procesos judiciales y legislaciones penales; además, de catástrofes
naturales, atentados a la salud, incluyendo suicidios y seguridad pública. En
resumen, es completo catálogo de las tragedias que pueden afligir a las
personas.
En el presente ensayo
realizaré un análisis crítico del género periodístico conocido como Nota Roja, pues, al ser éste es de los
más leídos por la sociedad mexicana, logra tener un gran impacto en la manera
en que vemos nuestro país y la situación social por la que pasa. Comenzaré con
una revisión histórica del género, continuando con su respectivo análisis, enfocándome
en los diarios contemporáneos más representativos del género, y el impacto que
provocan al lector; finalizando así con una opinión personal sobre el valor que
pueda tener este estilo de prensa en la sociedad.
Desarrollo.
¿Qué es la Nota Roja?
Primeramente, es
menester definir qué es lo que se entiende por Nota Roja. Seguramente, en algún momento de tu vida, te has
encontrado con una llamativa y desconcertante primera plana de algún periódico;
con un título muchas veces humorista o sarcástico, y con una imagen cruda y sin
censura, narrando un hecho violento acontecido el día anterior. Este tipo de
noticias son conocidas como la nota roja.
La nota roja es un género de la prensa
sensacionalista o nota amarilla, definida por su exclusivo enfoque en historias
que involucran violencia física (Comúnmente ocasionada por robos, asesinatos,
accidentes trágicos, encarcelamiento y ejecuciones). También suelen ser
incluidos los desastres naturales. Este tipo de noticias pueden ser encontradas
en anuncios, secciones, o en su defecto, periódicos completos; como también en
revistas y en la televisión. Estos reportajes van dirigidos a las clases
sociales más bajas, principalmente de México y América Latina. La nota roja se
centra en el desgaste físico y emocional de los eventos, combinando imágenes
gráficas y narraciones sensacionalistas. (Nota roja. (2017, 13 de octubre). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: mayo 15, 2019 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Nota_roja&oldid=102560019.)
La nota roja se
caracteriza por presentar encabezados impactantes, con colores llamativos y un
diseño simple, con tintes de exageración y melodrama (por ejemplo, “A LA
GUILLOTINA”, en una noticia de una persona decapitada), y mostrándose
despreocupados por la privacidad de la víctima. La fotografía empleada en los
periódicos mexicanos, dedicados a este género, suele ser mucho más gráfica que
la mostrada en el medio de otros países.
Historia de la Nota Roja.
A finales del siglo
XIX, el término nota roja ya era
sinónimo de crímenes violentos, especialmente los asesinatos ocurridos en esa
época. Según la leyenda, a partir de 1889, un diario de Guadalajara comenzó a
circular ejemplares con los encabezados manchados en tinta roja para provocar
horror sobre una noticia que hablaba de un asesinato. Es en esta época cuando
la prensa mexicana da un giro hacia el sensacionalismo. Esto queda claro con la
declaración dada por Rafael Reyes Espíndola al poner en marcha El Imparcial en 1896:
“La prensa ya no
tiene esa misión casi divina, doctrinaria y sagrada, que la obligaba a tomar la
entonación magistral y la frase altisonante y pomposa para el asunto más baladí
[…] Para nosotros, el periodismo es una especialidad como cualquiera. Si es
verdad que debe tener fines instructivos, pero lo esencial es saciar la
curiosidad que tenemos de saberlo todo, hasta lo que nada nos importa.
Pretender llenar el primer requisito, esto es, hacer un periódico doctrinario,
sin dar preferencia a la información sensacional, es estrellarse en la
indiferencia del público. El reportero es el cazador que recoge y lanza la
noticia aún fresca, cuando el suceso es palpitante. Ya no se le pide un estilo
de maestro, sino buenos pies, un ojo avisado e investigador”. (El Imparcial, 6
de marzo de 1896)
Al dar preferencia a la
información sensacional, aquella que provoca en el público emociones y
sensaciones, las publicaciones de esta primera nota roja mexicana hacen uso de
dos recursos: la narración dramatizada con descripciones minuciosas -incluso
morbosas- del suceso sangriento, y la imagen figurativa hecha a mano, debido a
la imposibilidad técnica de reproducir imágenes fotográficas. Con estos
dibujos, lejos de brindar una representación fidedigna del evento o de sus
secuelas, buscaban mostrar una forma más “artística” de lo acontecido, dándole
así una sensación de tragedia. Podría decirse que estas imágenes tienen un
carácter ilusorio débil, ya que el grabado, al ser un dibujo, no puede sino
ofrecer una imitación pobre de la realidad. Sin embargo, no todas las notas
incluían ilustraciones, por lo que la narración era la encargada de recrear el
ambiente con lujo de detalle.
En junio de 1899 la
imprenta de Antonio Vanegas Arroyo publicó una hoja suelta que los voceadores
vendían en las calles al grito de: “¡Sensacional y terrible noticia! ¡Una
señorita que se arroja desde la torre de la catedral!”. A continuación un
extracto de aquella noticia que conmocionó tanto a la sociedad mexicana, que
prácticamente todos los periódicos de la Ciudad de México publicaron algo al
respecto:
Una bella señorita huérfana que
contaba con 20 años de edad conocida con el nombre de Sofía Ahumada, vestida
con gran elegancia, subió a las torres de la catedral. […] Realmente no sabemos
lo que pretextaría la desventurada mujer para lograr subir a aquella prominente
altura, pero el caso fue que, hallándose dicha Sofía en el segundo piso de la
torre que mira al Poniente, se arrojó hacia el suelo con extraordinario y veloz
impulso. En el acto y al escuchar el enorme ruido que produjera al caer, agrupose
infinidad de gente de todas las clases sociales al lugar donde quedó la
mencionada suicida. […] El aspecto que presentaba la joven desdichada era
pavoroso y horrible: los ojos saltados completamente de sus órbitas o lugares,
la mandíbula o quijada inferior quedó fuera de la cavidad de la boca y el
cráneo enteramente deshecho y en fragmentos horripilantes. Gran parte de la
masa encefálica o sean los sesos, quedó pendiente de la cornisa del primer piso
de la torre, que fue donde chocó el cuerpo fuertemente al venir dando vueltas
en el aire cual si fuera esquila o volantín. Multitud de gente deseosa de
contemplar el lugar de la terrible desgracia, se agrupa, se apiña anhelante en
el atrio de la catedral, comentando cada cual el hecho a su manera y dando su
opinión respecto al acontecimiento que tanta y tanta sensación ha causado. […]
Todos hablan y comentan de la fatal muerte de la señorita Ahumada, sin saber
realmente la verdad de la causa de semejante desgracia. De todas maneras, lo
que sí es ciertísimo es que el tal añito de 1899 se ha ido presentando desde su
principio de lo más feo que pueda haber. Ya se ve, como va a tener lugar el fin
del mundo, el día del Juicio Universal. Estos no son más que los preparativos.
Suicidios a granel en esta culta capital, temblores, mucho calor, excediendo al
de otros años, quemazones, pestes, homicidios, atentados contra la moral nunca
antes vistos… En fin, un sin número de calamidades que escandalizan y hacen
abrir la boca al más indiferente. ( Castro, Miguel Ángel, “Visita centenaria a la
prensa de la Ciudad de México. El de los claveles dobles y Sofía Ahumada”, en
Ni amor al mundo ni piedad al cielo. El suicidio de Sofía Ahumada. Expediente
de Prensa y Literatura Mexicanas, México: UNAM/Coordinación de Humanidades,
2008.)
Al analizar el escrito
nos damos cuenta del dramatismo, casi poético, con el que se narra el suceso,
así como también la exagerada y minuciosa descripción de los daños físicos que
sufrió la mujer, alimentando así la curiosidad morbosa de los lectores. Esta no
se trata de una descripción objetiva del hecho, de una simple narración de lo
ocurrido. El lector experimenta el horror del suicidio de Sofía a partir de la
adjetivación abundante en que quedó su cuerpo; se busca apelar a las emociones
del lector.
La dramatización, la
simplificación y el uso del lenguaje popular e irracional son estrategias que
los periodistas y escritores del siglo XIX empleaban con el fin de despertar el
interés de los lectores y asegurar la venta de los ejemplares entre un público
que cada vez demanda una más minuciosa descripción de los sucesos:
El gusto por lo sanguinario
—entreveramiento del horror inducido y el placer controlado— se vierte en
relatos pavorosos donde la Decencia Ultrajada (el reportero que se espanta a
nombre de la sociedad, las conversaciones sobre el crimen de moda que hará las
veces de parábolas) combina espantos reales y maledicencias gozosas. Los lectores
imaginan los instantes climáticos —la víspera de los velorios— cuando se
derrumban los miedos al castigo, el instinto monopoliza la escena y se deja
venir la locura, la codicia, el rencor, la pérdida de los sentidos, los celos,
las ganas de vengarse del mundo, la lujuria insaciable. ( Monsiváis, Carlos, Los mil y un velorios.
Crónica de la nota roja en México, México: Debate, 2010.)
El peso del
sensacionalismo recae en la palabra escrita, en la acción de descifrar las
palabras del reportero e imaginar la escena, pues la contemplación de la imagen
es meramente complementaria.
La nueva nota roja.
Con el paso del tiempo,
la narración ya no era suficiente, los lectores necesitaban constancia de que
en realidad había sucedido lo que se publicaba, por lo que a partir de la
tercera década del siglo XX, comenzaron a surgir periódicos como La Prensa (agosto 1928), el
cual comenzó como un diario “serio”, para más tarde, al ver que el consumo se
iba a la nota policiaca, cambiar su enfoque hasta convertirse en uno de los
mayores referentes de la nota roja en
México, siendo de los primeros en publicar fotografías de hechos violentos y sangrientos.
Más adelante, en 1963,
este formato encontró su mayor exponente en la revista Alarma!, la cual sólo se dedicó a satisfacer el morbo de los
lectores a niveles exorbitantes, pues mostraba, sin ningún tipo de censura, fotografías
de cadáveres, trataba sin escrúpulos temas tabús de la sociedad, como la
homosexualidad y el adulterio, entre otros. Pero su éxito se debió
principalmente por la manera en la que trataban los temas, ya que lo hacían con
un humor muy negro, presentando titulares de doble sentido bajo un lenguaje
coloquial y sin ningún tipo de respeto hacia las víctimas. Alarma! encontró la combinación perfecta, historias populares,
fotografías extremadamente crueles, un sentido del humor que era considerado
enfermizo y un precio por ejemplar sumamente accesible, lo que hizo de esta
revista semanal un símbolo de lo que era una "publicación roja". Fue
fuertemente criticada por un sector de la población, pero esto nunca significó
una baja en las ventas, al contrario, las ventas aumentaban año con año,
llegando a tener tirajes de un promedio de 500.000 ejemplares semanales. La revista
siguió publicándose regularmente, sin embargo, a mediados de la primera década
del siglo XXI, la revista comenzaba a ser fuertemente atacada por los medios y
sus ventas se reducían cada vez más, siendo cancelada definitivamente en el
2014 tras la muerte de su director Miguel Ángel Rodríguez Vázquez.
Durante los primeros
años del 2000, muchos pensaban que este género periodístico desaparecería, pues
Alarma! Estaba teniendo muchos
altibajos y se consideraba que no eran necesarias este tipo de publicaciones,
pues en internet se puede conseguir prácticamente todo y sin censura. Sin
embargo, a finales del 2006, el presidente Felipe Calderón declaraba la guerra
al narcotráfico, por lo que una nueva oleada de violencia nunca antes vista
inundaba el país. Esto provocó que muchos medios necesitaran contratar
fotógrafos y reporteros especialistas en nota roja, ya que las publicaciones
que mostraban esta cara del país eran las más demandadas. Fue así como se
dispararon las ventas de diarios como El
Gráfico, El Metro y Extra, periódicos que seguían el mismo
formato de Alarma!, una portada a
todo color con una fotografía sumamente violenta, un titular “bromista” que
juega con la imagen, el humor negro y la crueldad, y para cerrar, la imagen de
una chica atractiva en ropa interior. Mostrando así una inmensurable misoginia
amarillista, que sigue vigente hasta el día de hoy.
Consecuencias de la nota roja actual en la sociedad mexicana.
Por lo general la nota
roja tiene un tipo definido de lectores habituales, los cuales son,
mayoritariamente, de mediana o escasa cultura; y es aquí donde radica el éxito
de este tipo de publicaciones. Es bastante común que las personas que prefieren
este género periodístico sean de bajos recursos, con una economía que no les
permite tener acceso a otros medios de información y, debido al bajo costo de
estos periódicos, estos se convierten en su principal fuente informativa.
Al echar un vistazo por
cualquier página de noticias, podemos notar una característica que se encuentra
presente en la mayoría de las notas relacionadas al ámbito criminal; y es que
es bastante común que esos actos delictivos sucedan en las zonas más marginadas
de la sociedad, en donde la pobreza abunda. Podemos asumir que el género
periodístico que se encarga de relatar esos actos violentos es consumido
mayoritariamente por las personas que habitan en esas zonas, donde esos
acontecimientos tienen lugar; pues, de alguna manera, se sienten familiarizados
con lo que leen, ya que es parte de su entorno social. Sin embargo, esto no se
limita sólo a este grupo etnográfico, pues la nota roja es leída en todos los sectores del país, incluyendo las
clases sociales más altas.
A este punto, ya es
bien sabido que este estilo de periodismo es uno de los más leídos por la
mayoría de las personas en México; por lo cual es natural que nos cuestionemos
lo siguiente: ¿tiene alguna consecuencia? La respuesta, sin duda alguna, es
afirmativa. Estamos naturalizando la violencia, estamos cotidianizando el
crimen. ¿Y qué ocasiona todo esto? Que nos volvamos cada vez menos sensibles
ante cuestiones delicadas que realmente necesitan de una atención objetiva.
Ya no es una novedad el
enterarse que hubo un tiroteo y varias personas resultaron heridas o muertas,
que unos cadáveres fueron dejados junto a un narcomensaje, que alguna persona
desapareció o fue secuestrada, o que una mujer fue violada o asesinada. Estos
son sólo algunos ejemplos de la infinidad de atrocidades que ocurren todos los
días sin excepción en nuestro país. El publicar noticias narrando esos hechos
de una manera tan sarcástica, humorística y vil, como lo hacen la mayoría de
los periódicos actuales dedicados a la nota
roja, provoca que nos desvinculemos de nuestro lado más humano, ese que
alberga emociones como la piedad y la compasión, y que nos volvamos fríos e
indiferentes ante las víctimas de tales actos.
La consecuencia más
grave ante esta desensibilización de la violencia (que yo en lo personal he
encontrado) es que las personas, sin darse cuenta, se están volviendo más
tolerantes al crimen, lo cual provoca que este aumente. Recientemente han
ocurrido muchos allanamientos a la morada en la colonia Miravalle, en la cual
resido, y en bastantes ocasiones las personas afectadas decidieron no hacer
ningún tipo de reporte ante las autoridades de lo ocurrido; cuando les pregunté
por qué no lo hacían, algunas de las respuestas que me dieron son las
siguientes: “¿Para qué, si no hacen nada?”, “de todos modos van a seguir
robando”, “ya no tiene caso”, y la que más me impactó: “Así es en México, ya es
costumbre”. Si bien en cierto que en algunos casos la policía no suele ser del
todo eficaz, no cabe duda que esta percepción que tenemos del crimen, gracias a
la nota roja, provoca que las
personas se resignen y ya no busquen justicia por tales actos. Y como este hay
muchos casos más, por ejemplo, es bien sabido que bastantes violaciones a
mujeres no son reportadas y, aunque varios factores (como miedo a que algo peor
suceda) influyen a esto, es bastante cierto que una gran parte se debe a la
mala imagen que tenemos del país gracias a las noticias de esta índole.
Conclusión.
Considero que es
necesario y de suma importancia el informar sobre los acontecimientos violentos
que suceden en nuestro país, pues en algunos casos estas noticias nos podrían
ayudar a prevenirlos; por ejemplo, si vemos que ocurren muchos robos en alguna
parte específica de la ciudad, sabremos que debemos estar alertas al pasar por
ahí. Gracias a la nota roja podemos
saber cuándo andar con precaución y en qué zonas, sin embargo, se debe de
informar de una manera intrínsecamente objetiva, con un lenguaje formal y
haciendo un uso correcto de la censura cuando sea necesario. Periódicos como El Metro,
La Prensa o cualquier diario
amarillista que acuñe su ideología en el sensacionalismo, debería desaparecer,
pues no hacen más que alimentar el morbo de la sociedad. Con el paso de los
años, México ha demostrado tener niveles cada vez más altos de violencia y
crimen. El hacer mofa y usar humor negro para informar sobre estos
acontecimientos sólo hará que esta situación empeore.
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