domingo, 11 de noviembre de 2018

Ensayo final

Morir cogiendo o vivir cogido:

un análisis crítico-comparativo de “El malestar en la cultura” (Freud, 1930)

Francisco Antonio Oliva Aguilar

El comienzo:

En el presente ensayo, hablaré de lo que Freud llama “el malestar” en la cultura, tanto en la suya como en una comparación con la actual. Esto mediante los temas de: asesinar, cultura (bienestar y malestar) y los comienzos de la sociedad (naturaleza del hombre) con bases en la visión de Spencer H.

Trataré de abordar un análisis del malestar en la cultura moderna, el origen del mismo y la estructura social.

Mi objetivo pues, es el de únicamente comparar la situación de la sociedad contemporánea y la posible solución que Freud le da al malestar, adaptado a tiempos de ahora.

Asesinar:

Lo primero que debo aclarar, es que voy a comenzar este ensayo en un orden inverso al desarrollo de los temas que voy a tratar: Asesinato, Goce y Naturaleza humana (como lo dije anteriormente), es decir: de la naturaleza del hombre nace la cultura (el goce y el malestar), y de éstas, finalmente se desprende el libido o pulsión de asesinar. Sin embargo, comenzaré a la inversa de este proceso.

Me es imposible comenzar hablando de las pulsiones que se tienen en la cultura sin hablar de ésta misma y de la naturaleza del hombre en el proceso. Sin embargo, he decidido hacerlo para dar una explicación a lo que hablaré de cada una de ellas de manera crítica y comparativa (respecto a la cultura en épocas de Freud y la cultura actual).

Asesinar (en el aspecto que compete al malestar en la cultura), no es sino, la reacción que resulta de una acumulación garrafal del malestar que ésta misma genera. Digo esto, refiriéndome al resultado de suprimir otras pulsiones del hombre, que pudieran ser menos intensas (en cuestión de agresividad) pero de mayor valor (o sea, aquellas que generarían una mayor satisfacción, de ser realizadas).

Tal es el caso del incesto, cuya pulsión, a diferencia de la época de Freud, en la actualidad no es motivo de estigmas sociales, sino algo más moral que ya no genera el mismo sentido de culpa que solía generar en la época de 1930.

Como resultado, se asesina no por lo que la acción significa como tal (quitarle la vida a alguien) sino por el efecto de goce que ésta genera, el cual, en teoría, es mayor dado ha que se ha sublimado de otras pulsiones previamente.

Entiéndase pues, que hablo de la acción de asesinar en la actualidad; la que no está relacionada con enfermedades mentales, ni sentidos de guerra.
Considero que el libido de asesinar que se padecía en las épocas Freudianas, era el que se tenía por los deseos de la victoria en la guerra. Asesinar como único medio de triunfo, el triunfo que generaría el honor y la expansión de quien ganase la guerra; un líbido que considero, ha caducado, al menos para las culturas que, en la actualidad, ya no tienen participación en la guerra.

En conclusión, pienso que la cultura actual no cuenta con pulsiones de asesinar. Pienso que el “Estado naturaleza” del ser humano al que Freud refiere, no sería tan malo. Por eso me gustaría citar a Montesquieu con su primer ley natural, de su obra “El espíritu de las leyes” en donde trata los principios del hombre y la sociedad:

  • “El miedo a la guerra (muerte), para conseguir la paz”

Y es por eso que atribuyo más bien, al asesinato como resultado del hombre neurótico y no por una pulsión, en la cultura de la actualidad.


El goce y el malestar:

Como ya lo dije, el asesinar, en nuestra cultura, genera una gran cantidad de goce a quienes lo hacen. La pregunta ahora es ¿por qué?.

Freud nos dice que es normal que, el hombre, al realizar una acción, la cual ha sido reprimida por la sociedad (cultura), experimente una cierta sensación de “bienestar” o goce. Esto es, en gran parte dado a que las acciones reprimidas por la cultura, son en su mayoría una serie de conflictos entre afectos (ubicados en el inconsciente y con la finalidad de llegar al consciente)  que, de no ser ejecutadas, terminan generando traumas que además, sólo son posibles de analizar mediante la hipnosis (por ejemplo).

Caso contrario al trauma, si se realizan, generan la satisfacción deseada por el sujeto.

De esa manera, podemos entender que el hombre, al ser reprimido y convertirse en un neurótico, busque la satisfacción o el goce en una acción sustituta, en este caso ilícita, como lo es asesinar.

En su obra, este psicoanalista dice que el malestar radica en: el canibalismo, el incesto y el asesinato; en nuestra cultura el malestar es la necesidad tecnológica, el sexo y el género.

Siguiendo una lógica en que el malestar es el resultado de la represión de las pulsiones del hombre, considero a las necesidades tecnológicas, y más específico aún, a las redes sociales como el malestar de la cultura postmoderna. Esto es: “La cuestión de la identidad ha sido transformada a algo que viene dando una tarea: tú tienes que crear tu propia comunidad. Pero una comunidad no se crea, se tiene o no; lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto; la diferencia entre una comunidad y las redes, es que tú perteneces a una comunidad pero la red te pertenece a ti”, palabras citadas de Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista), en su opinión de las redes sociales.

En consecuencia, no es de extrañar que cuando alguien que está tan acostumbrado a vivir en un mundo de tecnología, redes y comunicación, sufra la sensación de malestar. Las redes sociales nos hacen sentir un acompañamiento incierto que, al ser suprimido, necesitamos reemplazar con algo más, así como la religión reemplazaba el sentido de culpa ante las pulsiones, sacrilizándolas y generando así, el miedo a los dioses.

Ahora, uno de los malestares más grandes a los que se enfrenta la cultura del siglo XXI, a pesar de estar sumamente “avanzados” en temas de sociedad, diversidad y derechos, es el papel de la sexualidad, el género y las prácticas sexuales “modernas”.

Esto basándonos en las constantes disputas de género, los movimientos feministas, las marchas para los derechos de personas trans; las manifestaciones de la sexualidad como lo es el masoquismo, entre otros.

De esta forma, pretendo explicar el asesinar, como resultado de las represiones de dichas fuentes que terminan generando malestar.

La naturaleza del ser (basado en la perspectiva de Spencer):

Algo que Freud nos deja bastante claro, es que el hombre, por naturaleza, experimenta libidos ajenos a la fisiología del ser humano. Éstos, en caso de no ser manifestaciones artísticas, filosóficas o musicales, pueden llegar a representar un peligro para la prevalencia en sociedad y, por tal motivo, deben ser reprimidos.

Pero entonces, ¿cuál es la naturaleza del hombre en sociedad?, ¿con qué normas o principios cuenta cuya finalidad sea mantener el orden social?.

El sistema social actual es un capitalismo. Mismo que segula lo “bueno y malo” de la sociedad, también es considerado o funge como estructura social. En palabras de Spencer, es una “Nación moderna industrial”, la cual busca un funcionalismo basado en la cooperación de todos sus miembros, sin importar los fines individuales que se presente, algo con lo que se asemeja a la sociedad cultural de Freud.

De ser esto así, ¿cuál es el origen de una sociedad sin fines individuales?, sería pues, el comienzo de las interacciones humanas, a lo que Spencer denominará “Sociedad simple”. Ésta, tiene las características de ser pequeños grupos de personas que colaboran para fines distintos entre sí, carentes de núcleos rectores y que no están civilizados. Habla pues, de los cavernícolas.

Sin embargo, (la sociedad) al ser un organismo creciente durante su existencia, inevitablemente aumentará la complejidad y la estructura que tiene frente a las funciones que se realizan en él. Sin embargo, al no redactar una definición precisa de sociedad, podemos atribuirle el comienzo de la cultura a éste mismo fenómeno que Spencer denomina como “evolutivo”.

En conclusión:

En conclusión, el análisis de Freud, a pesar de no ser una “teoría del malestar en las culturas”, sí nos ofrece elementos suficientes para analizar constantemente lo que les produce un malestar a las culturas modernas. Así mismo, nos ayuda a entender que de no suprimirse el estado natural del ser humano, el funcionalismo o la estructura social se vería en fase de crisis, alterando el desarrollo del hombre en sociedad.

Por el contrario, suprimir el estado natural, generaría inevitablemente un malestar en cualquier cultura, debido a la necesidad que las pulsiones humanas demandan.

A manera de solución, puedo sugerir 2 aspectos adaptables a la sociedad mexicana moderna:

  • La reconstrucción parcial de la cultura como método de analgesia social. Esto es: de saber que los derechos transgénero le producen malestar a la comunidad trans, hemos de reconstruir este aspecto de la cultura que, aseguro, no generará ningún tipo de amenaza al desarrollo social humano.

  • Prevalencia de la cultura moderna.
    La sociedad, como lo hemos visto indiscutiblemente, es un órgano evolutivo y de constante cambio, si no se reconstruye directamente la cultura, tarde o temprano se cambiarán los malestares que hay en ella, y quienes padecen hoy, probablemente no lo hagan mañana.
Así que, desgraciadamente, no podemos vivir (todos los que respiramos en este momento) en una sociedad cultural sin malestar. Es por eso que atribuyo el título a “Morir cogiendo (a las demás personas, realizando nuestras pulsiones propias)  o vivir cogido (por el malestar que la cultura innegablemente generará en nosotros)”.

Referencias:

  • Montesquieu y Spencer H., en: María C., Julio A. y Luis Z., Los orígenes de la teoría sociológica. (2001). Akal textos no. 11. Madrid, España. pp 263-289.
  • Zygmunt Bauman extraído de: Ricardo Q. (9 de enero del 2016). Las redes sociales son una trampa. Periódico “El país”. España   https://elpais.com/cultura/2015/12/30/babelia/1451504427_675885.html
  • James S. y Anna F. Obras completas de Sigmund Freud. “El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura y otras obras; tomo XXI”. (1927-31) Amorrortu Editores. Buenos Aires, Argentina.

Links de apoyo:


Aportaciones de:

Profa. Margarita Alfaro Ramírez
Prof. Flavio Meléndez Zermeño

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