lunes, 12 de noviembre de 2018

ANDROCENTRISMO EN LA SOCIOLOGÍA


EL ANDROCENTRISMO EN LA SOCIOLÓGIA
Por: González Navarro Karla Fernanda. 1°B
Como estudiante de sociología, una de mis mayores motivaciones es entender a la sociedad, para así, eventualmente, ser capaz de proponer soluciones y modelos efectivos para hacer que esta funcione de mejor manera, permitir un desarrollo más homogéneo y en general, hacer de mi entorno un lugar con condiciones igualmente óptimas para el desarrollo de todos los individuos.
Fue y es esta idea constante de “igualdad” la que me motiva a cuestionar una situación que a mis ojos es problemática para el desarrollo de esta ciencia social; el androcentrismo. Siento constantemente que mi propósito de plantear mejores e iguales condiciones usando como herramienta a la sociología, se vuelve irónico cuando la misma herramienta está impregnada de la problemática.
A lo largo de este semestre en la Universidad de Guadalajara, mis clases han estado repletas de autores varones, debido a esto, siento frecuentemente que el mundo no sólo fue, sino que sigue siendo explicado a través de ellos. Si bien han aportado conocimientos indispensables para que la Sociología haya logrado establecerse como ciencia, el seguir reproduciendo y fomentando el estudio de esta solo y exclusivamente desde la mirada de los hombres, los “Padres de la Sociología”, deja fuera todo otro sector, toda otra realidad y la oportunidad de entender nuestra historia y nuestro presente, y, sin embargo, podría ser diferente si nos preguntáramos “¿Dónde están las madres?”.
Pretendo entonces explicar en las páginas de este trabajo tanto el concepto del androcentrismo, como evidenciar su presencia en esta ciencia social, hablando desde mi experiencia en esta licenciatura, debido a que nubla y obstaculiza la visión integral de la sociedad, pues la misma ha sido explicada (o, mejor dicho; leída) sólo desde unos ojos; los de los varones. Expondré breves fragmentos y aportaciones de las mujeres sociólogas, con el propósito de demostrar que existen, sin embargo, no son tomadas en cuenta. Además, propondré una alternativa ante esta realidad, para así, hacer de esta ciencia algo mucho más imparcial, y que permita el estudio y análisis de la sociedad a lo largo del tiempo de manera más completa.
Comenzando con la palabra androcentrismo, partiré de la básica definición que el dicccionario proporciona; “Visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino.” (RAE, 2017)1 En otras palabras, es una forma de entender al mundo, lo que lo compone y cómo se relacionan sujetos-objetos y sujetos-sujetos, desde la visión masculina. Es entonces la monopolización del conocimiento y la reproducción de este por los hombres.
Entendemos pues, que el androcentrismo, en cualquier área, imposibilita la idea del conocimiento integral. Esta interpretación de la realidad es tangible en un mundo también androcéntrico, y esto gracias al modelo machista en el que todo se desenvuelve; los hombres al ojo público y las mujeres en el entorno privado.
El androcentrismo, mide, valora o aprueba a todo lo demás según los valores asociados a la masculinidad (Instituto Nacional de las Mujeres, 2018)2 esto quiere decir que esta visión toma como referencia a lo masculino para permitir o descartar todo aquello que se genere; en este ámbito, me refiero directamente al conocimiento. La visión androcéntrica en el conocimiento hace que se descarte aquello no pensado por hombres ni a favor de estos y su masculinidad. El problema de que esta manera de interpretar la realidad esté también en una ciencia que se encarga de analizar a la sociedad y todos los procesos dentro de ella, es que estamos analizando las sociedades desde y solo para un parámetro de validación, reproduciendo así los roles y los estereotipos de género.
No quiero decir que evitar la mirada androcéntrica implique descartar y eliminar los trabajos hechos por varones, no se trata de ignorar la teoría ya hecha ni el conocimiento ya adquirido. En todo caso, reconocer el androcentrismo es no seguir repitiéndolo, hacer lo posible para cambiar la mirada y aceptar la existencia de otras lecturas de esta realidad con múltiples caras. El hecho de que sólo tomemos en cuenta un lado de la moneda no significa que el otro no exista, y no se debe olvidar que ambas caras son parte de esta.
Me gustaría hacer evidente el hecho de que, en el transcurso de este semestre, he revisado solo autores varones en las materias en las que nos encargamos de aspectos directamente relacionados con la sociología. En mi grupo, realmente no es cuestionado el hecho de que en plan de estudios no se haga un espacio significativo para el estudio de estas mujeres, mucho menos cuestionar el porqué de la situación.
El plan de estudios no marca la lectura de ninguna mujer socióloga, y la única razón por la que sé que existen, es porque la maestra “Catalina” abrió un espacio en el programa de su asignatura “Introducción a la sociología” para en una sesión, revisar a estas mujeres que han escrito sociología y de las cuales han sido rescatadas sus obras. Igualmente, y debido a que el programa de estudios no abre espacio para ellas, la sesión en la que las revisamos, a pesar de ser ya un esfuerzo significativo, no se compara al estudio mas detallado y riguroso que hemos dedicado a los varones.
Ocho mujeres en una sesión de tres horas no es suficiente, no sirve para comprender cómo vieron al mundo, cómo lo explicaron, entender su obra, y aunque al menos nos deja saber de su existencia, esto sigue siendo un privilegio, tanto para ellas como para nosotros y nosotras. Es un “extra”, sigue siendo “el agregado a”, y esto, sigue implicando una visión androcentrista. Sigue reforzando la visión de que van “después de” o “detrás de”. 
Aquí entonces hay dos cuestiones. La primera está antes de que se rescataran sus trabajos, antes de que docentes estuvieran interesados en siquiera abrir un espacio; no existía registro de ellas. ¿Y por qué? Hay que cuestionarnos el hecho de que exista solo registro de trabajos hechos por hombres, de que sólo se difunda la ciencia de ellos. Este hecho sigue reforzando la idea de que los científicos han sido solo ellos. De que la ciencia se ha hecho solo gracias a un género; y no es así. La realidad ha sido estudiada por ambos, pero regresando a una de las cuestiones anteriormente mencionadas, las mujeres científicas siguen jugando en las reglas del mundo machista, la mayoría sigue estando en el ámbito privado, mientras que los varones, quienes desde su nacimiento tienen derecho al mundo público, cuando deciden ser científicos, su obra también es pública, mientras que lo contrario sucede con la obra de ellas. La ciencia se hace por todos, pero sólo algunos han tenido el derecho a mostrarla al mundo. Ambos igual de capaces, pero sin las mismas condiciones ni oportunidades.
La segunda cuestión radica en saber y no hacer. Actualmente, y aunque siguen siendo menos, ya existen evidencias de los trabajos de estas mujeres, ya sabemos quienes fueron y qué proponían, incluso que estuvieron antes que los autores más reconocidos, sin embargo, se siguen ignorando sus aportaciones. Esta situación tiene que ver entonces con un comportamiento de repetición, de no cuestionar a la realidad; no se piensa si se puede hacer algo diferente. Al mismo tiempo, esto envuelve, al menos en el ámbito universitario, a 2 partes; alumnos y docentes.
La divulgación del trabajo teórico y práctico de las mujeres sociólogas no sucederá mientras se siga creyendo que la misma es innecesaria. Tanto docentes como alumnos tenemos que ser conscientes de la importancia que tiene el hecho de hacer visible el trabajo de mujeres que dedicaron su vida a entender a la sociedad junto con sus problemáticas; muchos de estos trabajos no quedaron solo en papel, sino que las propuestas fueron puestas en práctica en la sociedad.
En quienes están encargados de enseñar qué es y cómo se hace la sociología, está una gran responsabilidad; retomar la visión del género que durante la historia ha sido silenciado, llevar a la esfera pública aquellos análisis sociológicos que no lo fueron, y que aún cuando lo hubieran sido, fueron callados, ignorados y opacados sólo por una cuestión; el género al que pertenecían las manos que los redactaron. Además, también está otra realidad; por mucho que los docentes se esfuercen en lograr la meta de la difusión de las aportaciones de las sociólogas, encontrar libros que hablen de ellas es extremadamente difícil, al menos en la Universidad de Guadalajara.
En quienes estamos aprendiendo sobre toda esta ciencia, está la responsabilidad no sólo de cuestionar y pedir que se nos hable del trabajo sociológico llevado a cabo por mujeres, sino de hacer labor de investigación y divulgación para que su trabajo ya no sea un secreto a voces.
Son más de siete mujeres sociólogas que pudimos revisar en la clase de Introducción a la Sociología, mas no tengo duda de que hubo muchas más; escondidas a propósito, con un nombre que jamás será conocido y visiones nunca tomadas en cuenta.
Es probable que se piense que el trabajo de estas mujeres no fue tomado en cuenta porque no aportaban lo mismo que los varones como Weber, Durkheim, Spencer, Comte, etc. Sin embargo, mujeres como Harriet Martineau, Charlotte Perkins y Jane Adams entre otras, manejan en sus teorías conceptos clave para cualquier teoría social; buscan una definición a la sociedad, pretenden encontrar o explicar la naturaleza del ser humano, buscan la relación entre las ideas y lo material e intentan encontrar el fin y el medio del estudio de la sociología. (Madoo y Nielburg, 1993)3 
Como primer ejemplo de toda esta teorización sociológica, retomo a Harriet Martineau, quien nació en Inglaterra en 1802 y falleció en 1876 y pertenece a la primera generación de pensadores o fundadores de la sociología según el planteamiento de Madoo y Nielburg.
Una de sus mayores preocupaciones fue el hacer llegar a todo el pueblo el conocimiento de una ciencia de la sociedad, misma a la que ella se referiría como “economía política”3, que se encargara de “las leyes del deber social y la felicidad social”. (Martineau, 1836: 275-277) Esta tarea la emprendió desde 1832, publicando entre ese año y 1834, veinticinco novelas didácticas en una serie titulada llustrations of Political Economy (Ilustraciones de Economía Política) y su texto How to observe Morals and Manners (Cómo observar la moral y las costumbres) es el primero en tratar técnicas de investigación social. Martineau creía que el estudio de esta ciencia social debía ser sistemático y su objeto de estudio fue la vida social en sociedad.3
Su teoría tiene aspectos feministas y presume que las sociedades se rigen por leyes invariables y apunta constantemente a lograr que la humanidad sea feliz. Su metodología difiere de la Comte y Spencer pues Martineau no sigue la línea de la elaboración de una sociedad utópica con el fin de compararla con la actual, sino que se queda cerca de lo tangible y cotidiano y así, analiza sociedades reales buscando pautas y patrones en su desarrollo. En pocas palabras, su trabajo es más bien empírico.3
Harriet no dejó su investigación sólo en los aspectos feministas, escribió sobre la religión, higiene, guerra, pobreza y muchos temas más que en esencia envuelven lo que significa vivir en sociedad. 3
Harriet hizo llegar su teoría a muchos, como ser social se preocupó por que el conocimiento estuviera al alcance de todos, observó su entorno, expresó las preocupaciones sobre el mismo y desarrolló una propuesta que a sus ojos mejoraría la vida social. Aún así, su nombre no logra ser igual de conocido que los hombres que son parte también de esta primera ola de pensadores que fundaron la sociología. La propuesta y análisis de Martineau nos deja ver no sólo que existieron otras formas de análisis e investigación social pues su metodología no coincidía con otros de los autores varones, sino que deja ver bien claro que pensaba en los demás no sólo en un papel, imaginando y suponiendo cómo sería la vida en otra sociedad con la que compararía la suya, sino que creía que el conocimiento debía ser para todos por el bien de todos. Sus ideas dejan claro que buscaba que los individuos fueran libres. Martineau vio diferente, sus ojos tenían la posibilidad de ver lo que los varones, muchas veces no; la desigualdad, la dominación. Es por eso por lo que es lamentable que lo mismo que le permitió ver cosas que otros no (no por superioridad sino por los distintos grados de exposición a la realidad que injustamente se viven según si eres hombre o mujer), sea que lo que haya impedido que su trabajo se divulgara; el género.  
Otro ejemplo de mujer socióloga es Charlotte Perkins Gilman quien nació en 1860 en Connecticut y falleció en 1935. Su teoría sociológica fue también feminista, sin embargo, ella a diferencia de Martineau, se enfoca mucho más en este aspecto. Su planteamiento básico es cuestionar la idea de ser la única especie en la que un sexo depende del otro. Plantea que la relación sexual tiene que ver directamente con una relación económica, y cree que todas las brechas o divisiones latentes en la sociedad son causadas por la desigualdad de género. Comparte la visión de Marx al plantear la economía como estructura básica de una sociedad, por lo que el trabajo es también un aspecto importante para ella, planteándolo como una forma de autorrealización y dejando ver así que, a la mujer, negándosele el trabajo, también se le niega la posibilidad de autorrealizarse, situación que no se presenta en los varones.3
Propone que la dominación de la mujer nace de la necesidad del hombre del reconocimiento; este se apropia también del vinculo madre-hijo. A partir de eso se da todo lo demás, por lo que, en su teoría, el género es el lo primero que hay que tomar en cuenta para entender y terminar con las relaciones de dominación y poder. Emancipar a la mujer económicamente es una de sus propuestas pues cree que la sociedad se vería beneficiada; en primera instancia porque la mujer, al salir a trabajar produce bienes y ayuda a la economía. En segundo lugar, la mujer dejaría las tareas domésticas y se abrirían así, nuevos espacios de trabajo, las tareas del hogar se llevarían a cabo en su utopía por trabajadores profesionales que se dediquen a ello por vocación. 3
Esta visión fue ignorada también por el género. Es una lástima darme cuenta lo mucho que pudo y podría seguir aportando su propuesta en nuestros días y sin embargo, no se toma en cuenta.
Entonces, si sólo con el ejemplo de estas autoras ya es más que evidente la aportación que hicieron a la sociología, imaginemos por un momento lo útil que sería retomarlas hoy en día para aprender más sobre ellas como científicos sociales no sólo para saber que estuvieron ahí, sino para aplicar sus teorías, sus intenciones, tomar en cuenta su visión en nuestras investigaciones. Para no dejar morir todo el conocimiento.
Como conclusión, es importante reconocer que la visión androcentrista es una situación que debe terminar; si bien vivimos en una realidad un poco más justa con las mujeres, aún hay mucho camino por recorrer, y siempre es necesario voltear a atrás. No porque ahora las mujeres tengamos más posibilidades de que nuestra voz sea escuchada significa que podemos seguir ignorando a las que estuvieron antes que nosotras; revivir su voz es exigir la nuestra.
La ciencia (y todo lo demás) debe ser un espacio para hombres y mujeres, ambos deben ser valorados de la misma manera. Ambos tenemos que ser tomados en cuenta. Creo que es necesario que nos hagamos conscientes de que el androcentrismo, el machismo y la desigualdad se esconden en prácticas tan cotidianas en nuestro día a día, que su presencia en la sociología no es más que una de sus manifestaciones y que hay que utilizar lo que hoy se conoce como perspectiva o mirada de género2 para ser capaces de ver estas prácticas injustas que siguen oprimiendo y opacando a un género disfrazándose de normales y naturales.  
El androcentrismo específicamente en la sociología debe dejarse atrás, pues no puede seguirse tomando en cuenta una sola visión para el estudio de un todo. Tal vez podamos aspirar a vivir en una sociedad mucho más justa en todos los sentidos, cuando hombres y mujeres sean tomados en cuenta en el estudio de esta.


REFERENCIAS
Anónimo. (-). Sexismo y Androcentrismo. noviembre 11, 2018, de Instituto Nacional de las Mujeres Sitio Web http://puntogenero.inmujeres.gob.mx/madig/sexismo/seccion2.html 
Maddo, P. y Niebrugge, J. ( 1993). Las primeras sociólogas y ya teoría sociológica clásica: 1830-1930. En: Ritzer, George, Teoría sociológica clásica (pp.353-392), España: Mc Graw Hill
RAE. (2017). androcentrismo. noviembre 11, 2018, de Asociación de academias de la Lengua Española Sitio web: http://dle.rae.es/?id=2aQCw98
Villaseñor, M.. (2008). Mujeres y Hombres: ¿Qué tan diferentes somos? Manual de Sensibilización en Perspectiva de Género. noviembre 11, 2018, de Instituto Jalisciense delas Mujeres Sitio web: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/ftpg/Jalisco/jal04.pdf

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