EL ANDROCENTRISMO EN LA SOCIOLÓGIA
Por: González Navarro Karla
Fernanda. 1°B
Como
estudiante de sociología, una de mis mayores motivaciones es entender a la
sociedad, para así, eventualmente, ser capaz de proponer soluciones y modelos
efectivos para hacer que esta funcione de mejor manera, permitir un desarrollo
más homogéneo y en general, hacer de mi entorno un lugar con condiciones
igualmente óptimas para el desarrollo de todos los individuos.
Fue y
es esta idea constante de “igualdad” la que me motiva a cuestionar una
situación que a mis ojos es problemática para el desarrollo de esta ciencia
social; el androcentrismo. Siento constantemente que mi propósito de plantear
mejores e iguales condiciones usando como herramienta a la sociología, se
vuelve irónico cuando la misma herramienta está impregnada de la problemática.
A lo
largo de este semestre en la Universidad de Guadalajara, mis clases han estado
repletas de autores varones, debido a esto, siento frecuentemente que el mundo
no sólo fue, sino que sigue siendo explicado a través de ellos. Si bien han
aportado conocimientos indispensables para que la Sociología haya logrado
establecerse como ciencia, el seguir reproduciendo y fomentando el estudio de
esta solo y exclusivamente desde la mirada de los hombres, los “Padres de la
Sociología”, deja fuera todo otro sector, toda otra realidad y la oportunidad
de entender nuestra historia y nuestro presente, y, sin embargo, podría ser
diferente si nos preguntáramos “¿Dónde están las madres?”.
Pretendo
entonces explicar en las páginas de este trabajo tanto el concepto del
androcentrismo, como evidenciar su presencia en esta ciencia social, hablando
desde mi experiencia en esta licenciatura, debido a que nubla y obstaculiza la
visión integral de la sociedad, pues la misma ha sido explicada (o, mejor
dicho; leída) sólo desde unos ojos; los de los varones. Expondré breves
fragmentos y aportaciones de las mujeres sociólogas, con el propósito de
demostrar que existen, sin embargo, no son tomadas en cuenta. Además, propondré
una alternativa ante esta realidad, para así, hacer de esta ciencia algo mucho más
imparcial, y que permita el estudio y análisis de la sociedad a lo largo del
tiempo de manera más completa.
Comenzando
con la palabra androcentrismo, partiré de la básica definición que el
dicccionario proporciona; “Visión del mundo y de las relaciones sociales
centrada en el punto de vista masculino.” (RAE, 2017)1 En otras
palabras, es una forma de entender al mundo, lo que lo compone y cómo se
relacionan sujetos-objetos y sujetos-sujetos, desde la visión masculina. Es
entonces la monopolización del conocimiento y la reproducción de este por los
hombres.
Entendemos
pues, que el androcentrismo, en cualquier área, imposibilita la idea del
conocimiento integral. Esta interpretación de la realidad es tangible en un
mundo también androcéntrico, y esto gracias al modelo machista en el que todo
se desenvuelve; los hombres al ojo público y las mujeres en el entorno privado.
El
androcentrismo, mide, valora o aprueba a todo lo demás según los valores
asociados a la masculinidad (Instituto Nacional de las Mujeres, 2018)2
esto quiere decir que esta visión toma como referencia a lo masculino para
permitir o descartar todo aquello que se genere; en este ámbito, me refiero
directamente al conocimiento. La visión androcéntrica en el conocimiento hace
que se descarte aquello no pensado por hombres ni a favor de estos y su
masculinidad. El problema de que esta manera de interpretar la realidad esté
también en una ciencia que se encarga de analizar a la sociedad y todos los
procesos dentro de ella, es que estamos analizando las sociedades desde y solo
para un parámetro de validación, reproduciendo así los roles y los estereotipos
de género.
No
quiero decir que evitar la mirada androcéntrica implique descartar y eliminar
los trabajos hechos por varones, no se trata de ignorar la teoría ya hecha ni
el conocimiento ya adquirido. En todo caso, reconocer el androcentrismo es no
seguir repitiéndolo, hacer lo posible para cambiar la mirada y aceptar la
existencia de otras lecturas de esta realidad con múltiples caras. El hecho de
que sólo tomemos en cuenta un lado de la moneda no significa que el otro no
exista, y no se debe olvidar que ambas caras son parte de esta.
Me
gustaría hacer evidente el hecho de que, en el transcurso de este semestre, he
revisado solo autores varones en las materias en las que nos encargamos de
aspectos directamente relacionados con la sociología. En mi grupo, realmente no
es cuestionado el hecho de que en plan de estudios no se haga un espacio
significativo para el estudio de estas mujeres, mucho menos cuestionar el porqué
de la situación.
El
plan de estudios no marca la lectura de ninguna mujer socióloga, y la única
razón por la que sé que existen, es porque la maestra “Catalina” abrió un
espacio en el programa de su asignatura “Introducción a la sociología” para en
una sesión, revisar a estas mujeres que han escrito sociología y de las cuales han
sido rescatadas sus obras. Igualmente, y debido a que el programa de estudios
no abre espacio para ellas, la sesión en la que las revisamos, a pesar de ser
ya un esfuerzo significativo, no se compara al estudio mas detallado y riguroso
que hemos dedicado a los varones.
Ocho
mujeres en una sesión de tres horas no es suficiente, no sirve para comprender
cómo vieron al mundo, cómo lo explicaron, entender su obra, y aunque al menos
nos deja saber de su existencia, esto sigue siendo un privilegio, tanto para
ellas como para nosotros y nosotras. Es un “extra”, sigue siendo “el agregado
a”, y esto, sigue implicando una visión androcentrista. Sigue reforzando la
visión de que van “después de” o “detrás de”.
Aquí
entonces hay dos cuestiones. La primera está antes de que se rescataran sus
trabajos, antes de que docentes estuvieran interesados en siquiera abrir un
espacio; no existía registro de ellas. ¿Y por qué? Hay que cuestionarnos el
hecho de que exista solo registro de trabajos hechos por hombres, de que sólo
se difunda la ciencia de ellos. Este hecho sigue reforzando la idea de que los
científicos han sido solo ellos. De que la ciencia se ha hecho solo gracias a
un género; y no es así. La realidad ha sido estudiada por ambos, pero
regresando a una de las cuestiones anteriormente mencionadas, las mujeres
científicas siguen jugando en las reglas del mundo machista, la mayoría sigue
estando en el ámbito privado, mientras que los varones, quienes desde su
nacimiento tienen derecho al mundo público, cuando deciden ser científicos, su
obra también es pública, mientras que lo contrario sucede con la obra de ellas.
La ciencia se hace por todos, pero sólo algunos han tenido el derecho a
mostrarla al mundo. Ambos igual de capaces, pero sin las mismas condiciones ni
oportunidades.
La
segunda cuestión radica en saber y no hacer. Actualmente, y aunque siguen
siendo menos, ya existen evidencias de los trabajos de estas mujeres, ya
sabemos quienes fueron y qué proponían, incluso que estuvieron antes que los
autores más reconocidos, sin embargo, se siguen ignorando sus aportaciones. Esta
situación tiene que ver entonces con un comportamiento de repetición, de no
cuestionar a la realidad; no se piensa si se puede hacer algo diferente. Al
mismo tiempo, esto envuelve, al menos en el ámbito universitario, a 2 partes;
alumnos y docentes.
La
divulgación del trabajo teórico y práctico de las mujeres sociólogas no
sucederá mientras se siga creyendo que la misma es innecesaria. Tanto docentes
como alumnos tenemos que ser conscientes de la importancia que tiene el hecho
de hacer visible el trabajo de mujeres que dedicaron su vida a entender a la
sociedad junto con sus problemáticas; muchos de estos trabajos no quedaron solo
en papel, sino que las propuestas fueron puestas en práctica en la sociedad.
En
quienes están encargados de enseñar qué es y cómo se hace la sociología, está
una gran responsabilidad; retomar la visión del género que durante la historia
ha sido silenciado, llevar a la esfera pública aquellos análisis sociológicos
que no lo fueron, y que aún cuando lo hubieran sido, fueron callados, ignorados
y opacados sólo por una cuestión; el género al que pertenecían las manos que
los redactaron. Además, también está otra realidad; por mucho que los docentes
se esfuercen en lograr la meta de la difusión de las aportaciones de las
sociólogas, encontrar libros que hablen de ellas es extremadamente difícil, al
menos en la Universidad de Guadalajara.
En
quienes estamos aprendiendo sobre toda esta ciencia, está la responsabilidad no
sólo de cuestionar y pedir que se nos hable del trabajo sociológico llevado a
cabo por mujeres, sino de hacer labor de investigación y divulgación para que
su trabajo ya no sea un secreto a voces.
Son
más de siete mujeres sociólogas que pudimos revisar en la clase de Introducción
a la Sociología, mas no tengo duda de que hubo muchas más; escondidas a
propósito, con un nombre que jamás será conocido y visiones nunca tomadas en
cuenta.
Es
probable que se piense que el trabajo de estas mujeres no fue tomado en cuenta
porque no aportaban lo mismo que los varones como Weber, Durkheim, Spencer, Comte,
etc. Sin embargo, mujeres como Harriet Martineau, Charlotte Perkins y Jane
Adams entre otras, manejan en sus teorías conceptos clave para cualquier teoría
social; buscan una definición a la sociedad, pretenden encontrar o explicar la
naturaleza del ser humano, buscan la relación entre las ideas y lo material e
intentan encontrar el fin y el medio del estudio de la sociología. (Madoo y Nielburg,
1993)3
Como
primer ejemplo de toda esta teorización sociológica, retomo a Harriet
Martineau, quien nació en Inglaterra en 1802 y falleció en 1876 y pertenece a
la primera generación de pensadores o fundadores de la sociología según el
planteamiento de Madoo y Nielburg.
Una de
sus mayores preocupaciones fue el hacer llegar a todo el pueblo el conocimiento
de una ciencia de la sociedad, misma a la que ella se referiría como “economía
política”3, que se encargara de “las leyes del deber social
y la felicidad social”. (Martineau, 1836: 275-277) Esta tarea la emprendió
desde 1832, publicando entre ese año y 1834, veinticinco novelas didácticas en
una serie titulada llustrations of
Political Economy (Ilustraciones de Economía Política) y su texto How to
observe Morals and Manners (Cómo observar la moral y las costumbres) es el
primero en tratar técnicas de investigación social. Martineau creía que el
estudio de esta ciencia social debía ser sistemático y su objeto de estudio fue
la vida social en sociedad.3
Su
teoría tiene aspectos feministas y presume que las sociedades se rigen por
leyes invariables y apunta constantemente a lograr que la humanidad sea feliz.
Su metodología difiere de la Comte y Spencer pues Martineau no sigue la línea
de la elaboración de una sociedad utópica con el fin de compararla con la
actual, sino que se queda cerca de lo tangible y cotidiano y así, analiza
sociedades reales buscando pautas y patrones en su desarrollo. En pocas
palabras, su trabajo es más bien empírico.3
Harriet
no dejó su investigación sólo en los aspectos feministas, escribió sobre la
religión, higiene, guerra, pobreza y muchos temas más que en esencia envuelven
lo que significa vivir en sociedad. 3
Harriet
hizo llegar su teoría a muchos, como ser social se preocupó por que el
conocimiento estuviera al alcance de todos, observó su entorno, expresó las
preocupaciones sobre el mismo y desarrolló una propuesta que a sus ojos
mejoraría la vida social. Aún así, su nombre no logra ser igual de conocido que
los hombres que son parte también de esta primera ola de pensadores que
fundaron la sociología. La propuesta y análisis de Martineau nos deja ver no
sólo que existieron otras formas de análisis e investigación social pues su
metodología no coincidía con otros de los autores varones, sino que deja ver
bien claro que pensaba en los demás no sólo en un papel, imaginando y
suponiendo cómo sería la vida en otra sociedad con la que compararía la suya,
sino que creía que el conocimiento debía ser para todos por el bien de todos.
Sus ideas dejan claro que buscaba que los individuos fueran libres. Martineau
vio diferente, sus ojos tenían la posibilidad de ver lo que los varones, muchas
veces no; la desigualdad, la dominación. Es por eso por lo que es lamentable
que lo mismo que le permitió ver cosas que otros no (no por superioridad sino
por los distintos grados de exposición a la realidad que injustamente se viven
según si eres hombre o mujer), sea que lo que haya impedido que su trabajo se
divulgara; el género.
Otro
ejemplo de mujer socióloga es Charlotte Perkins Gilman quien nació en 1860 en
Connecticut y falleció en 1935. Su teoría sociológica fue también feminista,
sin embargo, ella a diferencia de Martineau, se enfoca mucho más en este
aspecto. Su planteamiento básico es cuestionar la idea de ser la única especie
en la que un sexo depende del otro. Plantea que la relación sexual tiene que
ver directamente con una relación económica, y cree que todas las brechas o
divisiones latentes en la sociedad son causadas por la desigualdad de género. Comparte
la visión de Marx al plantear la economía como estructura básica de una
sociedad, por lo que el trabajo es también un aspecto importante para ella,
planteándolo como una forma de autorrealización y dejando ver así que, a la
mujer, negándosele el trabajo, también se le niega la posibilidad de
autorrealizarse, situación que no se presenta en los varones.3
Propone
que la dominación de la mujer nace de la necesidad del hombre del
reconocimiento; este se apropia también del vinculo madre-hijo. A partir de eso
se da todo lo demás, por lo que, en su teoría, el género es el lo primero que
hay que tomar en cuenta para entender y terminar con las relaciones de
dominación y poder. Emancipar a la mujer económicamente es una de sus
propuestas pues cree que la sociedad se vería beneficiada; en primera instancia
porque la mujer, al salir a trabajar produce bienes y ayuda a la economía. En
segundo lugar, la mujer dejaría las tareas domésticas y se abrirían así, nuevos
espacios de trabajo, las tareas del hogar se llevarían a cabo en su utopía por
trabajadores profesionales que se dediquen a ello por vocación. 3
Esta
visión fue ignorada también por el género. Es una lástima darme cuenta lo mucho
que pudo y podría seguir aportando su propuesta en nuestros días y sin embargo,
no se toma en cuenta.
Entonces,
si sólo con el ejemplo de estas autoras ya es más que evidente la aportación
que hicieron a la sociología, imaginemos por un momento lo útil que sería
retomarlas hoy en día para aprender más sobre ellas como científicos sociales
no sólo para saber que estuvieron ahí, sino para aplicar sus teorías, sus
intenciones, tomar en cuenta su visión en nuestras investigaciones. Para no
dejar morir todo el conocimiento.
Como conclusión,
es importante reconocer que la visión androcentrista es una situación que debe
terminar; si bien vivimos en una realidad un poco más justa con las mujeres,
aún hay mucho camino por recorrer, y siempre es necesario voltear a atrás. No
porque ahora las mujeres tengamos más posibilidades de que nuestra voz sea
escuchada significa que podemos seguir ignorando a las que estuvieron antes que
nosotras; revivir su voz es exigir la nuestra.
La
ciencia (y todo lo demás) debe ser un espacio para hombres y mujeres, ambos
deben ser valorados de la misma manera. Ambos tenemos que ser tomados en
cuenta. Creo que es necesario que nos hagamos conscientes de que el
androcentrismo, el machismo y la desigualdad se esconden en prácticas tan
cotidianas en nuestro día a día, que su presencia en la sociología no es más
que una de sus manifestaciones y que hay que utilizar lo que hoy se conoce como
perspectiva o mirada de género2 para ser capaces de ver estas prácticas
injustas que siguen oprimiendo y opacando a un género disfrazándose de normales
y naturales.
El
androcentrismo específicamente en la sociología debe dejarse atrás, pues no
puede seguirse tomando en cuenta una sola visión para el estudio de un todo.
Tal vez podamos aspirar a vivir en una sociedad mucho más justa en todos los
sentidos, cuando hombres y mujeres sean tomados en cuenta en el estudio de esta.
REFERENCIAS
Anónimo.
(-). Sexismo y Androcentrismo. noviembre 11, 2018, de Instituto Nacional de las
Mujeres Sitio Web http://puntogenero.inmujeres.gob.mx/madig/sexismo/seccion2.html
Maddo,
P. y Niebrugge, J. ( 1993). Las primeras sociólogas y ya teoría sociológica clásica:
1830-1930. En: Ritzer, George, Teoría sociológica clásica (pp.353-392), España:
Mc Graw Hill
RAE.
(2017). androcentrismo. noviembre 11, 2018, de Asociación de academias de la
Lengua Española Sitio web: http://dle.rae.es/?id=2aQCw98
Villaseñor,
M.. (2008). Mujeres y Hombres: ¿Qué tan diferentes somos? Manual de
Sensibilización en Perspectiva de Género. noviembre 11, 2018, de Instituto
Jalisciense delas Mujeres Sitio web: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/ftpg/Jalisco/jal04.pdf
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