El panorama actual del país es desolador: un gobierno
deficiente, desastres naturales y sociales, un pueblo que se queda callado ante
las constantes injusticias que se han cometido a través del tiempo. Pareciera
que la esperanza de tener un buen futuro fuera algo utópico, difícil de
alcanzar.
Sin embargo, diversos sucesos han demostrado que los
jóvenes mexicanos son capaces de dirigir una sociedad en caos, y no sólo son millennials egoístas esclavizados a la
tecnología. No se necesita una catástrofe natural (o social) para que las
personas se unan; es indispensable la objetividad, la esperanza y los líderes
para dirigir un país en ruinas. La política debe de tomar un nuevo rumbo.
México es considerado
un país “megadiverso” por la gran variedad biológica, además de la cultural
e histórica, que existe en el territorio. Tiene una considerable cantidad de
riqueza natural a comparación de otros países catalogados como de “primer
mundo”, pero quizá la mentalidad y actitudes del mexicano hacen que no se
aproveche totalmente lo que brinda la nación para sobresalir. Algunas veces, el
talento que tiene el país, se ve opacado por las cosas malas que pasan
continuamente.
A través de la historia, México se ha convertido en un pueblo sometido ante diversos
sucesos. Primero fueron los colonizadores españoles en el siglo XVI, los años
de evangelización, la mezcla de tradiciones y esclavitud fueron invadiendo a
los indígenas, destruyendo poco a poco todas las culturas prehispánicas. Posteriormente,
con las ideas independentistas de los criollos se dio paso a un “cambio” y
separación ante el control los españoles, pero realmente todo seguía siendo un
caos y el poder era ajeno al pueblo; tomaría cien años más y una revolución
para que la nación fuera tomando una estructura. Los comienzos siempre son
buenos, todos están a favor de que se necesita un cambio, se revelan y obtienen la victoria, sin embargo después ya no se sabe qué hacer para que
exista una estabilidad; unos cuantos tienen el poder y se repite la historia.
En la actualidad, México se enfrenta ante una crisis
política y social, donde el gobierno tiene un mal manejo de la
nación, los ciudadanos están inconformes pero no hacen acciones contundentes
para contrarrestar todo el desastre; se ha vuelto un círculo vicioso.
“Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, sostenía José
de Maistre (1814), ¿el país es un reflejo de sus políticos? México debe exigir que
los gobernantes cumplan con sus deberes, pero también a los ciudadanos les corresponde
obedecer las leyes y no corromperse; todos son parte del problema. La mayoría
de personas se quejan porque los políticos roban, pero no piensan que están en
la misma situación cuando se da un soborno al policía de tránsito o ignora los
delitos que se cometen día a día; se ha creado una hipocresía ciudadana.
La
política no solamente se basa en ser parte de partidos o exigir al gobierno lo
que promete, sino también es salir a expresar lo que se piensa, abrirse a la
discusión y, sobretodo, a luchar por aquello que se cree; la política no es
ganar elecciones, es construir la sociedad que se necesita. Los millennials han dejado atrás los típicos
estándares o estereotipos sobre la política.
La generación actual
de jóvenes mexicanos, por momentos, parece estar desinteresada de la típica
política en el país: “siempre es lo mismo, el gobierno nos roba a todos”, “no
me importa votar, igual van a ganar los mismos partidos”, frases que
continuamente se escuchan cuando se habla de estos temas. Sólo el 62% de
jóvenes votan en México (Krauze, 2016), dejándolos por debajo de la
media nacional de participación democrática.
Se les han
denominado “Millennials” a las personas
que nacieron entre 1985 y 1999, (diversos autores modifican el rango de años
que abarca esta generación), describiéndolos como: “nativos digitales,
tolerantes, egocéntricos, preparados, ninis, comprometidos, desencantados,
consumistas, adictos a la tecnología…” (Ortega, 2014). Críticas que han
englobado a toda una generación caracterizada por ser banal y sólo demostrar
interés en las cosas impuestas por moda, aunque muchos de sus hábitos se reflejan en
las generaciones pasadas. El presente y el futuro de un país está en sus
jóvenes, ¿a dónde se está guiando México?
Los terremotos del 7 y 19 de septiembre de 2017 movieron los cimientos de un país roto, surgieron
nuevos líderes capaces de guiar a una sociedad en caos, se vio claramente la
realidad que se vive en la nación, el alma de los mexicanos estaba inundada de
solidaridad y empatía. En las calles de Puebla, Oaxaca, Ciudad de México,
Morelos, Estado de México y Guerrero no faltaban personas que ayudaran a quitar
escombros, rescatar personas, donar o acomodar víveres; cadenas humanas
recorrían los lugares afectados.
No sólo
jóvenes ayudaron a las miles de personas que quedaron en la ruina total o
parcial, sin embargo, la gran mayoría de millennials
promovieron, a través de las redes sociales, proyectos o iniciativas como las
calcomanías de Frida la perrita, los conciertos a beneficencia, centros de
acopios alrededor de todo el país para apoyar a las personas en situaciones vulnerables. Se
mostraba un lado más humano de los mexicanos, en específico, de aquellos
jóvenes que fueron juzgados como egoístas y desinteresados por el futuro de
México; todo se convirtió en unidad con el objetivo de levantar al país.
Se han comparado los terremotos de 2017 con el de 1985,
donde la unión nacional también fue reconstruyendo a un país destrozado. Emilio
Viale en 1985, después del sismo de aquel año, dijo: “¿Quién convocó a tanto muchacho, de
dónde salió tanto voluntario, cómo fue que la sangre sobró en los hospitales,
quién organizó las brigadas que dirigieron el tránsito de vehículos y de
peatones por toda la zona afectada? No hubo ninguna convocatoria, no se hizo
ningún llamado y todos acudieron”. Los millennials no vivieron el temblor del 1985,
probablemente sus padres sí, pero el mexicano se une ante circunstancias difíciles,
toda la fuerza del país se canaliza en superar los desastres para seguir.
La unión y fuerza que se ha visto en el país ante lo
sucedido, ¿puede también presentarse en otro tipo de situaciones? Javier
Hidalgo, ex dirigente de la Coordinadora Única de Damnificados y fundador del
PRD en la Ciudad de México, dijo en el 2005: “A partir del 85 los asuntos tuvieron
que tratarse de manera distinta; la sociedad se hizo más exigente y ya no hubo
retorno al pasado”. Los mexicanos ya no son los mismos, sus necesidades y
pensamientos han cambiado, han “despertado”, y es común que se manifieste
después de este tipo de desastres. Los ciudadanos están en busca de nuevas
alternativas para un cambio, pero ¿serán permanentes sus acciones?
Se dice que las pequeñas
acciones van creando grandes cambios; ir paso a paso construyendo lo que se
quiere, pero con actos contundentes que puedan lograr una verdadera
transformación. Además de movimientos sociales, protestas o expresar las
inconformidades, los ciudadanos necesitan seguir y buscar alternativas, convencer a las
personas de lo que se cree, de que México puede convertirse en su mejor versión.
No dejar de confiar en lo que se puede lograr, pero al mismo tiempo estar
consciente que para llegar a donde se quiere, no es un suceso de la noche a la
mañana. Los mexicanos deben de hacer acciones permanentes.
Las votaciones de 2018 pueden demostrar que
México está inmerso en un verdadero proceso de cambios, logrando destacar que lo
bueno de la sociedad se ve reflejado en las elecciones de sus gobernantes. Los
jóvenes (y todos los mexicanos) deben ser conscientes de ejercer su derecho al voto,
elegir a representantes más allá de un partido político o belleza, ver ciudadanos
capaces de ser líderes con ideales y propuestas reales. Las decisiones que se
tomen en el presente guían el futuro de toda una nación porque la democracia no
se acaba en el voto, se trata de fijar una postura, presentarla a la sociedad y
debatirla para encontrar un bien común.
Se
necesita de una socialización política y una cultura evaluativa. Sin embargo,
expertos afirman que la mayoría de los jóvenes no tiene la información y formación
necesaria para ser participes de la vida política, debido a que en las escuelas del país no se les brindan las bases necesarias, información basada en las estadísticas reportadas en el informe
de la encuesta “La cultura política de los jóvenes en México” para el Instituto
Federal Electoral (2012). La iniciativa de conocer y aprender nuevas cosas de
los millennials que se ve reflejada
en otros fenómenos, debe canalizarse a este tipo de situaciones.
Gracias a las herramientas
que brindan los medios digitales, es más accesible y fácil el poder estar informado
sobre las personas que pretenden representar a la nación; con estos
instrumentos se puede cambiar las estadísticas y etiquetas que se tienen acerca
de los millennials. Las redes
sociales han permitido a los jóvenes ver a la política, entre otros temas
polémicos, desde una perspectiva de horizontalidad enfocada a una gestión
directa para objetivos muy concretos: se dan críticas y discursos de gran
repercusión social con sólo 140 caracteres en una sola publicación.
Los jóvenes deben de aprovechar de la mejor manera la
libertad de expresión por medio de las redes sociales; al estar prepararnos e
informarnos pueden aportar ideas que beneficien a la sociedad mexicana.
También es necesario que aprendan a ser ciudadanos comprometidos y activos,
cumpliendo sus obligaciones cívicas y no vivir en la mediocridad cívica.
El pensamiento político millennial se basa en ir en contra del centralismo
autoritario en la vida pública, estar a favor de propuestas ambientales, apoyar
al feminismo y movimientos de la comunidad LGBT; se han hecho escuchar los
jóvenes mexicanos a través de paginas web, donde se puede firmar y ayudar
propuestas que surgen en beneficio de la sociedad. La juventud mexicana quiere
acciones contundentes que marquen un nuevo pensamiento de progreso; ya no les
interesa las típicas campañas electorales con propaganda basura, prefieren a
políticos como Pedro Kumamoto, el diputado independiente de Jalisco, que ha
logrado convencer a otras personas con sus ideales de cambio.
A los millennials ya no parece importarles
elegir un partido político, ellos empiezan a guiarse por lo independiente a
través de relaciones libres y esporádicas, como parte de una nueva dinámica participativa;
prefieren las causas a las casas políticas. Son exigentes e intolerantes con
los valores de la política; quieren transparencia y rendimiento de cuentas sobre
lo que se realiza. Consideran que las acciones personales y colectivas son la
auténtica identidad: eres lo que haces, no lo que dices.
A través
de los ideales de la juventud, México va adquiriendo un nuevo sentido de pertenencia y consciencia,
las personas se ven mayormente comprometidas social o personalmente a realizar
acciones que vayan construyendo al país. Cada mexicano debería preguntarse día
a día ¿qué estoy haciendo para que mi país sea mejor? No basta con creer que se
puede y esperar a que alguien más lo haga, la fuerza que se tiene ante diversos
sucesos, ese amor por la patria, debe de ser la motivación diaria para
progresar.
La fuerza
de los jóvenes, la experiencia de los adultos y la sabiduría de los viejos,
puede ser la clave para el cambio que necesita el país. No sólo los millennials son los responsables de las
decisiones que se van a ir tomando en el transcurso de estos años; todos los
ciudadanos deben de asumir la responsabilidad y cumplir con sus obligaciones al
ser parte de la nación.
La espontánea participación de los jóvenes para ayudar a
los lugares afectados por los temblores debe de ser el principio para la
reconstrucción del país, no sólo de una ciudad o algunas poblaciones, sino para
crear una política más cercana a las personas y más lejos de los estereotipos o
intereses privados. El director ejecutivo de la Red por los Derechos de la
Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez, dijo días después de los sismos de septiembre: "Es
pronto para saber si el nuevo modelo colectivo se mantiene en una identidad
generacional que logre dialogar con otra generaciones y apuesta por la
reconstrucción nacional". Aún se desconoce si el movimiento seguirá firme o
será efímero como tantos otros fenómenos en la actualidad, pero ha sido una
muestra de la capacidad y fuerza de los mexicanos ante las adversidades.
Si el
cambio está en los jóvenes, los sucesos pasados han hecho ver que el progreso ha comenzado. Los millennials levantarán a México con la
fe que le han devuelto, y desde de la tristeza nacional se ha fortalecido un sentimiento
de esperanza. A través de las redes sociales, desconfiando del gobierno actual,
dejando atrás los medios de comunicación tradicionales y rememorando el ejemplo
de solidaridad que también se originó desde el terremoto de 1985, y sigue en el
2017, la juventud actual ya no será catalogada como egoísta y tendrá en sus
manos la oportunidad de empezar una transformación política y social.
México tiene todo lo necesario para lograr ser una
potencia mundial, sólo falta que los mexicanos lo crean y hagan lo que a cada
uno le corresponde. Empezar por acciones simples que guían a una transformación
nacional; la fuerza la tienen todos. Las elecciones de 2018 dejarán ver si los
últimos acontecimientos se reflejaron en las decisiones de los ciudadanos.
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