Por:
Daniela Lizeth Torres Rodríguez
Cubre
necesidades de uso, estéticas y emocionales del individuo, jugando papeles
importantes en la sociedad, ya sea por distinción, buen gusto o pertenencia a
un grupo o tribu social, más allá de la finalidad de cubrir las necesidades
básicas de protección y abrigo ante el clima o la higiene personal, la ropa ha servido como un elemento de
diferenciación social a lo largo de la historia.
Hoy
en día, y desde hace ya vario tiempo, gracias a la facilidad que existe para
acceder al mundo digital donde podemos familiarizarnos con un sinfín de
información acerca de esta, la moda se ha convertido en algo más que solo un satisfactor
de necesidades, la manera tan rápida y drástica en la que cambian las tendencias
de moda resulta alarmante gracias a la ‘’necesidad’’ que sentimos por adquirir
un producto nuevo, pensando que este nos posicionará en algún sitio
privilegiado o nos hará tener una mejor calidad de vida, haciendo que resulte igual de alarmante lo que hace la industria de la moda
por complacer dicha necesidad.
El diseño ya no compite por su función, sino
por su simbología y distinción de otros que se ofertan en el mismo mercado. Sometidos a un acelerado ritmo de
innovación, los ciclos de vida de los productos se van acortando, y los diseñadores se
ven cada vez más obligados a dar
respuestas novedosas.
Estos
cambios hacen que nos situamos en las sociedades de consumo maduro, donde el
consumo se ha convertido en un hábito, en una parte de nuestra rutina. Y, donde
los sujetos están educados y socializados en el consumo, a través de la
publicidad y los medios de comunicación. Y, dada la inmensa variedad de
posibilidades comerciales que la sociedad de consumo ofrece a los individuos, se
ha pasado del “poder elegir” al “tener que elegir” los bienes y los estilos de
nuestra vida. Lipovetsky, (2007) concibe a la sociedad de consumo maduro como
la sociedad del hiperconsumo, pues
las características espacio-temporales del consumo se han modificado
enormemente, y donde ya no hay obstáculos para ejercer la condición de
consumidores ni por motivos espaciales.
Moda rápida: ¿rápida para quién?
La
tendencia Fast Fashion es una novedad
entre las grandes marcas del mundo de la moda. Consiste en cambiar la oferta de
sus tiendas de ropa cada quince días, surtiéndola de nuevas colecciones en
lapsos de tiempo más breves de los que se acostumbra tradicionalmente. Anteriormente se
conocían las temporadas, primavera-verano o la temporada de otoño-invierno;
estas ideas se han replanteado por una moda cambiante, al colocar nuevos
productos con mayor rapidez, a un precio más asequible al consumidor, lo que
permite llegar a un público más amplio.
El concepto de las empresas dedicadas a la
pronta moda modificó la idea de colecciones anuales y lanzaron su propia
versión, llamada colecciones vivas. Las prendas que se confeccionan son
diseñadas, fabricadas, distribuidas y vendidas casi con la misma rapidez con
que el cliente cambia sus gustos. Creando un clima de oportunidad que consiste
en hacerle entender al cliente que si algún modelo le gusta, es mejor que lo
compre en ese momento porque lo más seguro es que la próxima semana no estará
disponible, de modo que el cliente compra la prenda para no perder la
oportunidad de adquirirla.
Se caracteriza
por ofrecer prendas a precios accesibles en, como se menciona anteriormente, cantidades
limitadas, fomentando las visitas frecuentes a las tiendas y la compra (Malcom
Taplin, 2014).
En este
tipo de empresas, los dos elementos más importantes son el tiempo y el diseño,
ser capaz de ofrecer la última tendencia en el momento adecuado. La
globalización ha hecho posible la producción de ropa a precios cada vez más
baratos, tan baratos que muchos consumidores consideran este tipo de ropa como
ropa desechable.
Impacto socioambiental del Fast Fashion
La moda
rápida tiene una cara oculta que muchos no quieren ver, pues deja una huella de
contaminación a cada paso del ciclo de vida de las prendas producidas, generando
verdaderos riesgos sociales y sobre el medio ambiente. Si a esta rápida cadena
de acumulación de productos añadimos procesos de producción altamente
contaminantes y grandes consumidores de recursos, es bien sabido que la
producción de muchos artículos textiles resulta perjudicial para el medio
ambiente y para el ser humano. La contaminación no se origina sólo con las
fibras sintéticas, sino que las fibras naturales tratadas con pesticidas,
fungicidas, fertilizantes y demás productos químicos producen resultados
tóxicos en los consumidores (Greenpeace, 2011).
Se ha
caracterizado por ser una de las actividades más contaminantes, debido a los
residuos que genera y los altos consumos de agua, energía y reactivos químicos.
Las plantas de procesamiento textil emplean una amplia variedad de tintes y
otros compuestos químicos, incluidos los ácidos, bases, sales, agentes
humectantes, colorantes y otros acabados auxiliares. Muchos de estos no
permanecen en el producto textil final sino que son desechados después de
cumplir con un uso específico.
El trabajo
esclavo es otra de las consecuencias de la cultura del derroche de ropa que se
hace en cada temporada. Según las cifras de U.S. National Labor Committee,
algunos trabajadores chinos ganan tan sólo 12-18 centavos por hora en
condiciones de trabajo malas. Y con la competencia mundial que exige cada vez
más costos de producción bajos, muchas economías emergentes dirigen sus
esfuerzos a participar en los mercados del mundo del vestir, incluso si ello
significa salarios más bajos y malas condiciones para los trabajadores. También cabe destacar el riesgo de la salud
de estos trabajadores en todo el proceso de producción, como la
utilización de sustancias cloradas para el blanqueamiento del algodón que
producen irritación en los ojos, en las vías respiratorias, en la piel e incluso a niveles más elevados quemaduras. En los centros de teñido
donde se utilizan disolventes, fijadores y tintes sintéticos también afectan en
gran medida. Otros factores de riesgo son las elevadas temperaturas, la mala
iluminación y la ausencia de salidas en caso de incendio o accidente.
Slow Fashion: Moda sostenible como
futura vía
La
moda sostenible vela por un cultivo más respetuoso con el medio ambiente, por
el respeto a los derechos humanos y laborales, por la salud de las personas,
para que el sector empresarial no utilice prácticas comerciales abusivas y
busca garantizar un comercio internacional sin competencias desleales,
favoreciendo un reparto de la riqueza más justo y fomentando nuevos valores (Velasco,
2013).
Aparte
de ello, según (Castañeda, 2014) la moda sostenible persigue dos objetivos
claros:
-
Impartir la información y la conciencia sobre los criterios medioambientales y
sociales del consumidor para que vayan en aumento y para que las empresas que
den respuesta a estas inquietudes sean las primeras en posicionarse con un
valor positivo para el consumidor.
-
Pensar con tranquilidad en el futuro de las empresas, sabiendo que se tienen
otras alternativas cuando empiecen a faltar recursos.
Hace énfasis en el aspecto medio ambiental como en el social,
Slow Fashion (moda lenta) no es lo opuesto a Fast Fashion (moda rápida). No hay
dualismo, es simplemente un enfoque diferente en el que diseñadores,
compradores, distribuidores y consumidores son conscientes del impacto de los
productos de vestir sobre las personas y los ecosistemas. A diferencia de los
otros enfoques, en este el consumidor y sus hábitos aparecen como parte
importante de la cadena. Y en contra de lo que se pudiera pensar, la moda lenta
no es un concepto basado en el tiempo, sino en la calidad, que evidentemente
tiene relación con el tiempo dedicado al producto. La mayor conciencia de todas
las partes interesadas, una velocidad más lenta y el énfasis en la calidad dan
lugar a relaciones diferentes entre el diseñador y el productor, el fabricante
y las prendas de vestir, la ropa y el consumo.
“Cuando
se habla de moda sostenible, o moda ética, es moda que no es peligrosa para el
medio ambiente y que es responsable a nivel social", explica Virginia
Rondeel (2011). También afirma que hay mucho desconocimiento por parte del
público en general sobre este concepto, porque la gente o no sabe dónde
comprar, o piensa que es cara, o moda hippie.
Según
Rondeel, (2011), las ventajas de la moda sostenible son muchas, desde: “ayudar
a disminuir el impacto medioambiental, a evitar algunas de las lamentables
situaciones que viven trabajadores de todo el mundo”. El consumo de moda
sostenible puede tener efectos positivos sobre la salud por el hecho de no
ingerir los tóxicos que puede contener la moda tradicional y hasta para la
salud mental, al saber que se están haciendo bien las cosas.
El
concepto de moda sostenible tiene que dar respuesta al usuario o consumidor en
dos cuestiones: por un lado, que sea sostenible y justa y, por otro, que cubra
las necesidades de identidad, uso y estética del individuo. De este modo, el
ciudadano informado podrá elegir reflexivamente prendas que le den
satisfacción, cubran sus necesidades y con las que tenga una mayor vinculación
emocional, evitando así lo superfluo, el excesivo consumo de materiales y
energía, ya que, aunque cada prenda individual tenga una baja huella ecológica,
si consumimos un exceso de ellas, estamos multiplicando el impacto ambiental y
el consumo de recursos. (José Soler, 2011).
Contrarrestar el daño
El sector textil
ha comenzado a realizar esfuerzos para adecuar su producción a las exigencias
del desarrollo sostenible. La producción de algodón ecológico crece cada año,
se investiga sobre fibras menos peligrosas para el medio ambiente y la
exigencia de sistema de gestión ambiental en las fábricas es cada vez mayor,
mejorando así el uso de los recursos naturales reduciendo la contaminación.
Algunas
empresas del sector textil y de la moda ya están empezando ha hacerlo. También
están empezando a surgir campañas e iniciativas sobre el reciclaje, mejoras del
impacto medioambiental, promoción de derechos sociales en todo el mundo.
Diseñadores, grandes marcas y minoristas, así como sindicatos, administraciones
públicas y organizaciones sociales se están involucrando en este proceso.
En el sector textil se ha comenzado a investigarse
la utilización de otras materias primas diferentes a la del algodón y las
fibras sintéticas. La industria de la moda está introduciendo el uso de fibras vegetales con menor impacto
medioambiental como el cáñamo, el bambú y la ortiga, fibras naturales como la
seda, lana y lino, fibras artificiales de recursos renovables como la viscosa,
el rayón y el reciclaje de materiales
plásticos y del caucho. También se está avanzando en la producción de algodón
sostenible, con certificado ecológico e introduciendo prácticas de agricultura
integrada.
Por otra parte la industria textil a comenzado a
introducir la gestión ambiental en la toma de decisiones empresariales,
teniendo en cuenta principios y políticas que contribuyan a un sistema
económico justo y ecológico, reduciendo en la producción los vertidos, las
emisiones y la contaminación del aire, la generación de residuos y promoviendo
el uso eficiente de los recursos naturales.
También empiezan a incidir en el principio de
reducción de lavados y acabados, en el principio de sustitución de sustancias
químicas peligrosas por sustancias no toxicas, tintes naturales y en la
reducción de embalajes.
Se habla
también de la utilización de recursos y trabajadores locales. Esta medida se
presenta como una alternativa a la estandarización y centralización derivadas
del sistema global. Se fomenta el uso de lo disponible localmente, y el
intercambio de aquello que no se puede producir; esto da lugar a economías
mejor distribuidas, en las cuales se valora la singularidad y la diversidad y
se respetan los derechos de los trabajadores. Alrededor del mundo están
surgiendo iniciativas que conectan comunidades locales con sistemas de
producción transparentes y con menos intermediarios, y ofrecen al consumidor
productos con un valor material y cultural más alto. Un buen ejemplo es el
diseñador Carlos Miele, que trabaja con la cooperativa de mujeres costureras
Coopa-Roca, en Rio de Janeiro. Así, se busca dar oportunidades a las mujeres en
riesgo de exclusión social y aprovechar las habilidades regionales (Kozlowski
et al., 2012; Clark, 2008).
Estamos a tiempo y es tarea de todos
Con todo
lo anteriormente mencionado, como
consumidores, y a manera de conclusión, debemos tener en cuenta que:
Consumir no
es solo satisfacer una necesidad o un deseo individual: al consumir estamos
colaborando en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio
consumido, seamos conscientes o no de ello. Y estos tienen impactos económicos,
sociales y medioambientales.
La moda va
más allá de la ropa: nos permite expresar nuestra identidad, genera bienestar,
fomenta la creatividad y conecta a miles de personas alrededor del mundo. Sin
embargo, tiene un lado negativo desarrollado anteriormente en este trabajo, conocido
en los peores casos por la explotación de trabajadores en las fábricas, la
generación de moda desechable, el desperdicio de recursos y el fomento del
consumo insostenible. ¿Tiene que ser así necesariamente?
Respecto a
esta investigación nos hemos podido dar cuenta que la moda rápida se ha
convertido en una industria problemática por su impacto sobre el medio ambiente
y por la propia explotación de sus trabajadores. Que el consumo de usar y tirar
responde a la demanda de un consumo cada vez más rápido y barato, a la búsqueda
de una constante reformulación de la identidad, que dañan tanto a nivel
individual como global.
Y que sin
duda algo que nos corresponde hacer a todos es poner en marcha un consumo más
responsable: de reducir, reutilizar, reciclar y donar.
Referencias:
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Sostenibilidad''. Consultado en:
http://www.fes-sociologia.com/files/congress/12/papers/3820.pdf
Barrios, C. (2012) ''El impacto ambiental del fashion (pronta
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Castañeda, S. (2014). ''Moda
sostenible''. Ecodes, Investigadora asocidad de ECODES y Business Development
Manager. Organic Exchange Europe.en
Recuperado de file:///C:/Users/HP%20DV6000/Downloads/520-485-1-PB.pdf
Clark, H. 2008, "SLOW FASHION—an Oxymoron—or a Promise
for the Future…?", Fashion Theory: The Journal of Dress, Body &
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Greenpeace (2011) ''La contaminación viste a la moda’’.
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http://repositorio.uta.edu.ec/bitstream/123456789/20148/1/Tesis%20Final%20.pdf
Kozlowski, A., Bardecki, M.
& Searcy, C. 2012, "Environmental
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vol. 2012, no. 45, pp. 16-36. Recuperado de https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/4326/1/TFG001193.pdf
Lipovetsky, G (2007). ''La
felicidad paradójica''. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Barcelona: Anagrama
Malcolm Taplin, I. 2014, "Global Commodity Chains and Fast Fashion:
How the apparel industry continues to re-invent itself" ( "Global
Commodity Chains y Fast Fashion: cómo la industria del vestuario continúa
reinventándose") , Competition & Change, vol. 18, no. 3, pp. 246-264.
Recuperado de file:///C:/Users/HP%20DV6000/Downloads/520-485-1-PB.pdf
Rondeel, V. (2011). ''Ecomoda, la
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http://repositorio.uta.edu.ec/bitstream/123456789/20148/1/Tesis%20Final%20.pdf
Ross, M. (Prodcutor)
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Cost. EUA. Life Is My Movie Entertainment, Untold Creative.
Soler, J. (2011) ‘‘¿Cómo se puede
establecer un “consumo responsable” en moda? Procesos de creación y nuevos
hábitos de consumo se suman para construir un panorama más razonable que haga
posible un sistema de la moda sostenible''.
Recuperado de http://oa.upm.es/16281/1/INVE_MEM_2012_132975.pdf
Velasco, A. (2013). ''Ecomoda para
un mundo sostenible'' http://www.calle20.es/1574/moda/ropa/ecomoda-para-un-mundo-sostenible/.
Consultado el 22 de Abril del 2017
Imagen: Looks de 87MM Fall-Winter 2017/18 en Seoul
Fashion Week, 2017.
Presentación: https://www.slideshare.net/DannietR/el-otro-lado-de-la-moda
Muchas personas que empiezan a llevar ropa ecológica también aprenden a personalizar y confeccionar su propia ropa. De este modo, te mejorarás a ti mismo a la vez que salvas el planeta ropa ecológica Palamós.
ResponderEliminarSerás una carga menor para los recursos de nuestro planeta
Los materiales de la ropa consumen mucho. Especialmente el algodón, así como muchos otros. Los materiales para confeccionar la ropa se agotan rápidamente y, para mantener la demanda, se han utilizado prácticas agrícolas perjudiciales para el planeta. Al comprar ropa hecha con materiales renovables como el cáñamo, se reduce la demanda. De este modo, se reduce la contaminación que provoca la fabricación de ropa.