viernes, 21 de abril de 2017

Reseña El Aguila y la Gallina

En esta obra, el autor, Leonardo Boff, nos incita a descubrir el mundo que desconocemos, aquel que nos es demasiado brillante ante los ojos, pero en un mundo de oscuridad creada por el comportamiento que según la sociedad debemos tomar, todo lo que vemos más allá de la oscuridad de nuestro propio entorno, es demasiado fuerte para nuestros ojos acostumbrados a la oscuridad y a las sombras que nos atrapan en medio de un gallinero pequeño y limitante.
Somos águilas, somos seres majestuosos, reyes de los cielos, temibles guerreros capaces de tener el poder para lograr lo que sea que nos propongamos hacer.
El autor nos propone en su obra, una metáfora que no puede ser mas acertada y en lo largo de su libro, nos explica el cómo somos vueltos gallinas, aplastando nuestra voluntad de águila, de surcar los cielos y volvernos uno más del montón en un mundo donde todos se la pasan atrapados en la monotonía del picoteo y el solo prestar atención a lo que ocurre en el suelo, olvidándonos de que nuestro mundo es, sin duda alguna, uno más grande y amplio de lo que jamás podremos imaginar siendo simples gallinas.
El despertar del águila es un proceso difícil, duro, de desapego y sobretodo, de constante lucha. Desgraciadamente no todos logramos llegar ahí, pues la luz brillante del sol nos ciega y el temor de dejar lo seguro –el suelo– nos olvidamos y rendimos ante la conquista de un imperio que nos pertenece por derecho –el cielo–.

Leyendo la obra en sus primeras páginas, el autor nos narra la situación que vivía Ghana en épocas del siglo 16 hasta el logro de su independencia, centrándose en la figura de un hombre: James Aggrey  y el como la semilla que sembró en uno de sus alumnos,  Kwame N´Krumah quien logro la proclamación de la independencia de costa de oro el 6 de marzo de 1957, devolviéndole su identidad a su patria, regresándole su antiguo nombre: Ghana.
Si bien, podría pensarse que el libro que escribió Leonardo Boff, es de historia de aquella entidad africana, no lo es, pero como el mismo dice, para poder entender su metáfora y el porqué de su uso, se debe saber al menos algo básico de la historia de aquel país.
Boff argumenta que, la metáfora usada en su libro, contada de dos maneras diferentes, una a la manera que lo hizo en el discurso uno de esos dos grandes hombres símbolos de África, y otra de modo que lo hacían los antiguos maestros judíos, no es más que una forma de hacernos ver la realidad en la que vivimos. Como se mencionó anteriormente (en la introducción) somos águilas convertidas en gallinas; gallinas que se pueden volver águilas. Aun así, no debemos olvidar de algo importante, como lo dice el autor
“Las dualidades  antes mencionadas referidas son dimensiones de la misma y única realidad compleja. Erróneo seria confundir dualidad con dualismo” (Leonardo Boff 1999 pág. 41)

Aun cuando somos águilas convertidas o sometidas a ser gallinas, no se debe olvidar que ambas viven dentro de nosotros. La gallina representando lo material y el águila lo espiritual, ambas cosas son un dualismo que mantiene el equilibrio del ser humano. Desgraciadamente olvidamos que debemos tener ese equilibrio y nos quedamos siendo gallinas la mayor parte de la vida.

El despertar de la conciencia es lo que desea obtener como resultado el autor, el darnos cuenta que no pertenecemos a un mundo donde solo se nos dice que hacer, en este caso, como la misma metáfora lo aborda, comer y poner huevos, para cuando no sirvamos para lo segundo, solo comer y engordar para ser un buen caldo. ¿Cuántos de nosotros no hemos vivido solo con la mirada en lo que hacemos y perdemos de vista el panorama que nos rodea? Nos olvidamos que somos parte de todo y el todo es parte de nosotros, perdemos nuestra espiritualidad y con ella las ambiciones, los sueños, las esperanzas, el espíritu de lucha, las ganas de volar hacia el sol y extender nuestras majestuosas alas en todo su esplendor, tal vez por el miedo de que dirán, tal vez por el prejuicio de ser diferente, tal vez, por el simple hecho de no querer arriesgarse y fracasar. Pero debemos recordar que todo cuanto hacemos está conectado a una fuerza superior, al universo entero y aunque no lo parezca tenemos que hacer lo que debemos hacer, recordar que somos águilas y despertar, por que como dice la historia: Somos águilas, hijas del sol, reyes de los cielos y no debemos olvidarlo solo por vivir algunos años entre gallinas, atrapadas en la seguridad de un gallinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario