Principalmente lo que se nota en
los oradores que exponen conferencias es el contacto visual, la manera en la
que se dirigen con la mirada a los oyentes, haciendo saber que el que está al
frente está explícitamente direccionando sus palabras, su discurso, a ellos, aún cuando sean varios en el público.
Igualmente observo que sugieren varias expresiones corporales, ademanes e
incluso desplazamientos en el escenario de un lado a otro sin perder al público,
expresiones que apoyan a lograr una demostración cien por ciento clara,
alcanzando una óptima expresión de todo lo que ellos quieren transmitir al
público.
Algunos suelen utilizar cierto
sarcasmo o ironía, alcanzando comentarios que son serios o delicados que se
abordan con cierto tinte de humor para suavizar dichos tópicos en el discurso,
así también para mantener cautiva la atención de la audiencia y no hacer la
conferencia tan “plana”, aunque no siempre y no todos lo utilizan. Igualmente
es notable el hecho de los cambios de intensidades que manejan, los volúmenes y
tonos de voz y los énfasis que hacen en ciertas partes de la conferencia
aumentando la intensidad para resaltar ciertos conceptos o ideas de la charla
o, por el contrario, disminuir la intensidad y el volumen para lograr el mismo
resultado. Las pausas marcadas entre palabras, los silencios (no tan
prolongados) entre una idea y otra o el disparar palaras con una velocidad más
intensa, levantando la voz, son también herramientas que suelen utilizarse.
Por supuesto, se debe manejar un
vocabulario suficientemente competente dependiendo (en ocasiones) del público
al que se refiere, sin embargo siempre suficiente y amplio para, mínimo, no
hacer de la conferencia algo vergonzoso a causa de los errores de pronunciación
o falta de manejo de vocabulario.
Es importante resaltar que los
expositores definitivamente saben de lo que están hablando, que son personas
preparadas en la materia y que se desenvuelven en el tema que abordan con
erudición.
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