lunes, 9 de mayo de 2016

Los jóvenes en la sociedad actual.

Los jóvenes ocupan un lugar muy importante en la sociedad actual, ya que son parte integrante del sistema, pero con ciertas restricciones porque son considerados como individuos  sin capacidad de discernir y reflexionar, pues son los más propensos a cometer errores, su temprana edad hace que la sociedad no tenga la suficiente confianza porque no cuentan con la experiencia necesaria para tomar decisiones y poder vivir en absoluta libertad. Estas son algunas de las cuestiones que se pueden analizar y que es de cierta forma  normal que la sociedad tenga tales perspectivas puesto que es parte de un sistema dirigido por adultos que se aprovecha de esta etapa de manera que resulta irónico porque todos en algún momento pasaron por ello y sin embargo no valoran o reflexionan que los jóvenes son la base de cualquier nación.

Primeramente se necesita  saber cuál es la definición actual de “los jóvenes”.

La Asamblea General de las Naciones Unidas define a los jóvenes como las personas entre los 15 y 24 años de edad. Esta definición se hizo para el Año Internacional de la Juventud, celebrado alrededor del mundo en 1985. Todas las estadísticas de las Naciones Unidas están basadas en esa definición, como se puede ver en el libro anual de estadísticas publicado por el sistema de las Naciones Unidas sobre demografía, educación, empleo y salud.
Esa definición, por lo tanto, considera "niños" a las personas menores de 15 años. Sin embargo, es digno de observar que el artículo 1 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, los define como personas hasta la edad de 18 años. Esto fue intencional, pues era esperado que la convención proporcionara protección y derechos a un grupo de edad tan grande como sea posible, ya que no existía convención similar de las Naciones Unidas sobre los derechos de la juventud.
Muchos países dibujaron la línea de juventud a la edad en que una persona recibe el mismo tratamiento bajo la ley - usualmente referida como la mayoría de edad. En muchos países esa línea se marca a la edad de 18 años, y una vez que una persona pasa esa edad, es considerada un adulto(a). Sin embargo, la definición y los matices operacionales del término "juventud" varían a menudo de país a país, dependiendo de los factores socio-culturales, institucionales, económicos y políticos específicos.
Dentro de la categoría de la "juventud", es también importante distinguir entre los adolescentes (13-19) y los adultos jóvenes (20-24), ya que los problemas sociológicos, psicológicos y de salud a los que hacen frente pueden diferenciarse entre ambos grupos.
Los jóvenes adolescentes que se relacionan con el indicador de edad de acuerdo con la adolescencia se encuentran en una etapa  que transcurre entre la infancia y la edad adulta. Lo que caracteriza fundamentalmente a este periodo son los profundos cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales que tienen lugar en esos años por lo tanto es la etapa más importante ya que comienzas a definirte como persona y como miembro de una sociedad porque cuando eres niño las diferencias sociales no son de mucha importancia porque solo se crece con ello me refiero a que no importa a qué grupo social uno quiere elegir  ya que se nace con ello desde sus posibilidades, familia y entorno.

Un joven adolescente  comienza a recapacitar y darse cuenta de su propia realidad e indagar en ella ya que es un proceso de transición en el que los niños se van transformando en personas autónomas y se incorporen en el proceso productivo y se independicen respecto a sus familias de origen. Es una necesidad de los jóvenes en la sociedad.

La sociedad asume y reconoce a la juventud como una fase-etapa especifica de la vida durante la cual a través de un conjunto de prácticas institucionalizadas le son impuestas al individuo ciertas demandas y tareas que definen y canalizan su comportamiento como “joven” mismas que suponen una relación con la “idea de juventud” (Morch, 1996; Feixa, 1993b). En cierta forma los jóvenes son vistos como un diseño constituido por el sistema, las instituciones están sobre ellos.

Los jóvenes son parte de una construcción sociocultural (institucional) de lo juvenil, es decir, de las formas institucionales que la sociedad fue impulsando, desarrollando o creando para asignar normas de conducta, valores, espacios, roles e imágenes especificas a su juventud y para “definir” en términos materiales y simbólicos las maneras de ser joven. 
Los escenarios están configurados por “la malla de las instituciones en las que se pone en juego la vida social: la familia, la escuela, el ámbito laboral, las instituciones religiosas, los partidos políticos, las asociaciones intermedias, el ejercito” (Marguilis y Urresti, 2000:30). Son estos los escenarios donde se estructuran y transmiten las representaciones hegemónicas sobre lo juvenil y donde los jóvenes interiorizan mediante su paso afirmativo o negativo por estas instancias de socialización.

En la actualidad parece haber una división del trabajo de estas instituciones que obedece  sus distintas formas de producir comunicación, mientras las instituciones tradicionales (familia, escuela, iglesia) operan en general mediante mandatos normativos explícitos que reprimen, estimulan y orientan las conductas de sus miembros, transmitiéndoles instrucciones y prohibiciones verbales acerca de la sociedad y de sí mismos; los medios de comunicación de masas transmiten similar información ofreciendo modelos de conducta a imitar o rechazar (por asociación con el éxito o con el fracaso) que no movilizan tanto la racionalización de las conductas como su seducción: se ofrecen como metas deseables y no como caminos a recorrer (Avelló y Muños, 2002:39-40).

El papel asignado por las instituciones adultas a los jóvenes es el de prepararse para acceder (en el futuro) a la esfera adulta, lugar futuro que en el presente los invisibiliza como jóvenes. Sin embargo la juventud no es homogénea y por ende las necesidades y demandas están ancladas a estos factores socioculturales y de espacio. En este sentido existen grupos sociales juveniles que encuentran una precarización a su, ya de por sí, deteriorada condición social que son los jóvenes pertenecientes a una identidad o cultura juvenil para quienes, por ejemplo, ciertos puestos de trabajo formal no son factibles debido a sus emblemas culturales de identidad (pelo largo, piercing, dreadlocks, tatuajes) ya que están condicionados también por la apariencia del sujeto.

Los estilos culturales juveniles se enfrentan al estigma de la “criminalización” de sus expresiones, conductas, formas de organización, referentes simbólicos, formas de concebir y actuar sobre su realidad, es decir, un joven de pelo largo, con tatuajes, consumidor (o no) de mariguana representa un “peligro” para el “buen” funcionamiento de la sociedad. Aunque sin lugar a duda este panorama se ha difuminado en comparación con otras décadas, aun hoy permanece pues se tolera más no se reconoce de manera positiva de la diversidad si no hay un poder hegemónico.

Por consiguiente los jóvenes que no mantienen una forma de vida de acuerdo a las normas son considerados delincuentes porque un joven que consume sustancias ilegales y permanezca en una pandilla automáticamente se convertirá en un futuro en delincuente y es así como la sociedad y el gobierno tachan a los jóvenes y discriminan, comienzan a señalar lugares o zonas infestadas por ellos como si fuera una plaga que renace por si sola cuando dejan de lado las verdaderas causas (desempleo, falta de oportunidades educativas, carencia de espacios recreativos y culturales, etc.) que nutren u ocasionan la problemática social para atender con tácticas correctivas: combatir la supuesta “violencia” con violencia estructural, es decir con una especie de saqueo antipandillas.

Lejos de contribuir a combatir el fenómeno del pandillerismo este tipo de operativos los agrava pues se fomenta una relación de conflicto y hostilidad entre sociedad y gobierno. Más aun, por el tipo de represión ejercida se evidencia la ceguera institucional que existe para tratar el fenómeno de las pandillas. Esto es así porque las pandillas son relevantes como formas de agrupamiento y sociabilidad juvenil.

En general se discrimina a quienes ignoran el “deber ser” pues las conductas “incorrectas” no son atendidas y pretenden erradicar, por consecuente se genera la exclusión social de algunos jóvenes teniendo en cuenta las escasas o nulas oportunidades de desarrollo aunando a las implicaciones excluyentes del deber ser, estaremos de acuerdo en que algunos jóvenes encuentran condiciones inseguras de desarrollo, en especial los que son parte de diferentes estilos culturales juveniles.

Por otra parte el acceso a la educación es una problemática muy importante en la actualidad porque conforme los jóvenes van creciendo encuentran escaso o nulo acceso a la educación gratuita. En efecto a nivel superior en nuestra entidad, cada semestre más de 60% de los aspirantes que intentan ingresar a la universidad de Guadalajara (UdeG) son rechazados, tanto a nivel media superior (bachillerato) como superior (licenciaturas).
De modo que México es un país donde los jóvenes tienen menores oportunidades para incorporarse a la educación media y media superior. En otras palabras, la vigencia del derecho a la educación pública gratuita es cada vez más inexistente para los jóvenes mexicanos.

Por consecuencia a la falta de medios educativos, el camino laboral para los jóvenes se vuelve una necesidad esencial para sobrevivir. Además que es el elemento clave para pasar a la vida adulta, dado que los ingresos propios generan la base material para dejar la dependencia económica respecto de los padres y establecer un hogar propio. El trabajo es una integración social, fuente de sentido para la vida personal, espacio para la participación ciudadana y motor del progreso material. La inserción laboral sigue siendo un factor decisivo como aspiración individual de la mayoría de los jóvenes; sin embargo recientemente las condiciones labores no la han favorecido.

En América Latina, la tasa de desempleo juvenil duplica con creces la de los adultos, un 15.9% comparado con un 6.6%, respectivamente. México tiene que crear cada año alrededor de 900 mil nuevos puestos de trabajo para absorber a los jóvenes que se integran al mercado laboral. También la población en edad laboral es de más de 46 millones, el 32.5% son jóvenes de entre 15 y 29 años. Por otra parte el 70% de la población juvenil no cuenta con un contrato laboral. Solamente el 16% tiene derecho a acceder a servicios de salud.

Es común escuchar a los egresados de una carrera profesional hablar de desempleo, de la necesidad económica que empuja a algunos a involucrarse en actividades ajenas a su especialidad. El incremento de la demanda por las escasas plazas de trabajo empuja a aumentar la dificultad del proceso de selección porque aquellos con mayores cualidades certificadas (experiencia de trabajo, posgrados, etcétera) serán quienes se queden con el trabajo; comienzan a generar una idea de competencia personal dentro de los jóvenes, quienes quieren lograr sus metas deben trabajar, destacar e incluso sacrificar.

Por último podemos percibir y analizar los diferentes factores de los cuales toman un papel muy importante los jóvenes en la actualidad  y en los cuales sufren de discriminación, la falta de tolerancia hacia ellos es evidente desde el momento en el que dejan de ser niños y pasan por la difícil etapa de la adolescencia, comienzan a idealizar un mundo y crear sus propias utopías pero aun así la juventud no es fácil porque te adentras en la realidad; la sociedad comienza a mostrarles el cómo deben ser y es ahí cuando los jóvenes toman sus decisiones si seguir tal y como lo ordena el sistema o vivir como ellos quieran no por eso me refiero a que quiebren las leyes o se conviertan en pandilleros un punto del cual mencione y estoy de acuerdo que es una problemática que la sociedad y el gobierno debería apoyar y no solo juzgar y tratarlos como criminales. Dentro de lo que cabe puedo observar como joven y parte del sistema que no es fácil entender y mantenerse en un mundo de adultos donde ellos mismo nos hacen invisibles. Sin embargo los jóvenes están luchando de manera decidida y desigual; están poniendo por delante sus sueños y aspiraciones, lo hacen desde experiencias, apropiaciones ideológicas y culturas distintas pero a pesar de los múltiples problemas que enfrenta la juventud, esta no debe contagiarse de pesimismo que la conduzca a la frustración  ya que los jóvenes tienen la responsabilidad de hacer el cambio. Ellos tienen que tener en cuenta que el futuro se construye a partir de las experiencias del pasado y con el esfuerzo del presente.

Fuentes
Urteaga, Maritza (2011) “La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes mexicanos contemporáneos”. México, D.F. Universidad autónoma metropolitana.
Peñaloza, Pedro José (2012) “La juventud mexicana una radiografía de su incertidumbre”. Iztapalapa, México, D.F. Editorial Porrúa.
Torres, Ismael (2015) “Autogestión de los jóvenes y alcances, limitaciones y aportes al postdesarrollo social”. Guadalajara, Jalisco, México, Universidad de Guadalajara.

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