Los
jóvenes ocupan un lugar muy importante en la sociedad actual, ya que son parte
integrante del sistema, pero con ciertas restricciones porque son considerados
como individuos sin capacidad de
discernir y reflexionar, pues son los más propensos a cometer errores, su
temprana edad hace que la sociedad no tenga la suficiente confianza porque no
cuentan con la experiencia necesaria para tomar decisiones y poder vivir en
absoluta libertad. Estas son algunas de las cuestiones que se pueden analizar y
que es de cierta forma normal que la
sociedad tenga tales perspectivas puesto que es parte de un sistema dirigido
por adultos que se aprovecha de esta etapa de manera que resulta irónico porque
todos en algún momento pasaron por ello y sin embargo no valoran o reflexionan
que los jóvenes son la base de cualquier nación.
Primeramente se necesita saber cuál es la definición actual de “los jóvenes”.
La Asamblea General de
las Naciones Unidas define a los jóvenes como las personas entre los 15 y 24
años de edad. Esta definición se hizo para el Año Internacional de la Juventud,
celebrado alrededor del mundo en 1985. Todas las estadísticas de las Naciones Unidas
están basadas en esa definición, como se puede ver en el libro anual de
estadísticas publicado por el sistema de las Naciones Unidas sobre demografía,
educación, empleo y salud.
Esa definición, por lo
tanto, considera "niños" a las personas menores de 15 años. Sin
embargo, es digno de observar que el artículo 1 de la Convención de las
Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, los define como personas hasta la
edad de 18 años. Esto fue intencional, pues era esperado que la convención
proporcionara protección y derechos a un grupo de edad tan grande como sea
posible, ya que no existía convención similar de las Naciones Unidas sobre los
derechos de la juventud.
Muchos países dibujaron
la línea de juventud a la edad en que una persona recibe el mismo tratamiento
bajo la ley - usualmente referida como la mayoría de edad. En muchos países esa
línea se marca a la edad de 18 años, y una vez que una persona pasa esa edad,
es considerada un adulto(a). Sin embargo, la definición y los matices
operacionales del término "juventud" varían a menudo de país a país,
dependiendo de los factores socio-culturales, institucionales, económicos y
políticos específicos.
Dentro de la categoría
de la "juventud", es también importante distinguir entre los
adolescentes (13-19) y los adultos jóvenes (20-24), ya que los problemas
sociológicos, psicológicos y de salud a los que hacen frente pueden
diferenciarse entre ambos grupos.
Los jóvenes adolescentes que se relacionan con el indicador de edad de
acuerdo con la adolescencia se encuentran en una etapa que transcurre entre la infancia y la edad
adulta. Lo que caracteriza fundamentalmente a este periodo son los profundos
cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales que tienen lugar en esos
años por lo tanto es la etapa más importante ya que comienzas a definirte como
persona y como miembro de una sociedad porque cuando eres niño las diferencias
sociales no son de mucha importancia porque solo se crece con ello me refiero a
que no importa a qué grupo social uno quiere elegir ya que se nace con ello desde sus
posibilidades, familia y entorno.
Un joven adolescente comienza a
recapacitar y darse cuenta de su propia realidad e indagar en ella ya que es un
proceso de transición en el que los niños se van transformando en personas autónomas
y se incorporen en el proceso productivo y se independicen respecto a sus
familias de origen. Es una necesidad de los jóvenes en la sociedad.
La sociedad asume y reconoce a la juventud como una fase-etapa
especifica de la vida durante la cual a través de un conjunto de prácticas
institucionalizadas le son impuestas al individuo ciertas demandas y tareas que
definen y canalizan su comportamiento como “joven” mismas que suponen una
relación con la “idea de juventud” (Morch, 1996; Feixa, 1993b). En cierta forma
los jóvenes son vistos como un diseño constituido por el sistema, las
instituciones están sobre ellos.
Los jóvenes son parte de una construcción sociocultural (institucional)
de lo juvenil, es decir, de las formas institucionales que la sociedad fue
impulsando, desarrollando o creando para asignar normas de conducta, valores,
espacios, roles e imágenes especificas a su juventud y para “definir” en
términos materiales y simbólicos las maneras de ser joven.
Los escenarios están
configurados por “la malla de las instituciones en las que se pone en juego la
vida social: la familia, la escuela, el ámbito laboral, las instituciones
religiosas, los partidos políticos, las asociaciones intermedias, el ejercito”
(Marguilis y Urresti, 2000:30). Son estos los escenarios donde se estructuran y
transmiten las representaciones hegemónicas sobre lo juvenil y donde los
jóvenes interiorizan mediante su paso afirmativo o negativo por estas
instancias de socialización.
En la actualidad parece haber una división del trabajo de estas
instituciones que obedece sus distintas
formas de producir comunicación, mientras las instituciones tradicionales
(familia, escuela, iglesia) operan en general mediante mandatos normativos
explícitos que reprimen, estimulan y orientan las conductas de sus miembros,
transmitiéndoles instrucciones y prohibiciones verbales acerca de la sociedad y
de sí mismos; los medios de comunicación de masas transmiten similar
información ofreciendo modelos de conducta a imitar o rechazar (por asociación
con el éxito o con el fracaso) que no movilizan tanto la racionalización de las
conductas como su seducción: se ofrecen como metas deseables y no como caminos
a recorrer (Avelló y Muños, 2002:39-40).
El papel asignado por las instituciones adultas a los jóvenes es el de
prepararse para acceder (en el futuro) a la esfera adulta, lugar futuro que en
el presente los invisibiliza como jóvenes. Sin embargo la juventud no es
homogénea y por ende las necesidades y demandas están ancladas a estos factores
socioculturales y de espacio. En este sentido existen grupos sociales juveniles
que encuentran una precarización a su, ya de por sí, deteriorada condición
social que son los jóvenes pertenecientes a una identidad o cultura juvenil
para quienes, por ejemplo, ciertos puestos de trabajo formal no son factibles debido
a sus emblemas culturales de identidad (pelo largo, piercing, dreadlocks,
tatuajes) ya que están condicionados también por la apariencia del sujeto.
Los estilos culturales juveniles se enfrentan al estigma de la
“criminalización” de sus expresiones, conductas, formas de organización,
referentes simbólicos, formas de concebir y actuar sobre su realidad, es decir,
un joven de pelo largo, con tatuajes, consumidor (o no) de mariguana representa
un “peligro” para el “buen” funcionamiento de la sociedad. Aunque sin lugar a
duda este panorama se ha difuminado en comparación con otras décadas, aun hoy permanece
pues se tolera más no se reconoce de manera positiva de la diversidad si no hay
un poder hegemónico.
Por consiguiente los jóvenes que no mantienen una forma de vida de
acuerdo a las normas son considerados delincuentes porque un joven que consume
sustancias ilegales y permanezca en una pandilla automáticamente se convertirá
en un futuro en delincuente y es así como la sociedad y el gobierno tachan a
los jóvenes y discriminan, comienzan a señalar lugares o zonas infestadas por
ellos como si fuera una plaga que renace por si sola cuando dejan de lado las
verdaderas causas (desempleo, falta de oportunidades educativas, carencia de
espacios recreativos y culturales, etc.) que nutren u ocasionan la problemática
social para atender con tácticas correctivas: combatir la supuesta “violencia”
con violencia estructural, es decir con una especie de saqueo antipandillas.
Lejos de contribuir a combatir el fenómeno del pandillerismo este tipo
de operativos los agrava pues se fomenta una relación de conflicto y hostilidad
entre sociedad y gobierno. Más aun, por el tipo de represión ejercida se
evidencia la ceguera institucional que existe para tratar el fenómeno de las
pandillas. Esto es así porque las pandillas son relevantes como formas de
agrupamiento y sociabilidad juvenil.
En general se discrimina a quienes ignoran el “deber ser” pues las
conductas “incorrectas” no son atendidas y pretenden erradicar, por consecuente
se genera la exclusión social de algunos jóvenes teniendo en cuenta las escasas
o nulas oportunidades de desarrollo aunando a las implicaciones excluyentes del
deber ser, estaremos de acuerdo en que algunos jóvenes encuentran condiciones
inseguras de desarrollo, en especial los que son parte de diferentes estilos
culturales juveniles.
Por otra parte el acceso a la educación es una problemática muy
importante en la actualidad porque conforme los jóvenes van creciendo
encuentran escaso o nulo acceso a la educación gratuita. En efecto a nivel
superior en nuestra entidad, cada semestre más de 60% de los aspirantes que
intentan ingresar a la universidad de Guadalajara (UdeG) son rechazados, tanto
a nivel media superior (bachillerato) como superior (licenciaturas).
De modo que México es un país donde los jóvenes tienen menores
oportunidades para incorporarse a la educación media y media superior. En otras
palabras, la vigencia del derecho a la educación pública gratuita es cada vez más
inexistente para los jóvenes mexicanos.
Por consecuencia a la falta de medios educativos, el camino laboral para
los jóvenes se vuelve una necesidad esencial para sobrevivir. Además que es el
elemento clave para pasar a la vida adulta, dado que los ingresos propios
generan la base material para dejar la dependencia económica respecto de los
padres y establecer un hogar propio. El trabajo es una integración social,
fuente de sentido para la vida personal, espacio para la participación
ciudadana y motor del progreso material. La inserción laboral sigue siendo un
factor decisivo como aspiración individual de la mayoría de los jóvenes; sin
embargo recientemente las condiciones labores no la han favorecido.
En América Latina, la tasa de desempleo juvenil duplica con creces la de
los adultos, un 15.9% comparado con un 6.6%, respectivamente. México tiene que
crear cada año alrededor de 900 mil nuevos puestos de trabajo para absorber a
los jóvenes que se integran al mercado laboral. También la población en edad
laboral es de más de 46 millones, el 32.5% son jóvenes de entre 15 y 29 años.
Por otra parte el 70% de la población juvenil no cuenta con un contrato
laboral. Solamente el 16% tiene derecho a acceder a servicios de salud.
Es común escuchar a los egresados de una carrera profesional hablar de
desempleo, de la necesidad económica que empuja a algunos a involucrarse en
actividades ajenas a su especialidad. El incremento de la demanda por las
escasas plazas de trabajo empuja a aumentar la dificultad del proceso de
selección porque aquellos con mayores cualidades certificadas (experiencia de
trabajo, posgrados, etcétera) serán quienes se queden con el trabajo; comienzan
a generar una idea de competencia personal dentro de los jóvenes, quienes
quieren lograr sus metas deben trabajar, destacar e incluso sacrificar.
Por último podemos percibir y analizar los diferentes factores de los
cuales toman un papel muy importante los jóvenes en la actualidad y en los cuales sufren de discriminación, la
falta de tolerancia hacia ellos es evidente desde el momento en el que dejan de
ser niños y pasan por la difícil etapa de la adolescencia, comienzan a idealizar
un mundo y crear sus propias utopías pero aun así la juventud no es fácil
porque te adentras en la realidad; la sociedad comienza a mostrarles el cómo
deben ser y es ahí cuando los jóvenes toman sus decisiones si seguir tal y como
lo ordena el sistema o vivir como ellos quieran no por eso me refiero a que
quiebren las leyes o se conviertan en pandilleros un punto del cual mencione y
estoy de acuerdo que es una problemática que la sociedad y el gobierno debería
apoyar y no solo juzgar y tratarlos como criminales. Dentro de lo que cabe puedo
observar como joven y parte del sistema que no es fácil entender y mantenerse
en un mundo de adultos donde ellos mismo nos hacen invisibles. Sin embargo los
jóvenes están luchando de manera decidida y desigual; están poniendo por
delante sus sueños y aspiraciones, lo hacen desde experiencias, apropiaciones ideológicas
y culturas distintas pero a pesar de los múltiples problemas que enfrenta la juventud,
esta no debe contagiarse de pesimismo que la conduzca a la frustración ya que los jóvenes tienen la responsabilidad
de hacer el cambio. Ellos tienen que tener en cuenta que el futuro se construye
a partir de las experiencias del pasado y con el esfuerzo del presente.
Fuentes
Urteaga, Maritza (2011) “La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes
mexicanos contemporáneos”. México, D.F. Universidad autónoma metropolitana.
Peñaloza, Pedro José (2012) “La juventud mexicana una radiografía de su
incertidumbre”. Iztapalapa, México, D.F. Editorial Porrúa.
Torres, Ismael (2015) “Autogestión de los jóvenes y alcances,
limitaciones y aportes al postdesarrollo social”. Guadalajara, Jalisco, México,
Universidad de Guadalajara.
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