Gabriela Legorreta Cárdenas
1-B
La nueva mujer
Introducción
Se asegura que a futuro no
se va a dar ese mentada igualdad de los roles masculino y femenino, si no que
se mantendrá la falta de simetría porque las mujeres, en su autonomía, querrán
preservar algunos roles vinculados desde siempre con ellas. “Hay una mezcla
entre querer ser consideradas iguales a los hombres y también ser diferentes a
los hombres” es la clara visión del filósofo francés Gilles Lipovetsky.
Las diferencias entre hombre
y mujer no van a desaparecer con el paso del tiempo, porque la mujer va a
perpetuar aquellos roles que la identifican con lo femenino.
Cuando se habla de la mujer
moderna, la tercera mujer, aquella que comenzó hace unas cuatro décadas a
liberarse, a dirigir su propio destino, sin estar predeterminada por la
sociedad, no se debe hablar de una mujer que se ha liberado de la tradición.
Para Lipovetsky el cambio que se ha producido no es absoluto.
El cree que los cambios que la marcaron a
partir de los años 60 y 70 fueron de tal magnitud que incluso se atreve a
hablar de una revolución.
"Se realizó una transformación fundamental, derivada de aumentar la posibilidad de autonomía de la mujer con respecto a ella misma, a los estudios, al trabajo, y en esos cambios fueron esenciales dos fenómenos: los medios de la anticoncepción y su relación con el trabajo. Ambos le permitieron convertirse en actor de la sociedad, y poder organizar y controlar su propia existencia.
Sin embargo, cree que aún
existen materias que en el género femenino no han podido desentrañarse: el de
la belleza y la relación afectiva de la mujer. Piensa que durante mucho tiempo
hubo poco análisis teórico sobre la belleza femenina: "Las mujeres tienen
una relación un poco ambigua y ambivalente respecto de la belleza. Por un lado,
las moviliza mucho -porque forma parte de su identidad, y es un modo muy
importante de valorizarse-, pero al mismo tiempo tienen una relación de
irritación frente a ella, sobre todo cuando son los hombres los que hablan. Ven
en eso una trampa, una manera de transformarlas en un objeto, que destruye su
subjetividad, su individualidad".
Si
bien la mujer ahora toma sus decisiones y no se somete a los espacios que la
sociedad le había definido desde la prehistoria, o sea, adquirió autonomía, no
se ha desprendido del todo de la diferenciación de los roles masculinos y
femenino y, es más, ese esquema se está recomponiendo.
“
“Es falso que los roles son
intercambiables”. No ha desaparecido la
disimetría de los roles”, sentenció. Y da una serie de explicaciones para ello, pero la principal es que “esas normas o valores o roles no son incompatibles con la autonomía de la mujer”.
disimetría de los roles”, sentenció. Y da una serie de explicaciones para ello, pero la principal es que “esas normas o valores o roles no son incompatibles con la autonomía de la mujer”.
Si
bien la tradición ha definido esos roles, el hipermodernismo –según Lipovetsky-
no implica la destrucción de ellos, si no la construcción a partir del
individualismo. “La tercera mujer reúne la persistencia de la tradición, pero
también lleva el principio de la autonomía”, explicó.
El
pensador aseguró que la mujer puede dejar de lado –y de hecho lo está haciendo-
varias tareas domésticas y algunas están siendo asumidas por los hombres, pero
que otras vinculadas desde siempre al rol de la mujer como el cuidado de los
hijos, los mantendrá porque tienen que ver con su identidad, con la maternidad,
con el sentido de ser mujer. “Los códigos que permiten la construcción de la
mujer se perpetúan porque no son obstáculo” para su desarrollo, señaló.
¿Culpa
de madre? Lipovetsky reconoció que las mujeres que trabajan fuera de su casa
sienten culpa por no poder ser madres más presentes y por no poder
compatibilizar mejor sus roles. Pero no sólo sienten culpa; a su juicio, las
mujeres añoran poder cuidar y estar más con hijos, echan de menos no poder
disfrutarlo.
Y
la explicación está en que cuidar a los hijos ya no es una carga porque tener
hijos hoy es una elección, entonces, hay culpabilidad, pero también
frustración.
Si
un observa el mundo del trabajo, aunque la mujer ya no está recluida en la casa
y no saca un título profesional para después no ejercerlo al casarse, lo cierto
es que cuando los hijos se enferman, la madre es la que los cuida; es más
preocupante que el hombre esté cesante, no la mujer; la mujer que se dedica más
a su trabajo y menos a la casa es considerada mala madre, en cambio el padre
ausente es comprendido.
Es
decir, la mujer ha avanzado, pero sigue concentrándose en cierto tipo de
carreras que hacen su vida más compatible con la familia; ganan menos que los
hombres y si bien los hombres ayudan, la responsabilidad de la casa recae en
ellas.
Si
se ve lo que pasa en el mundo de la seducción y el amor, a pesar de la
revolución sexual, según Lipovetsky, la mujer sigue priorizando la relación
amorosa por sobre la física que busca sólo placer. También, aunque toma la
iniciativa más que antes, lo hace en un porcentaje menor porque no se ha
producido una reversión de los roles en el campo sexual. Ella es discreta y
selectiva, él abierto y por lo tanto, se acerca a las desconocidas.
Las
mujeres antes estaban en jaulas; su vida estaba organizada de antemano, y hoy
no. Pueden rehacer su vida, cambiarla, y esto es muy positivo, pero es cierto
que hay otra parte de la realidad en la vida de la pareja que es más
conflictiva, porque antiguamente ambos ejercían roles bien determinados, y hoy,
con la revolución individualista, estamos llevados a tener controversias. Hoy
no existe ni un solo tema que no plantee problemas: quién se ocupará de los
hijos, quién los cuidará. Pero el terreno está preparado, porque se ha pasado a
una pareja en que la negociación es permanente, ya que se basa en el principio
de pareja igualitaria.
En
el mundo de la belleza la desigualdad en los roles también se mantienen y es
difícil que desaparezcan. La realidad habla de que los concursos de bellezas
son femeninos, la cosmética se concentra en las mujeres y sólo 10% de la
industria está destinada a los hombres y si bien ellos han explorado en esta
área, están lejos de igualar a la mujer. Los cambios aquí han sido lentos y si
bien, puede que una mujer no se maquille, si un hombre lo hiciera sería visto
como travesti.Lipovetsky recoge el discurso de las feministas que hablan de la
tiranía de la belleza, pero aclaró que hoy la tiranía es menor que hace algunos
años y que de hecho, son las mujeres profesionales las que más consumen esto
porque entre otras cosas, la presión y los ideales estéticos las han hecho
mirarse y considerarse.
Y en el mundo del poder político y el
poder económico, el filósofo sostuvo que éstos siguen concentrados en los
hombres. Si bien a futuro, van a haber más mujeres en el poder político, se
está lejos de llegar a una igualdad porque no sólo las mujeres tienen trabas
familiares, si no que tienen menos ambición y ven el poder como un medio, no un
fin. Las mujeres no buscan el poder por el poder y la explicación está en que
su sociabilización prioriza lo privado y no lo público; la mujer identifica su
existencia con la calidad de los lazos privados.
Lipovetsky aseguró que la
transformación hipermoderna que se está dando es positiva porque no sólo por la
conquista de su libertad que ha alcanzado la mujer, si no porque ha logrado afirmar
su femineidad sin ser dominada por lo masculino.
Pero no todo es fantástico
según Lipovetsky: la autonomía tiene su precio y es que las mujeres están
alcanzado mayores niveles de angustia, similares a la de los hombres, por
querer compatibilizar sus roles. Entre más libertad, mayor es el problema para
administrar el tiempo, sostuvo.
Conclusión
Aunque existen muchas mujeres que
estudian carreras que normalmente son catalogadas como para hombres o son más
liberales en su vida
sexual, pero si lo vemos en porcentajes son pocos
Estas posturas conllevan (según yo) un mayor exigencia porque debes demostrar
que puedes hacerlo bien (muy bien) en comparación con los hombres (hablando
laboralmente ya que siempre se esta en la mira de todos) y además si se te
ocurre tener familia igual debes demostrar que eres BUENA MADRE, BUENA ESPOSA
etc.
Aunque
en realidad siempre hay que demostrarlo estudies lo que estudies, trabajes en
lo que trabajes, pero si se tiene plena confianza en una misma y apoyo del
entorno (familia, amigos, pareja, hijos) entonces se puede.
El error de la mujer es creer aún
que su vida, desde que nació, está destinada a vivir en
función de un hombre, de darle hijos, de atenderlo y de ser "su"
mujer. Por supuesto
que es importante, crear una familia y demostrarle su cariño, pero que no
sea sólo eso exclusivamente, ni menos lo relacionemos a sometimiento o
condena. Es muy importante que evolucionemos como seres independientes, nos
eduquemos, nos conozcamos, tengamos la capacidad de tener una opinión que sea
digna de respeto, mantenernos firmes.
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