domingo, 1 de diciembre de 2019

Desde cero (historia)

DESDE CERO 

Al acercarse el invierno, durante un atardecer gris, dentro de una habitación en una casa algo alejada del pueblo se encuentra un joven pensativo; de sus ojos salen un par de lágrimas que por más que trata de tragarse ya no le es posible, estas salen al compás del repiqueteo de las gotas de lluvia contra su ventana. Siente el frio de la ausencia, recostado en la cama donde unos  minutos antes se encontraba en compañía, pero sabe que no hay vuelta atrás, ella se ha rendido y él ya no quiere dañarse más y tampoco quiere hacérselo a ella porque aunque lo haya negado siente más de lo que está dispuesto a admitir.

Le duele su ausencia, creer que el adiós sea definitivo y no pueda volver a verse en esos ojos cálidos y fieros a la vez,  que tanto lo desarman, pero aun así prefiere quedarse con el recuerdo de todo lo que vivieron, aunque en el fondo se arrepiente de tantas cosas que hizo; el años atrás considerarla una chica fría, déspota, engreída y no haberse dado la oportunidad de tratarla antes, por dejarse guiar por las apariencias y las palabras de terceras personas. Después de conocerla, al permitirse ambos la oportunidad ya no podían separarse, existía tanto magnetismo como si fueran polos opuestos, a pesar de ser tan iguales pero diferentes, rompiendo las reglas de atracción. 

Erick nunca fue un chico que expresara mucho sus sentimientos, no tomaba muchos riesgos en esas cuestiones a pesar de que siempre fue un chico extrovertido, todo lo contrario que ella, mientras uno corría haciendo tonterías con sus amigos ella escuchando alguna balada, lo observaba disimuladamente por encima de sus libros. Cuando comenzaron a sentir algo el uno por el otro, es algo que no se sabe con exactitud, pues el trato era mínimo hasta finales de secundaria. No es muy claro cómo se acercaron pero al poco, hablaban casi a diario y se confiaban cosas, compartían títulos de libros, música, secretos y consejos.

Algo cambio dentro de él cuando uno de sus amigos presento interés hacia ella, y en lugar de afrontar lo que sintió, prefirió mentirse y aparentar que nada pasaba, les aconsejo que salieran y así paso. Hasta que ella dio el primer paso y le confeso lo que sentía, pero él dijo no estar listo; sin importar eso siguiendo con la amistad, se llegó una noche, tranquila, de películas y escuchar música como amigos que no pudo resistir y la besó. Cuyo beso fue correspondido y la noche paso de forma mágica, como los mejores confidentes, no había que decir nada más, eso de ser amigos solo era mitad mentira y mitad verdad. 

Después de ese día puso distancia, hiriendo a ambos, ella respeto su decisión y él no la busco, siguiendo cada uno por su lado. Hasta esa tarde que se vieron por última vez, cuando le hizo saber que se iría, y a sabiendas que tal vez nunca más la vería, aun así la dejo ir. Pasaron la tarde juntos y después de llevarla a casa, se marchó, quedándose con mil recuerdos, los momentos que compartieron, el recuerdo de aquel primer beso, del día que no pudo decirle cuanto la quería y ahora la estaba dejando ir y quizá para siempre. Se quedó lamentando en compañía de la lluvia su falta de valor, por fin comprendió que hay momentos para todo, pero no siempre van a estar ahí en cualquier momento. Por esperar que las cosas sucedieran, se le paso el tiempo, comprendiendo que el pecio de los mejores momentos siempre fue el tener que echarlos de menos. La ha perdido y en cada lágrima que viaja por su mejilla y termina en sus labios solo está la esperanza de volver a verla, deseando volver a empezar... Desde cero.

Situaciones como está, pasan todos los días y pueden tomarse muchas reflexiones, moralejas, se puede tener una interpretación diferente según cada persona, pero para mí basta escuchar la canción con el mismo nombre que esté, de los cantantes Beret y Melendi. 

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