Basada en hechos reales, ésta película británica ganadora del Óscar, dirigida por Tom Hooper tiene -entre sus paisajes, ambientación y buena música- mucho que enseñarnos.
Albert, duque de York y príncipe de Inglaterra, ha vivido toda su vida padeciendo un mal que le impide hablar correctamente. Acostumbrado a las burlas y convencido de que su situación es incurable, “Bertie” decide resignarse a su condición… Pero pronto las circunstancias lo forzarán a dar la cara al público nuevamente.
Convencido a regañadientes por su esposa, el duque acepta hacer un último intento. Es aquí cuando se encuentra con el poco ortodoxo Lionel Logue, al lado de quién descubrirá que el tartamudeo no es el principal problema que debe atacar…
La historia que se aborda en esta película puede disfrazarse
de muchas formas: Como una cinta sobre la importancia de la oratoria, como otra
historia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, o una película que habla
sobre algunas de las muchas implicaciones que tiene estar al frente de una
nación, y ser el monarca.Albert, duque de York y príncipe de Inglaterra, ha vivido toda su vida padeciendo un mal que le impide hablar correctamente. Acostumbrado a las burlas y convencido de que su situación es incurable, “Bertie” decide resignarse a su condición… Pero pronto las circunstancias lo forzarán a dar la cara al público nuevamente.
Convencido a regañadientes por su esposa, el duque acepta hacer un último intento. Es aquí cuando se encuentra con el poco ortodoxo Lionel Logue, al lado de quién descubrirá que el tartamudeo no es el principal problema que debe atacar…
Claro, ésta película tiene mucho de eso; pero ante todas las cosas, para mí es
una historia sobre la lucha contra el miedo. Y por éso, para mí, vale la pena.
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