En un principio me consideraba un
niño extranjero a todo. El constante cambio de domicilio me hizo sentir que no
tenía lugar establecido.
La primaria fue un lugar donde me
sentía lejano a todo el ambiente. Ahora puedo decir que no tuve amigos en la
primaria, compañeros tal vez, pero amigos no.
Los amigos que conseguí eran mis vecinos, pero en realidad ellos
consiguieron que yo fuera su amigo. Era
un grupo que tenia de todo tipo de niños que se podían encontrar a lo largo de
una calle: el que se peleaba a cada mirada dada a los ojos, el rico panzón que
se la pasaba tragando lecheritas y
que tachábamos de narcos a sus papas, a
la hermana guapa pero bien cabrona del panzón rico, al hijo de mami que se hacia el bravo para
ocultar una futura broma por su condición, el jotito, a los gemelos que se la
pasaban ablando de videojuegos. Bueno esa era mi infancia compartida con un
montón de niños problemas o vergüenza de la familia.
En la secundaria y prepara
fue un lugar algo más diferente, solo tuve un par de amigos. Pero valió la pena tener un
grupo reducido de amistad. Constaba menos invitar las chelas.
En la actualidad, ya en la universidad, entendiendo
lo que realmente es la amistad. Uno ya se siente viejo con eso de pensar en la
vida como algo pasajero y que se tiene que aprovechar. Ese es mi forma de
penar, aunque no hay que negar que aún tenga lapsos descontentos que me
caracterizo en la maldita adolescencia melodramática.
En la carrera de sociología
espero no encontrar volverme rico, espero encontrar conocimiento suficiente
para poder ser escritor, un escritor que haga una crítica a la sociedad.
Espero cambiar la perspectiva de los lectores sobre la realidad
construida por todos y que el cambio solamente se trata de modificar algunos
aspectos de la vida cotidiana.